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Hazard, el hombre de la gambeta infalible

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Hazard anotó un doblete en la goleada ante Túnez. Foto: Reuters.
Soccer Football - World Cup - Group G - Belgium vs Tunisia - Spartak Stadium, Moscow, Russia - June 23, 2018 Belgium's Eden Hazard celebrates scoring their fourth goal REUTERS/Carl Recine SOCCER-WORLDCUP-BEL-TUN/
CARL RECINE/REUTERS

BÉLGICA

El 10 de Bélgica hace y deshace a gusto en un equipo que va por seguir en la senda de la victoria para meterse nada menos que en la final del Mundial de Rusia 2018.

De Eden Hazard se sabe cada vez más, pero no muchos conocen lo que piensa él de lo demás jugadores. ¿Cómo armaría al jugador perfecto?, le preguntó una vez France Football. El belga no dudó: "Tendría la visión de juego de Cesc Fábregas y el liderazgo de John Terry". ¿Y a usted, qué le falta?, le consultaron. "Cabecear mejor", admitió; "sigo cerrando los ojos al impactar la pelota. Eso sí, soy muy veloz, y es algo que ni siquiera entrené de chico, es innato. En las distancias largas me canso, eso sí". No importa, nadie lo quiere de maratonista a Hazard, que en el triunfo de Bélgica ante Brasil por los cuartos de final del Mundial marcó un récord: fue exitoso las diez veces que intentó gambetear a un rival. No sucedía algo así desde Inglaterra 1966.

De Eden Hazard, fundamental hoy para que Bélgica haga historia y salte por primera vez a la final del Mundial, se saben muchas cosas, una de ellas muy importante: es un enorme jugador que siempre se ofrece cuando la pelota quema, y que además sabe muy bien qué hacer con ella. Es, también, lo que vulgarmente se conoce como un calentón. Enojado es capaz de llevar las cosas al extremo. ¿Muy lejos? Sí, y no hay belga que no lo recuerde. Fue el 3 de junio de 2011, durante un partido clasificatorio para la Eurocopa. Bélgica jugaba en Bruselas con Turquía y el entrenador Georges Leekens decidió reemplazarlo a los 15 minutos del segundo tiempo. Hazard, por entonces 20 años, enloqueció, salió furioso del estadio y, con el partido aún en juego, se lo vio en la ciudad comiendo una hamburguesa. El jugador fue sancionado y Bélgica no llegó a esa Eurocopa.

Pero cuando está contento, Hazard también puede llevar las cosas al extremo. En 2012 jugó borracho su último partido en Lille, antes de irse a Chelsea. Había pasado toda la noche celebrando con sus amigos. El método le funcionó, logró un hat-trick en media hora. "Eden no había dormido en toda la noche y bebió sin parar", recordó el angoleño Rio Mavuba, compañero en el equipo francés. "Pero en la cancha, cuando concretó el hat-trick, todos nos miramos y nos dijimos: 'Este tipo es un grande'".

Eso es lo que tiene que confirmar quien lleva seis años en Chelsea. Si lo hace, Bélgica tendrá mucho terreno ganado ante Francia. Si Hazard brilla, la Federación francesa se lamentará de no haber sido más insistente años atrás para que el niño Eden aceptara la oferta de representar a los Bleus, de los que se hizo fan con siete años al verlos ganar el Mundial en 1998.

Romelu Lukaku y Eden Hazard. Foto: AFP
Romelu Lukaku, uno de los grandes socios de Eden Hazard en la ofensiva. Foto: AFP.

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Pero no, Eden era un Diablo Rojo de corazón, y hoy, enojado o contento, es otro. Un hombre ya, padre de tres hijos, y un jugador que controla mucho mejor sus emociones. Uno de los responsables de que Bélgica sea la selección que mejor fútbol mostró. A veces bien abierto por la izquierda, Hazard tiene magia en los pies. El Mundial, gran vidriera, le mete presión: los medios europeos sostienen que Florentino Pérez lo quiere para Real Madrid, pero que la idea también se le cruzó a Josep Guardiola en Manchester City. El belga fue dirigido por José Mourinho y podría experimentar lo que pocos jugadores: ser dirigido por los dos Josés.

Hazard le dejó en estos días un gran elogio a Kylian Mbappé, la estrella francesa de 19 años a la que Bélgica deberá neutralizar en San Petersburgo. "Mbappé veía videos míos cuando era más joven, ¡pero ahora soy yo el que ve los suyos! Lo que está haciendo a su edad es increíble". Nada que deba sorprenderlo, en realidad: creció pegado a un campo de entrenamiento, su padre y su madre fueron futbolistas semiprofesionales y todos sus hermanos juegan. Uno de ellos, Thorgan, es compañero en la selección, pero Eden tiene un consejero en el que confía ciegamente y al que escucha lo llame desde donde lo llame, sea la hora que sea: Didier Drogba, ex compañero en el Chelsea. "Es como mi hermano mayor", asegura el jugador que, cuando esta semana le preguntaron si se entusiasma ante la posibilidad de ser el mejor futbolista del Mundial, respondió con un arrebato propio del joven Hazard: "No me importa, no me importa para nada".

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