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Pagaron fortunas para verlos

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Fanáticos. Pagaron fortunas por entradas para la final.
WILLIAM WEST

La edición del martes del New York Times reflejó la auténtica locura que se vivió con motivo del partido entre Roger Federer y Rafael Nadal.

Los precios de las entradas en la reventa se fueron a las nubes para ver en vivo la final del Abierto de Australia.

Los precios normales de venta iban de entre los 300 a los 600 dólares, sacados con tiempo y en el lugar indicado para la definición masculina. Sin embargo se llegaron a pedir en la reventa hasta 20 mil dólares. Algunos lo pagaron porque "seguramente era la última oportunidad de verlos jugar una final de un Grand Slam".

Otros como el abogado de Hong Kong Ronny Chow, pagaron 19 mil dólares entre pasaje, estadía y entrada desde su país para presenciar únicamente ese partido.

Algunos, ante la posibilidad de pagar lo que fuera por la final soñada, ni lo dudaron. Juliann Greene, de Hawaii, regresó a su casa tras la primera semana, pero apenas se bajó del avión, se tomó uno de regreso para no perderse la final. Viajó 10 horas de regreso a su casa, y enseguida 10 más de regreso a Melbourne. La locura incluyó a quienes sin posibilidad de entradas para la Rod Laver Arena, pagaron hasta 23 dólares para presenciarlo en el estadio Margaret Court, en una pantalla gigante, pero en el mismo predio donde se estaba desarrollando.

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Fanáticos. Pagaron fortunas por entradas para la final.

ABIERTO DE AUSTRALIA

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