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"El público uruguayo lleva el tenis en el corazón"

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Guillermo Vilas

Guillermo Vilas llegó a Montevideo invitado por Claro para dictar una charla en la cancha central del Carrasco Lawn Tennis Club y una clínica hoy por la mañana. Apenas bajó del barco y antes de llegar a Carrasco, se detuvo para intercambiar ideas con Ovación, de camino a su destino final.

—¿Cuánto hace que no se pone los cortos y entra a una cancha de tenis en Uruguay?

—Yo juego al tenis prácticamente todos los días. Me gusta este deporte y me gusta utilizar estos conocimientos para realizar importantes eventos que me permitan seguir creando cosas que me hacen feliz.

—En Uruguay lo recordamos mucho por las exhibiciones que vino a desarrollar.

—Esas exhibiciones eran fantásticas. Luego dejé de venir, pero hay varias. En el Club del Lago, con Yannick Noah, en Punta del Este en las Senior Cup, y con Víctor Pecci recuerdo en una cancha rápida.

—¿Qué recuerda de ese partido?

—La verdad que era una superficie que no manejaba bien y cuando terminó pensé en cómo había perdido ese encuentro. Había como una hinchada uruguaya y otra argentina y se movió lindo con el público. Se caldeó un poco el clima, pero recuerdo ese partido. Siempre cuando llegaba el verano uno pensaba: "bueno se viene el calor vamos a jugar al tenis a Uruguay". Ahora ya creo que no es igual. Vi un par de exhibiciones en Punta del Este, porque Uruguay siempre estuvo conectado con el tenis. Realmente el público uruguayo lleva este deporte en el corazón en este país.

—¿Cómo se siente cuando le piden consejo?

—Es que me ven como a un abuelo (risas), se me acercan y me preguntan cómo hice esto o lo otro. Y después viene la madre y me presenta al chico y le dice: "mirá, este fue un gran jugador de tenis". En Argentina me pasa mucho porque camino mucho por las calles. Me gusta ir caminando de un lado a otro. Siempre saben dónde estoy y me encuentran para preguntarme cosas.

—¿Qué es lo que más le dicen?

—Muchos vienen con preguntas sobre cómo empecé, por ejemplo. Yo soy muy abierto y no temo a qué me puedan decir o preguntar. Nada me dolerá porque siempre tengo una respuesta coherente a sus inquietudes.

—¿Qué le responde a quienes le preguntan qué debe hacer para que su hijo juegue bien al tenis?

—Lo primero es hacer jugar al chico durante mucho tiempo al frontón. Es la mejor forma de empezar y crear los músculos correctos. Gaudio, por ejemplo, un día me preguntó cuántos partidos perfectos jugué en mi vida y le dije tres. Y él me respondió: "es increíble, yo también". Y sí, si había ganado los mismos torneos que yo. Él sabía que iba a ser un buen jugador, pero tenía el miedo a saber si estaba en la senda correcta. Después me confesó que con esa respuesta le había ayudado mucho porque se dio cuenta que estaba en la senda correcta. Nadie en esta época hace un camino como singlista. Uno empieza a jugar y cuando llega a ese lugar en el que se encuentra con los mejores, se da cuenta que está encaminado y se tranquiliza para seguir jugando buen tenis.

—¿Cuál fue ese partido que fue de los peores que jugó?

—El de Pecci acá fue de los peores de mi vida. El lugar era angosto y venía de ganar todo lo que había jugado. Me pareció que no pude hacer lo que la gente esperaba de mí. Eso pasa. Hay cantantes a quienes se les va la voz en pleno recital. La vida es así. Tarde o temprano cometés un error.

—¿Y cuáles son esos partidos inolvidables por buenos?

—Siempre tuve grandes partido ante John McEnroe. De hecho, un periodista me comentó que soy el único que tiene racha positiva ante él históricamente. Fue increíble el de Argentina, en el que no erré ni una pelota en todo el partido, pero tuvimos otros muy interesantes en Roland Garros. John es medio inestable, pero lo hace de buena fe y siempre me decía que no logró tener una superioridad tan grande como la que yo le impuse en ese partido de la Copa Davis. El estadio estaba sucio, se veía que había enojos o angustias, o que algo no les gustaba. Uno no puede vivir todo el día con eso, así que salí y jugué mi mejor partido.

—¿Cómo era la relación entre tenistas en esa época?

—Me gustaba estar con los muchachos. Nos encontrábamos, pero con un respeto muy grande. Salvo Batata Clerc que siempre los enloquecía con sus chistes, porque es hiperactivo, en el resto éramos muy tranquilos. A mí me mataban las esperas para entrar a jugar. Tenía diferentes cosas que hacía antes de jugar, pero 20 minutos antes de empezar me ordenaba mentalmente. Tenía armado en el hotel el partido y cuando llegaba al lugar establecía constantemente lo que iba a hacer durante el partido. Me volvía un poco loco cuando estaba con gente antes del partido. Necesitaba una instancia de concentración antes del encuentro.

—¿Cómo es ser Vilas en Argentina?

—Yo he tenido ídolos desde siempre. Lo que sucedió es que en Argentina el tenis estaba encepado. Al tenis jugaba el que tenía la llave del estadio y eso le hizo mucho mal. Ibas a la Davis y había seis hombres con mucho dinero en la tribuna. Era ir para atrás miles de años. Cuando eso se liberó sucedió que el tenis se abriera al público. Mi madre tenía un departamento hermosísimo y un día me agarró una patota y me dijo cómo podía jugar a un deporte que la gente no podía ir a ver. "No servís para nada". Eso me pegó fuerte y ahí dije que si no abrían boleterías al público en general no jugaría la Copa Davis.

MINI BIO

Carrera única.

Guillermo Vilas nació en Buenos Aires el 17 de agosto de 1952. Ganó 62 torneos ATP, incluyendo Roland Garros 1977, el Abierto de Estados Unidos 77, el Abierto de Australia 78 y 79, además del Masters. También alcanzó otras tres veces la final de Roland Garros y una vez del Abierto de Australia. Triunfó en siete Masters 1000.

En 1977 ganó 16 títulos, récord para una temporada. Su mejor posición en el ranking fue 2 detrás de Jimmy Connors, aunque esto está siendo revisado por ATP.

Conserva el récord de la mayor cantidad de títulos ATP (49) en ladrillo de la historia. Además, tiene la mayor cantidad de victorias en dicha superficie (644). Finalizó 1 mundial del Grand Prix Tennis Circuit.

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