En la víspera, durante los 120’ del tiempo reglamentario y el alargue, no tuvo que cumplir un gran trabajo, pero en todas las ocasiones en las que le tocó intervenir lo hizo con simpleza, sobriedad, y lo que es fundamental: sin fallas. Al final, fue determinante para consolidar la clasificación a las semifinales porque atajó dos penales

Marcó con altibajos y estuvo impreciso al desdoblarse. Más seguro en la segunda etapa.

El rato que el capitán jugó lo hizo con la solvencia acostumbrada. Sin problemas.

Salvo un despeje defectuoso, en el resto defendió en forma impecable, ganando por arriba.

En el final del primer tiempo le entraron varias veces. Antes y después cerró y se proyectó.

Fue el que bancó el mediocampo, corriendo en forma ordenada y organizando el armado.

Se notó que acusó el cansancio acumulado por el desgaste realizado ante los coreanos

Mejor en la contención. No pudo gravitar en el momento de mandarse al ataque.

Volvió a cumplir un trabajo sacrificado y de un valor táctico extraordinario. Bajó, subió y tapó.

Metió un golazo de gran importancia y trató de hacer circular la pelota en el ataque.

Es como dijo Muslera: además de canonizar el travesaño, hay que hacerle un santo a Luis Suárez. Al fin y al cabo, el goleador que se metió de golero, hizo un verdadero milagro: por él, justo por él,’ Uruguay está entre los cuatro mejores.

Entró muy bien, enchufado. Llegó a casi todas, no dio ningún tipo de ventajas. Rindió a destaque.

Le dio más perpendicularidad a la salida hacia el ataque, pero desperdició una situación favorable.

Se metió en el área y le dio más agresividad al ataque. Terminó definiendo en los penales.