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Ramírez, un pedazo de historia

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Falero y caceres

Turf

Se corre la edición 121, se larga 20:30 horas

Falero y caceres
Pablo Falero y Luis Cáceres en la previa del domingo.

Héctor García 

Con tribunas repletas, sin la tecnología de la fecha, con la misma previa, misma adrenalina y con distintas formalidades, el barrio de Ituzaingó se vestía de fiesta cada seis de enero de los años 1960 a los 1990.

El recuerdo es entrar al viejo Palco Oficial, de purrete de la mano del “Catalán” y de más joven con la medalla de socio del viejo Jockey Club, la cual se debía exhibir a los porteros, impecablemente vestidos con sus correspondientes gorros, apostados en la cabina en la lujosa entrada bajo los blancos toldos.

En un Maroñas sin luces artificiales, el Ramírez era eje de una reunión de ocho a diez competencias, con un Ciudad de la Plata para yeguas que se corría unos días antes y que permitió a Misera competir en el mismo Mitin en ambas pruebas.

El Ciudad de Rosario era el kilómetro para “flyers” en modelo de handicap, al igual que el “Villanueva”, donde supo lucirse Virreino con la monta de Carlitos Domínguez.

Decir Ramírez de esos años es el recuerdo para el crack Sol de Noche con Luis Gallegos, que supo ganar el “Dardo Rocha” platense por un campo; es recordar al crack Chocón con Walter Báez en sus cruces y verlo caer ante el porteño Chupito.

Misma pasión y misma previa, con decenas de hojas de papel escritas por recordados cronistas.

Misma previa recordando a Don Pablo Gelsi, “Tito” Ferro, Albérico Migues, Adolfo “Suizo” Gutiérrez con su Compadre y hoy con su Chimango; el de Falero, Piñeyro y del cuida que canta, Miguel Pérez, que supo llevar al podio a Glitero con las sedas del “Cadorna”.

A Gustavo Duarte, que en los 80 se lució con Mercenario y el mismo Glitero y que también se hace presente en el nuevo Maroñas con Equipado.

Ramírez que tuvieron a Practicante como padrillo de lujo, que envió a las pistas y al podio a sus hijos Vacilante (1978), Braseante (1979) y Clorhidratante (1983); con un Ritz que supo lucirse con Riomar, en final de bandera verde, y Vienesse que derrotó a la buena de Maremma con Julio César Méndez en 1994 y 1995 con la monta del “Maestro”Arturo Piñeyro.

Qué me vas hablar de amor y de recuerdos, si vi ganar a Pablo Falero con Galicio y Chapulín y lo voy a ver hoy corriendo su último Ramírez con Monje Negro.

Germán BOISO 

Este será el decimosexto 6 de enero desde la reapertura de Maroñas y he tenido la suerte de ser testigo de cada una de las ediciones. Desde aquella primera vez en el Folle Ylla cuando vi ganar al porteño Bat Ruizero, hasta las últimas ediciones, en las que he elegido verlas pasando el disco y contra la baranda, mezclado con los fotógrafos.

Cada Ramírez ha sido especial e imborrable. El del 2005 fue el último antes de que se inauguraran los focos. Corrido a plena luz del día y bajo un calor sofocante, Equipado dejó mudo al hipódromo cuando de la mano de Gustavo J. Duarte se llevó la victoria, un Duarte que había heredado la monta por una rodada de Jorge Ricardo.

El 2006 tuvo a Maciel ganándole un mano a mano inolvidable a Falero sobre Jampro. Good Report en 2007 dando un espectáculo cuando aún era potrillo y no se había convertido en el único representante uruguayo en ganar un Latino. Esa fue además la revancha para Ricardo.

El del 2008 fue probablemente el Ramírez con más gente y más calor y Rock Ascot fue su ganador. Aquel día la mejor carrera fue el Piñeyrúa que Alcorano le ganó a Etna’s Boom en el disco.

2009 fue el año de Relento. El Rey de las pruebas de fondo se lució en la edición en la que los participantes vistieron unos mandiles enormes que nunca más se volvieron a usar.

Sing A Song, de la mano de Fernando Olivera, se llevó el del 2010 conteniendo a Desconfiado. El Chino repetiría tres años después junto a Impérrito. La victoria de Mr. Nedawi en 2011 es recordada como la derrota de Relento. El crack se hizo gritar por todo el hipódromo y cayó en un final de bandera verde, sin dudas el más emotivo de los 15 vividos en este etapa. El silencio tras la confirmación del triunfo del visitante fue estremecedor como había sido el griterío de los metros finales.

Tras la victoria del favorito Alcázar en 2012 llegaría la época de los dobletes, algo improbable en el Ramírez pero que vivimos dos veces en el último lustro. Hielo ganó en 2014 y 2015 y tras la victoria de Fletcher en 2016 llegó el momento de Gandhi di Job, que cerca estuvo de decir presente esta noche e ir por un triplete que nadie alcanzó.

La historia se escribe cada año y tenemos el privilegio de vivirla. La pasión que un Ramírez genera es difícil de explicar.

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