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Sospechas: aquel 6 a 0 de Argentina a Perú en el Mundial 1978

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Leopoldo Luque anotando el gol de Argentina con una "palomita".

RECUERDOS MUNDIALISTAS

El recuerdo del partido del 21 de junio por la ronda semifinal de la Copa del Mundo de Argentina en plena dictadura, en el cual los locales necesitaban al menos cuatro goles ante los incaicos para avanzar a la final y lograron seis.

Cuarenta años exactos han pasado de aquel Argentina 6-0 Perú por el Mundial 1978 y la polémica no se agota. Una diferencia tan grande en una ronda semifinal dio para sospechar apenas terminó el partido y en cada aniversario redondo vuelven a aparecer declaraciones que echan leña a la hoguera de las discusiones.

El reglamento de la Copa del Mundo 78 establecía que los ocho mejores se dividirían en dos grupos de cuatro, que jugarían todos contra todos. Y el mejor de cada serie iría a la final.

Argentinos y brasileños debutaron ganando y luego empataron entre sí. En la última fecha, los verdeamarillos enfrentaban a Polonia y los albicelestes a Perú. Pero el calendario le daba a Argentina un as en la manga: jugaba siempre a última hora, con resultados vistos.

Aquel 21 de junio, temprano, Brasil derrotó 3-1 a Polonia y sumó +5 de diferencia de gol, por lo cual Argentina salió a la cancha de Rosario sabiendo que debía ganar por cuatro goles. Perú sorprendió y metió una pelota en el palo apenas empezado el encuentro, pero después el dueño de casa resultó arrasador, ante un rival incapaz de frenarlo, y convirtió dos goles más de los que necesitaba.

Los brasileños ensayaron una protesta inútil: Argentina ya estaba en la final. También la hinchada peruana quedó muy molesta con la actuación de su equipo: lo recibieron al grito de “vendidos”.

Años más tarde, el periodista británico David Yallop, en su libro Cómo se robaron la Copa, denunció que la dictadura argentina había arreglado el resultado del encuentro con sus colegas dictadores peruanos. Según Yallop, por orden del presidente de facto Jorge Rafael Videla, el capitán de navío Carlos Alberto Lacoste -cabeza de la organización del Mundial- les ofreció a los militares que estaban a cargo del seleccionado incaico 50 millones de dólares y 35 mil toneladas de grano.

Además, el propio Videla se hizo presente en el vestuario peruano, minutos antes del partido, para hablar de la “hermandad americana”, aunque quedó claro que se trató de una forma de presionar.

En realidad, las presiones venían de antes. El periodista argentino Pablo Llonto, que investigó aquel Mundial, recordó que la policía se retiró de los alrededores del hotel de los peruanos en Rosario la noche anterior al partido, por lo cual hinchas argentinos tuvieron vía libre para hacer ruido y molestar el descanso del adversario. Y el conductor del ómnibus “equivocó” el camino al estadio y dejó al plantel en medio de la hinchada argentina. Tretas de la vieja Copa Libertadores pero en un Mundial...

En marzo pasado, el mediocampista peruano de 1978 José Velázquez declaró al diario Trome de Lima que seis de sus compañeros se “vendieron”. Y dio los nombres de cuatro: Rodulfo Manzo, Raúl Gorriti, Juan José Muñante y Ramón Quiroga.

Este último, argentino nacionalizado, había dicho a La Nación de Buenos Aires en 1998 que algunos jugadores “agarraron guita”. En particular apuntó a Manzo, quien esa noche “no paraba a nadie”.

Al año siguiente, Manzo se fue a Vélez Sársfield de Argentina, pero solo disputó tres partidos. Y cuando quiso volver a jugar en su país, el clima en su contra le fue insoportable. Este año, Manzo le contestó a Velázquez con un comunicado: “Mi persona no ha recibido beneficio alguno, tangible o intangible, a fin de tener una actuación deficiente en partido alguno como seleccionado nacional, específicamente en el partido en cuestión: Perú Argentina”, dijo.

Las acusaciones se cruzan. Pruebas tangibles no hay, aunque nadie que recibe un soborno firma un recibo. Nunca se podrá comprobar, nunca se podrá borrar la sospecha.

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