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Celestes endulzados con el debut

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Foto: Mariel Varela

SELECCIÓN

El primer partido de Uruguay fue con triunfo y dejó un sabor dulce; hinchas vibraron en bares y en el Impo.

Son las ocho de la mañana, la aplicación de la FIFA anuncia que están listas las alineaciones para el debut Celeste y hay gente abrigada con gorro, bufanda y gamulán que decora con banderas la plaza de Av. Brasil y la Rambla. El primer titular de los programas de radio está dedicado a anunciar cuántos minutos faltan para el arranque de Uruguay - Egipto.

Circulan pocos autos, y hay lugar de sobra para estacionar en el Centro. Los que caminan por la calle apuran el paso, y hay parada obliga en las panaderías. La venta de bizcochos se quintuplicó el viernes y los más astutos dejaron su pedido encargado el día antes para evitar eternas filas.

En Uruguay el frío y el madrugón amerita ingerir bebidas calientes y medialunas, pero la plaza de comidas del Ekatimburg Arena recibe a los charrúas con panchos y chorizos. El sabor es parecido al de acá, pero no igual. Tomar una cerveza de medio litro en ese estadio cuesta $175. En el Impo los precios son más accesibles: una torta frita sale $25 y chocolatín $10.

Si bien la mayoría de los hinchas toma café, capuchino o submarino, algunos matan las bajas temperaturas frente a la pantalla gigante del Impo con Grappamiel. Otros gritan, “traigan vino, por favor”, cuando el partido parece no tener el desenlace deseado.

Foto: Darwin Borrelli
Foto: Darwin Borrelli

En el bar Candil las mozas se visten de celeste. El Hispano está adornado con banderines. Un grupo hombres elige desayunar con pizza y refresco a las 9:11. La devoran en diez minutos y piden otra. Aprovechan las repeticiones de las jugadas para cortar su porción.

El ruido a máquina de café se entremezcla con el relato televisivo. El primer disparo de Cavani sucede a los ocho minutos, y genera algún golpe en la mesa. “Ay, se lo muerde”.

En el minuto 23 la mitad del Hispano se va al amague y festeja un gol de Suárez que no entró. Ver que el 9 se agarra la cabeza es una clara señal de que lo erró, y el grito de “¡¡¡no!!!” es unánime.

“Vos rezale a Alá”, dicen cuando la cámara enfoca a los egipcios. Y se quejan de que “no trasladan la pelota”.

Va media hora y la gente se impacienta porque el gol no llega. Hay nervios y ansiedad. Se agarran la cabeza y suspiran porque no sale una. Se lamentan en cada ataque porque el juego es impreciso y la pelota no quiere entrar. Una niña con la cara pintada se devora un chocolate caliente. Está aburrida y las mozas de Il Mondo de la Pizza la salvan cuando entregan un banderín por mesa. Ese será su juguete durante el entretiempo.

Foto: Darwin Borrelli
Foto: Darwin Borrelli

“Estamos fuera del Mundial”, se quejan desde la barra los pesimistas cuando el juez pita el fin del primer tiempo.

El Facal está repleto de hinchas que visten prendas celestes: gorros, bufandas, camisetas y banderas sobre los hombros. En una mesa reposan tres celulares y una vieja Spica.

Un hombre aprovecha los cientos de personas que se arrimaron a la explanada de la Intendencia para ver el partido en pantalla gigante y vende banderas a $200.

Suenan trompetas, hay aplausos y gritos de “arriba Uruguay’” en el arranque del complemento. Es como si quisieran motivar a los once de Tabárez a la distancia. En el Impo hasta los perros están vestidos de celeste. Hay bolsas de bizcocho en el suelo. Algunos comen donas. Otros reclaman que entre el “Cebolla” Rodríguez y el “Maestro” les hace el gusto. Hay hinchas silenciosos y otros que comentan cada jugada.

Aparece una persona disfrazada de la mascota Zabivaka con el trofeo de la Copa del Mundo en la mano y distrae a los hinchas que están inquietos porque el partido pinta para terminar 0 a 0. Todos se sacan fotos y selfies con ella.

Foto: Darwin Borrelli
Foto: Darwin Borrelli

Gritos y desesperación por la llegada de Suárez en el minuto 72. “Sabía que era larga”, comenta un hombre de barba sobre el pase del “Pato” Sánchez a Godín. “Hay que marcar la salida”, acota. Pero la ausencia de gol lo impacienta: “Salgan de ahí atrás, pelotudos. Es pa’ adelante, nunca pa atrás”.

Un veterano le come la oreja a un joven hablándole de teatro en el último cuarto de hora. Mientras le cuenta que trabajó en el Circular, que a él lo conoce un país entero, y que hizo seis años de Discépolo, a Cavani le tapan flor de pelota en el minuto 83. De a ratos da una tregua y comenta algo del partido. “Termina 0 a 0, acordate”, dice en el minuto 86.

Hinchas de Egipto y Uruguay juntos en Rusia.

Hay suspiros y gritos de aliento sobre el final del partido por cada pelota que no entra. “Soy Celeste” cantan los hinchas cuando se viene un tiro libre al borde del área a los 87’. No entra, pero igual se oye una bomba brasileña, que anticipa lo que será el único gol del partido convertido por Jose María Giménez segundos después.

Los hinchas celestes explotan: se abrazan con el de al lado, gritan, saltan, se emocionan. Suenan bocinas. El juez pita el final y solo importa que se ganó.

“Vamos Josema”, grita un hombre que camina solo por 18 de Julio minutos después del final. Siguen sonando bocinas. La mascota saluda a los autos y festeja con la copa en la mano, ¿una señal?

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