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La dramática final de Suiza 1954

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Foto: Archivo El País
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RECUERDOS MUNDIALISTAS

El partido que definió al campeón, entre Alemania y Hungría, quedó en la historia por lo parejo y emocionante.

Si las finales mundiales destilan dramatismo, la de Suiza 1954 logró llenar una bañera de emotividad. Si esos partidos marcan a fuego a sus protagonistas, la de aquel Mundial seguramente cambió la vida de triunfadores y derrotados.

Está dicho que Hungría era el gran favorito para ganar esa Copa desde mucho antes que empezara el torneo. Llegaba con un invicto de casi 30 partidos, que ratificó luego en Suiza, donde convirtió 25 goles en los primeros cuatro partidos. Claro que en ese camino tuvo tres durísimos partidos: con los suplentes alemanes, a los que golearon, pero sufriendo juego muy duro; contra Brasil, en la llamada “Batalla de Berna”, y ante Uruguay, con un impredecible alargue.

Alemania Federal, en tanto, regresaba a las competencias internacionales después de la Segunda Guerra Mundial. Intentó hacerlo ya en Brasil 1950 pero su presencia fue vetada por haber sido la nación agresora en el conflicto.

La final, disputada bajo intensa lluvia el 4 de julio en Berna, comenzó según el libreto previsto: ya a los ocho minutos ganaba Hungría por 2 a 0, con goles de Puskas y Czibor. Alemania logró descontar enseguida, a través de Morlock, y a los 18 minutos empató, con tanto de Rahn. Quedaba más de una hora de partido y cualquier cosa podía suceder.

Hungría fue por el triunfo con su fútbol, pero la defensa germana (sobre todo el arquero Turek) rechazaron todo. Además, Puskas, la figura húngara, reaparecía luego de lesionarse en el primer partido con los alemanes y no estaba en su plenitud. Faltando nueve minutos, en un ataque aislado, el puntero alemán Rahn sacó un tiro desde afuera del área que entró junto al palo.

Hungría volvió a atacar, incluso marcó un gol, pero fue anulado por offside de Puskas. La sorpresa se había consumado y Alemania era el campeón.

El triunfo uruguayo en 1950 fue el Maracanazo; la victoria germana de 1954 pasó a ser conocida como “el milagro de Berna”. Con este título, el cine alemán llevó el episodio al cine, desplegado en dos temas que en el fondo están conectados: la final del Mundial (muy bien recreada con actores) y la reinserción en su país de un antiguo soldado alemán que vuelve tras estar prisionero en la Unión Soviética. Esta parte es ficticia, pero representa muchos casos reales.

Para los alemanes, la victoria en el Mundial de Suiza significó un celebrado retorno al seno de las naciones civilizadas, luego de la barbarie provocada por la Alemania de Hitler. Por fin los héroes del país eran deportistas y no militares agresores en alguna guerra. Hay quienes dicen que ese día comenzó el “milagro alemán”, que llevó a su pueblo en pocos años de las ruinas a la pujanza, si bien la expresión ya había sido usada por el diario británico The Times en 1950, señal de que esa recuperación estaba ya en marcha.

La realidad no suele ser tan rosada. En 2010, una investigación de la Universidad de Humboldt de Berlín, junto al Instituto Federal de Ciencias Deportivas, permitió elaborar la hipótesis de que los jugadores alemanes jugaron aquella final dopados con (la metanfetamina pervitin, una droga psicoestimulante que permite mejorar las capacidades físicas y mentales). Pero en el mundo del fútbol no hubo reacciones importantes a la noticia.

Mientras tanto, los húngaros regresaron a casa derrotados. Aquel equipo duró apenas dos años más. Varios de sus integrantes se exiliaron luego que tropas soviéticas invadieron el país en 1956 para acallar las protestas en reclamo de mayores libertades.

Hungría se mantuvo algunos años más como fuerza futbolística de mediano nivel, con buenas participaciones en los mundiales de 1962 y 1966, y las medallas de oro olímpicas en Tokio 1964 y México 1968. Después, nada más, salvo alguna actuación breve y descolorida en alguna otra Copa del Mundo, aunque desde 1986 no logra clasificarse. Recién en 2016 pudo volver a la fase final de una Eurocopa. Los tiempos de oro nunca retornaron.

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