AUTOMOVILISMO

Ya pasaron siete años del grave accidente que sufrió Michael Schumacher esquiando en los Alpes franceses. Un golpe contra una roca le provocó serios daños cerebrales y convirtió su vida en una gran incógnita. Es que su familia ha guardado desde entonces como un gran secreto todo lo que tiene que ver con su estado de salud.

El piloto, siete veces campeón del mundo se enfrenta cada día, desde aquel 29 de diciembre del 2013, a una batalla muy difícil: intentar recuperarse.

Tras ser operado en dos ocasiones en Grenoble, Schumacher comenzó su lucha por sobrevivir. Permaneció seis meses en coma. Despertó en junio de 2014. Fue su manager, Sabine Kehm la encargada de dar la noticia y de agradecer en nombre de la familia y los allegados a las personas que enviaron “buenos deseos” al piloto.

“Michael ha dejado el hospital universitario de Grenoble para continuar con su larga fase de rehabilitación. Ya no está en coma. Puede oír y responde al tacto”, decía Kehm entonces.

Nueve meses después del accidente, el legendario piloto fue trasladado a un hospital en Suiza, y después a su casa, a las orillas del Lago Lemán de Ginebra. Allí comenzó un largo proceso de rehabilitación del que prácticamente se sabe muy poco o nada. Se supone que Michael lleva más de seis años despierto, pero su estado es todavía es una incógnita.

Según el presidente de la FIA y amigo personal del piloto, Jean Todt, que es una de las pocas personas que puede visitarlo personalmente en su casa, está siendo “tratado para que pueda volver a una vida más normal”.

“Todos sabemos que Michael tuvo un accidente muy grave y, lamentablemente, tuvo consecuencias importantes para él. Soy muy discreto en este tema”, añadió Todt.

Mientras tanto, Corinna Schumacher, la esposa, siempre ha dejado claro que la familia no ofrece datos sobre la salud del piloto porque están respetando su voluntad de que sea confidencial, y que “está en las mejores manos posibles”.