DESDE EL ARCO

JOSÉ MASTANDREA

Croacia tiró abajo el “excusómetro” de los últimos tiempos.

Después de empatarle a Inglaterra, le ganó en el alargue y se metió en la final de Rusia 2018. Croacia, sí, otro “paisito”, pero muy diferente al nuestro, principalmente en su valentía en cancha, y en creer que se puede, que de nada sirve decir que “somos tres millones de habitantes” y “somos un país chico”.

Croacia, con menos territorio que Uruguay, y poco más de cuatro millones de habitantes, se metió en la final, en esa final a la que muchos uruguayos veían como lejana e imposible. Sin embargo, los croatas creyeron en sus fuerzas y lo lograron en base a un buen juego colectivo y varias figuras destacadas, conducidas por Zlatco Dalic, un entrenador que lleva apenas siete meses al frente de la selección. Esa es la realidad. No es un país rico ni tiene peso en la FIFA, otras tantas excusas para justificar el “no se puede”.

Fue lo mejor que le pudo pasar a esta Copa del Mundo, ver a una Croacia en la final, porque con cero crédito y ni siquiera perfil de candidato, se fue abriendo paso a corazón y entrega, algo a los que están acostumbrados los croatas, hijos de una guerra terrible, con más de 10.000 muertos, y que a muchos de ellos los tuvo como refugiados.

Ahí estarán: Modric, Mandzukic, Rakitic, Perisic, Lovren, entre otros. Croacia logró lo que nadie imaginaba, pero la convicción de un grupo de jugadores y su entrenador, lo hizo posible.

De ahora en más habrá que buscar un nuevo “excusómetro”. Ni “paisito” ni “poco peso”, ni nada. Hay que creer e ir al frente.