SUDÁFRICA 10 AÑOS
El duelo ante el local empezó a demostrar que el ataque celeste era peligroso con los goles de Forlán, la insistencia de Suárez y el gran trabajo de Cavani.
Una feliz noche de cumpleaños en la que los sudafricanos le hicieron el mejor “regalo”:
Bien en el aspecto defensivo. Se desdobló en forma repetida, con claridad.
“Se comió” a Mphela. Ganó por arriba en el área contraria, pero no acertó en el cabezazo.
Fue el mejor de la retaguardia, con su firmeza para quitar, cerrar, cortar y salir jugando en forma simple.
Cerró su lateral y pasó al ataque con determinación desde el arranque.
Bien parado, corrió muy bien la cancha. Impuso presencia en el mediocampo y apoyó la gestión del armado.
Sin desentonar, luchando codo a codo con el “Ruso”, hubo pasajes en los que “se perdió” fugazmente yendo a marcar sobre los laterales.
Le costó “entrar” en el trámite en su nueva función de volante, pero terminó convirtiendo en el área chica contraria.
Con sus arranques, su reparto del fútbol ofensivo, que supo tanto de aceleración como de pausa, “Cachavacha” desmitificó aquello otro de que no se puede jugar sin enganche, sin que eso signifique “matarlo”.
Empezó jugando por el medio, delante de Cavani y Forlán. Muchas veces arrancó en diagonal desde la derecha o buscó por afuera, por ese lado del ataque; y no faltaron las ocasiones en las que apareció por la izquierda, ensanchando el frente de llegada. El que va y va. El que se tiene fe. El que no es puntero, pero es capaz de ir por afuera con potencia y repentización en espacios cortos. Ese es Suárez.
Impetuoso, pujante. Tuvo la doble virtud de ir a buscarlas todas y también mostrarse para recibir el pase. No estuvo “fino” en la culminación de las llegadas.
Correcto. Entró y “se enchufó”, sin dar ningún tipo de ventajas.
Corrió, dio una mano.
Pocos minutos en cancha.