RUSIA 2018

EDWARD PIÑÓN

Esta vez no tuvieron que cruzar el Océano Atlántico, ni cargaron en sus barcos espejitos de colores. Esta vez llegaron con jóvenes prometedores, con una generación de futbolistas veloces, atléticos, de depurada técnica, con jugadores fuertes, agresivos en la marca.

Ahí están Inglaterra y Francia. Fuertes. Expertos. Metidos entre los cuatro mejores y colocando a Europa una vez más en el papel de conquistador. De hecho, a América ya le invadieron su territorio, porque a diferencia de lo que aconteció hace cuatro años atrás no quedó ni un solo representante del fútbol sudamericano entre los cuatro mejores de la Copa del Mundo. Y que lo hagan ingleses y franceses, aunque los primeros no pisaban esta instancia desde 1990, no es sorpresa. Pero que Bélgica y Croacia estén por encima de Brasil, que era el gran aspirante al cetro, es más que llamativo.

Inglaterra se ha hecho fuerte en base al éxito de su estrategia. Aunque algunos lo minimizaran, como Jorge Sampaoli que fue capaz de afirmar que ningún equipo saldría campeón del mundo por la pelota quieta, nadie supera a los muchachos de Gareth Southgate en el aprovechamiento de estas acciones: ocho de sus once goles llegaron por esta vía.

Bélgica se presentaba como amenaza convincente en base a la calidad de sus jugadores, y apenas se podía levantar un manto de dudas por las propias afirmaciones de los futbolistas, que querían comprobar en Rusia si eran capaces de tener en sus filas el “chip ganador”. Por ahora van bárbaro.

Francia fue creciendo y sus hombres permiten creer que no hay cerrojo que se les presente imposible de abrir. Ya demostraron que con espacio y sin él son capaces de lograr lo que buscan.

Croacia, en tanto, es capaz de enamorar cuando la pelota pasa por Modric o Rakitic o de generar la sensación de todo le es posible de conseguir. Sea como sea, estos cuatro son de Europa. Otra vez en tiempos de conquista.