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Uruguay se arma para el ataque y tirarle con todo lo que tiene a Chile

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Óscar Tabárez en el partido Perú-Uruguay. Foto: AFP.

MUNDIAL DE CATAR 2022

En el inicio de un nuevo ciclo de las Eliminatorias, Óscar Tabárez apuesta a un mediocampo intenso, veloz y que va a pelear por la posesión de la pelota.

Dicen los que no aceptan rendirse jamás, que si vas a tirar la toalla que solamente sea para secarte la frente y volver a la batalla. Bien, el Uruguay de Óscar Tabárez que no tendrá a Edinson Cavani, uno de sus artilleros históricos, está decidido a secarse la frente y tirarle con todo lo que tiene a mano a Chile. Y, por cierto, lo que tiene es mucho.

Queda claro que el entrenador pretende seguir aprovechando la gran sociedad que se forjó en el eje central con Federico Valverde y Rodrigo Bentancur. Más que un mix de músculos dispuestos a ir a la contienda física para robar pelotas, una dupla capaz de poner toda la carne en el asador si es que hay que ir por la victoria desesperadamente, pero fundamentalmente con un incansable empeño para realizar todos los kilómetros que el equipo precise para ser seguro y peligroso.

Además, la experiencia de los ensayos realizados antes de la pandemia, que arrojaron señales muy positivas con la ubicación de dos jugadores veloces y encaradores por afuera no se abandona por más que Brian Lozano falta a la cita de aquel experimento exitoso.

Brian Rodríguez. Foto: @Uruguay.
Brian Rodríguez. Foto: @Uruguay.

De ahí que se recurra a Brian Rodríguez y Nicolás De la Cruzpara que la Celeste tenga tanta profundidad y certeza por afuera como por adentro.

La capacidad de ambos para avanzar con el endiablado zigzagueo son elementales para entregar mayores posibilidades de generar una distorsión grande en la retaguardia rival. A ambos tendrán que cuidarlos que no se escapen pegados a la raya, pero nunca sabrán si la opción que terminarán eligiendo será la de meter una diagonal que proporcione chances para sacar un remate o buscar una combinación con Luis Suárez.

Foto: Gerardo Pérez
Giorgian De Arrascaeta en ataque. Foto: Archivo El País.

A eso, Tabárez le agregará otro elemento de enorme consideración para Reinaldo Rueda. Porque el entrenador de la Roja sabe bien que el fútbol podrá iniciarse con Valverde o Bentancur, de la misma forma que podrá tener a Giorgian De Arrascaeta como el principal artista creativo de una jugada ofensiva desnivelante.

De Arrascaeta entrando y saliendo de las líneas defensivas chilenas, provocando el espacio para que lo aprovechen las proyecciones de alguno de los dos integrantes del doble cinco o metiendo un pase quirúrgico al espacio vacío puede también convertirse en un enorme dolor de cabeza.

Y a eso se le sumará un lateral izquierdo que está en condiciones de transformarse en el mejor extremo zurdo del partido. Porque si hay algo que Matías Viña está en condiciones de aportar es desborde o hasta ejecución final de las acciones.

A Uruguay, con esta integración que resolvió armar el entrenador de la Celeste se le presentan diversas variantes ofensivas. Y no es un equipo experimental. Por más que habrá jugadores nuevos, es una fórmula ensayada. Ejecutada. Que contribuyó para que un pequeño problema que se supo acusar hasta en encuentros del último Mundial empezara a desaparecer.

Luis Suárez. Foto: Gerardo Pérez
Luis Suárez. Foto: Archivo El País.

Así, entonces, Luis Suárez podrá tener mayor cantidad de posibilidades para culminar las jugadas de ataque y no depender de alguna pelota sucia robada, de una jugada peleada y fabricada por su empeño para provocar el error defensivo o heredar de un rebote un balón en la cercanía del área.

La idea asoma clara. Y es un reflejo de lo que fue apareciendo con el transcurso de los partidos. De aquellos trabajos que permitieron apoyarse en dos mediocampistas de zancada larga, de armoniosos desplazamientos ofensivos y de una precisión suiza en los lanzamientos largos y en los toques cortos.

Esa sociedad ya está firme. Porque supo elevar el potencial ofensivo sin quitarle ladrillos a la muralla que a Uruguay le encanta levantar para transformarse en uno de los equipos de mayor consistencia defensiva.

Además, las credenciales de equipo robusto no se pierden porque se apueste por futbolistas de mejor pie para jugar por afuera. Brian Rodríguez ya supo demostrar que no se queda cruzado de brazos a la hora de perder la pelota y se prende a las transiciones defensivas con la misma voracidad con la que enciende los motores para arremeter hacia el arco rival.

Del otro lado, si bien será su primera prueba de fuego con la Celeste mayor, Nicolás De la Cruz entregó a Sudamérica entera la imagen de un jugador más moderno, más táctico y menos lagunero de lo que podía ser cuando se entregaba con fidelidad absoluta a su creatividad y dejaba que el resto lo cumplieran sus compañeros. River lo transformó y Uruguay termina ganando un jugador diferente.

Lo que ayudará para que Martín Cáceres no quede expuesto a la posibilidad de ser sorprendido por un ataque chileno por ese costado.

Nadie duda que el fútbol es de los futbolistas y que la idea de Tabárez solamente podrá tener resultado si los rendimientos individuales consiguen estar a tono con las características elogiadas.

Pero es imposible no observar que hay una confirmación contundente de lo que el entrenador ha venido intentando incrementar en el combinado, naturalmente que aprovechando la aparición de jugadores de diferentes características.

Hoy se quiere ser más seguro en el control del balón, se pretende tener un caudal de jugadas de ataque mayor, para que los delanteros incrementen sus posibilidades de convertir. El armado de este equipo para debutar en las Eliminatorias va en esa línea. Y no hace otra cosa que tirarle con todo lo que se tiene a Chile.

ya hay experiencia

El doble 5

Los dos futbolistas jóvenes que aparecen en el doble cinco de Uruguay ya acumulan experiencia internacional. Rodrigo Bentancur disputó con la Celeste 29 partidos y Federico Valverde suma 20. El jugador de la Juventus ganó 16 cotejos, pero todavía no pudo festejar ni un gol, pero el del Real Madrid ganó 10 y metió dos tantos.

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