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La parte difícil: mantenerse y mejorar el juego

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Los jugadores de Uruguay celebrando un gol en Rusia 2018. Foto: Nicolás Pereyra.
Nicolas Pereyra

SELECCIÓN

Rusia 2018 quedó atrás y ahora, el objetivo de la selección uruguaya será buscar algunos cambios para mejorar su desempeño dentro de la cancha, pero sobre todo, seguir siendo competitiva a nivel mundial.

Otra vez en la elite mundial. Y lo mejor que ya dejó de ser una golondrina o la simple impresión de que estábamos de colados entre los mejores de la Copa del Mundo.

Además de asistir de manera consecutiva a los mundiales, Uruguay demostró que está a la altura de las exigencias. Compite. Y afronta el desafío que representa pararse delante más encumbrado sin temor. Está a la par. Puede perder, como pasó ante Francia, pero ofrece su hidalguía. Su entereza. Juega. Nunca se resigna y obliga a dar algo más para lograr que sus jugadores se retiren de la cancha con el rostro compungido.

La Celeste se abraza a su aguerrido estilo y combate. Cara a cara. Eso genera orgullo, enciende las ilusiones de niños y adultos, despierta un sentimiento de pertenencia hacia la selección desde todos los rincones del planeta donde se encuentre un uruguayo.

Rusia 2018 ya es una etapa más cumplida y los jugadores merecen el reconocimiento por la campaña realizada, pero no puede pasarse por alto que esto prosigue. Y que ahora viene la parte más difícil, que no es otra que la de mantenerse arriba. Seguir yendo a los mundiales, que no será nunca pan comido, y que hay que pensar en seguir creciendo.

Es así. Una cosa es reconocer el esfuerzo, el rendimiento y otra muy distinta conformarse. Ahora el proceso demanda evolución. Se necesitan, como en todo orden de la vida, cambios que sean capaces de entregar una superación deportiva. Que ayude a crecer.

Quedarse quietos, por ejemplo, sin buscar una superación en el juego es atrincherarse a la espera de que los rivales nos pasen por arriba.

El grupo ya comparte una identidad, y los nuevos la heredan, porque la Celeste está por encima de todo, pero lo que hay que conseguir es ampliar el abanico de posibilidades para que la Selección crezca futbolísticamente. Será responsabilidad de sus conductores fomentar el trabajo y potenciar ciertos aspectos.

Que no se pierda...

-Con sus actuaciones la Celeste recuperó prestigio mundial.

-El equipo siempre está ordenado, al adversario hasta se le dificulta conseguir la desorganización defensiva. Ese aspecto debe mantenerse porque desde la protección del arco se crece hacia adelante.

-Zagueros que ganan en las dos áreas. Francia y Portugal sorprendieron a Uruguay con dos pelotas aéreas, pero hacía mucho tiempo que no ocurría, porque la Celeste está fuerte en ese rubro. No se puede perder.

-Capacidad para definir los partidos aunque se disponga de pocas oportunidades para lograrlo. La efectividad es una buena carta celeste.

-Solidaridad para fortalecer todas las líneas. Presión, retroceso rápido, jugadores que no dejan nunca a un compañero en solitario. Aspecto crucial de este Uruguay.

Y que se gane...

-Mayor generación de juego ofensivo por afuera y con pases filtrados.

-Rodrigo Bentancur lo intentó pero no estuvo muy preciso y Matías Vecino estuvo bajo, pero Uruguay necesita que sus volantes acierten en la búsqueda de los pases que superan líneas defensivas.

-También hay que explotar más las dos bandas de la cancha. La velocidad por afuera y la precisión en la culminación de la acción ofensiva se convierte en clave para sortear los escollos que suelen poner algunos equipos.

-Más gente involucrada en la progresión de ataque. Algo similar a lo que se hace cuando se defiende.

-Desmarque de ruptura, para que el futbolista que lleve la pelota tenga la mejor opción de pase. Esa movilidad permitirá ser más incisivo en la búsqueda del arco contrario. Posesión inocua, no.

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