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Inglaterra se juega la vida en casa

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Foto: AFP.
Henry Browne

Inglaterra se juega continuar en 'su' Mundial de rugby el sábado a las 16:00 ante Australia en Twickenham, con la obligación de ganar para evitar la humillación de ser el primer país organizador en no pasar a cuartos de final de la Copa del Mundo.

Imaginemos: en el país en el que nació este deporte, en un estadio conocido como el Templo del rugby, bajo la mirada de 80.000 espectadores y millones de aficionados, el XV de la Rosa puede decir adiós de forma prematura a la Copa del Mundo que organizan.

Una afrenta que todos los países que albergaron un Mundial evitaron (caer eliminados en la fase de grupos), pero que para los hombres de Stuart Lancaster es algo real después de caer el sábado pasado ante Gales (28-25).

La hipótesis se tornó en certeza debido a que los ingleses quedaron encuadrados en el llamado Grupo de la Muerte, junto a galeses y australianos, con solo dos plazas por repartir. Inglaterra decretó el estado de alerta.

Evidentemente, la consecuencias de una salida prematura afectarían a todo lo relacionado con el Mundial, no solo al terreno deportivo. La World Rugby (Federación Mundial) y la Federación Inglesa (RFU) invirtieron grandes cantidades en este evento, diseñado para ser la Copa del Mundo más lucrativa de todos los tiempos, así como haber creado una vasta campaña de promoción del deporte del balón oval.

"Están preparados".

Sin Inglaterra en la carrera, el interés nacional podría descender drásticamente, en detrimento de las televisiones, pubs o patrocinadores, entre otros. Este partido se ha convertido en una cuestión de Estado hasta el punto que el príncipe Enrique visitó al equipo en el entrenamiento del jueves.

"Es un partido que tenemos que ganar, en caso de perderlo estamos eliminados. No hay necesidad de esconder los hechos", resumió el seleccionador Stuart Lancaster, que dirigirá el partido más importante desde que se hizo con las riendas del equipo a principios del 2012, tras la eliminación en cuartos de final en la pasada Copa del Mundo.

"Es inútil ocutarlo, lo que está en juego es enorme, pero los chicos están preparados", prometió, después de tratar de aislar al grupo de las fuertes críticas recibidas durante la semana.

Desde la derrota ante Gales, las críticas arreciaron. Debido, sobre todo, a la mala gestión de la última media hora, que se tornó en pesadilla, que alcanza su punto culminante en la controvertida decisión del capitán Chris Robshaw.

Han tenido que pasar página rápidamente y concentrarse en una Australia que parecía moribunda, pero que en este último año revivió al ganar el Cuatro Naciones este verano. Siendo positivos, un éxito clasificaría virtualmente a Inglaterra, que en su último partido solo tendría que cumplir el expediente ante la 'amateur' Uruguay.

"Como una final de la Copa del Mundo".

Con tres cambios en el XV, con la inclusión del centro Jonathan Joseph por Sam Burgess, Lancaster ofrece a los derrotados ante Gales la oportunidad de redimirse.

Inglaterra busca imponer su juego de forwards ante unos backs australianos tremendos (Folau, Ashley-Cooper, Giteau...) y ganar la batalla en los rucks ante una tercera línea de los Wallabies con los especialistas Michael Hooper y David Pocock.

"El grupo está comprometido a hacer sentirse orgullosos a todos los australianos por la manera en que les representamos en el Copa del Mundo, y el sábado tenemos una nueva oportunidad de hacerlo", previno el seleccionador 'aussie' Michael Cheika, que considera cada partido "como una final de la Copa del Mundo" y cuenta con sacarse el billete a cuartos el sábado.

Los Wallabies tienen la ocasión de vengarse, 12 años después, de aquel drop del inglés Jonny Wilkinson que dio el Mundial al XV de la Rosa ante los australianos en Sidney. Pero como sabemos, la venganza es un plato que se sirve frío.

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Foto: AFP.

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