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"Ser 9 del mundo fue mágico"

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Nicolás Almagro
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Nació en Murcia el 21 de agosto de 1985. Ocupa el puesto 44 esta semana y fue nueve el cinco de febrero de 2011. Nicolás Almagro ganó 13 títulos de ATP y jugó otras 10 finales en su carrera, todas sobre polvo de ladrillo. Ganó la Copa Davis con España en 2008.

—Siempre ha defendido mucho ser murciano, ¿qué marca tanto su amor por su tierra?—La tierra donde uno nace siempre es especial. Nací, crecí y moriré en Murcia. Es increíblemente bonito ser de esa región de España. Siempre me trató con mucho cariño la gente de mi ciudad y todo lo que conseguí a lo largo de mi carrera ha sido el producto del cariño que me ha brindado toda esa gente.

—¿Por qué eligió el tenis?

—Fue fundamental el cariño de mis hermanos por este deporte para que yo siguiera en el tenis. Comencé a jugar por ellos y además también me regalaron la primera raqueta. A partir de ahí estuve como 15 años con mi primer entrenador y recién entonces, para dar el salto al profesionalismo, tuve que irme a vivir a Barcelona, pero apenas pude me regresé a Murcia. Al final de cuentas la vida son etapas que se deben de ir quemando y es lo que intenté hacer en mi carrera.

—¿Siguió ese mismo camino de peregrinación hacia Barcelona como el resto de la Armada Española?

—Para mí fue diferente. Me formé en Murcia y después viajé para allá, donde estaba el centro principal de tenis. Mi familia era muy unida, y por eso viajé a Barcelona a los 23 años. Ahí me encontré con José Perlas, que logró sacar lo mejor de mí en ese tramo de mi carrera. Sin embargo en un momento del a vida las prioridades cambian, y decidí estar cerca de mi gente.

—¿Cómo fue vivir esa etapa de ser parte del equipo español campeón de la Copa Davis y de ser nueve del mundo, logrando casi todo en un par de años?

—Fue bonito, pero siendo sincero no hubo mucho tiempo para disfrutarlo. Este deporte es muy exigente y cada semana hay que hacer nuestro trabajo de la mejor manera posible. No hay tiempo para asimilar esos logros. Supongo que cuando llegue el día de mi retiro, me sentaré a valorar lo que logré, que según me cuentan los que me rodean no estuvo tan mal.

—¿Cómo es ese día de abrir el ranking y ser top 10?

—Es un sueño. Algunas cosas llegan a su momento culmine al lograr un resultado. Por suerte me metí nueve del mundo cerca de mis afectos, en Barcelona, rodeado de amigos y también de mi familia. No faltaba nadie en ese momento y fue mágico para mí. Pero como decía antes, le gané a Nikolay Davidenko, pero al día siguiente ya tenía que salir a la cancha a jugar otro partido. No hubo tiempo para celebrar. Enseguida venía el Masters 1000 de Roma, luego Madrid. Al final, cuando haga el balance final sacaré mis conclusiones.

—¿Después de lo logrado, se puede disfrutar del tenis con menos presión?

—Hay que será realista con uno mismo. No me puedo engañar. Probablemente mi mejor etapa ya haya pasado, pero ahora, estar entre los 40 mejores del mundo con 31 años y luego de una operación de planta del pie es algo meritorio. Es cierto que podría estar mejor, no ha sido un año positivo en los torneos sobre polvo de ladrillo, que es donde mejor debía haber jugado, pero no me puedo quejar. Gané un título, llegué a otra final, otra final de challenger y pasé de ronda en casi todos los torneos de Grand Slam. Sumé puntos pero de cara al año próximo espero mejorar y dar nuevamente el 100% de mí.

—¿Le genera ansiedad el nacimiento de su primer hijo?

—Seguramente éste sea mi mejor momento personal. Eso es obvio. Desde que conocí a mi pareja sabía que la quería cerca de mí, y el 5 de diciembre de 2015 formalizamos la relación. Vivimos nuestro noviazgio de una manera increíble, ha sido un gran apoyo y sobre todo durante la lesión, y ahora todo este amor que nos profesamos va a llegar a la vida en febrero. Va a ser una prolongación de todo lo que sentimos. Ojalá sea igual de feliz que han sido su mamá y su papá.

FUTURO.

Hasta la vuelta.

Nicolás Almagro vino por primera vez a Montevideo y le encantó tanto la ciudad y el Uruguay Open que ya mencionó la posibilidad de regresar para 2017. Según él, que fue nueve del mundo, a los torneos lo hacen los directores también, y su relación con Diego Pérez, a quien no conocía de antes, fue tan estrecha que también influye para un regreso.

Christian Garin fue el verdugo de Almagro en el Uruguay Open en cuartos de final. "Este es mi triunfo más importante profesionalmente por lo que significa y significó Almagro", dijo Garin tras ganar.

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