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Volvió todo a la normalidad#

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Foto: Reuters
GLEB GARANICH

RUSIA 2018

Tras la Copa del Mundo, en Rusia ya dejaron de hablar de fútbol y centraron su atención en la política.

Bocinazos, atascos, estaciones de metro atiborradas de gente… Moscú, al igual que toda Rusia, ha vuelto a la normalidad. Se terminó la Copa del Mundo, que consagró a Francia por segunda vez en su historia, y la capital rusa retoma su ritmo. En realidad nunca lo perdió, pero sí este último mes fue distinto, porque el ambiente de fiesta lo pusieron primero los propios aficionados locales, y sobre el final, todos los extranjeros.

Ya hoy el centro de atención está nuevamente en la política. El presidente Vladimir Putin, ese que fue el único previsor que se llevó un paraguas a la ceremonia de premiación y por tanto se mojó bastante menos que los demás, vio la victoria 4-2 de Francia sobre Croacia el domingo y ayer ya viajó a Finlandia para reunirse con su colega estadounidense, Donald Trump. De fútbol ya casi ni se habla.

¿Cuál es el desafío que tiene Rusia de aquí en más? Desde lo social, conservar la excelente imagen de país y sociedad que dio a partir de la llegada de los visitantes para presenciar la Copa del Mundo. Gianni Infantino, presidente de la FIFA, definió de muy buena forma la situación hace unos pocos días: “El mundo ha conocido a una Rusia diferente y Rusia, a su vez, conoció un mundo distinto”.

Ese país que a través de las pantallas vemos siempre bajo nieve, gris, con gente muy abrigada y con cara de pocos amigos dio durante la gran parte del Mundial una imagen totalmente distinta. Sol, calor y gente muy amable, dispuesta a ayudar. Uno se paraba a observar un plano del metro o de la ciudad y alguien se paraba -aun para hablar en un inglés no muy fluido- para preguntar si precisaba ayuda.

Rusia puede jactarse de haber tenido el Mundial mejor organizado de la historia. La infraestructura tanto civil como deportiva estuvo al más alto nivel. No faltaron alojamientos, transportes efectivos, comodidades en los estadios y, sobre todo, buenos precios. Para los uruguayos resultó oneroso llegar hasta aquí, pero los precios fueron en su mayoría accesibles a la hora de moverse y comer, los dos principales ítems.

Rusia fue un excelente anfitrión. Vivió el Mundial con mucho más calor del que todo el mundo esperaba, empujado el país obviamente por la gran campaña que hizo su selección, la que fue sorprendente porque la fe no sobraba. Ahora viene Qatar 2022, que promete obras faraónicas para organizar la Copa del Mundo, con estadios y hoteles lujosos y hasta pueblos que ya nacieron y comenzaron a nacer en el medio del desierto.

Igualmente le será difícil superar lo que hizo Rusia, que dejó la vara muy alta.

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