TURF

En tiempos de pandemia la Serie Campeones vuelve a organizar la fiesta del turf nacional sin público en las tribunas.

El protocolo sanitario así lo indica y se respeta. Quienes hacen el gran esfuerzo de comprar una ilusión en cada uno de los remates de los haras nacionales, confían en su cuidador por el visto bueno en la elección de futuro crack, que disfrutan la recría del mismo esperando el momento en que llegará a los boxes de un stud en los alrededores de un hipódromo a la espera de su debut con la de colores, esos que pueden venir de antaño o ser de los de nueva generación. Son los propietarios quienes deberán ver nuevamente una Serie de siete clásicos por televisión.

Vale siempre un triunfo, sea de un cinco años perdedor, o sea un clásico, vale siempre y se disfruta cualquier tipo de carrera, la adrenalina fluye en la previa, en el floreo, en la partida, en los días previos a la justa.

Vale siempre pasar de la angustia de la espera a la felicidad, mezclada con alguna lágrima cuando el pingo cruza victorioso el espejo, cuando llega al disco en primer lugar.

En el caso de Campeones, son competencias también, mano a mano, entre haras locales, donde se mezclan los pequeños emprendimientos de una o dos yeguas que crían y pagan sus cuotas de Campeones con gran ilusión ante los grande establecimientos.

Esas cuotas que pagan los propietarios esperando ver a su crack en pistas, algunos pocos en las Juvenile, otros esperando o compitiendo en las cuatro pruebas para los mayores.

Lo que sí es una verdad que este domingo vuelve la emoción de los campeones, de la cría nacional. De los siete clásicos que reparten 9.7 millones de pesos en premios en el día del turf nacional. ¡Que se corran!