REMO
Llegó al deporte con 12 años. Solo con 20 se alzó con cuatro medallas en los Juegos Sudamericanos y luego clasificó a Lima 2019, donde participará a sus 21 años luego de pensarlo dos veces.
Sabrina Díaz fue la deportista que más medallas ganó (cuatro) en Cochabamba durante los Juegos Sudamericanos (Odesur) en mayo del año pasado. Y en diciembre, por primera vez, el remo uruguayo logró con ella la clasificación de una mujer para los Panamericanos.
Desde 2016 y hasta ahora la mercedaria compitió en peso ligero (hasta 59 kg), cuando en realidad ella es de peso mediano, 65 o 66 kg, ya que no existe una categoría intermedia.
En los Odesur y en el Sudamericano de Río del pasado mes de abril dio ventaja y también participó en categoría abierta, aunque tenía el peso para ligera. Aún así ganó dos bronces, uno en cada evento que compitió, contra remeras pesadas. Además sumó cuatro preseas obtenidas en ligero.
En Cochabamba (a 2.570 metros) corrió en dos regatas con una diferencia de 40 minutos. “En ligero salí y pensé que no iba a correr más nada. No quería porque las sensaciones habían sido espantosas, no es lo mismo competir en lo llano que en la altura, por el ahogamiento, el dolor de cabeza”, dijo. Pero le insistieron y también compitió en abierto. Empezó última, pero graduó sus fuerzas y llegó a pasar a la brasileña para quedar tercera. “Pensé que no terminaba”.
Su 2018 lo había empezado con las medallas en Chile y, luego de Cochabamba; lo cerró con la histórica clasificación a los Juegos Panamericanos. En el torneo clasificatorio de Río de Janeiro ganó la final B de single ligero y se quedó con uno de los nueve cupos, el primero logrado por una mujer en el remo uruguayo.
Estuvo dos meses en China entrenando a alto nivel. Lo hacía por la mañana a las 6:00, 9:30 y por la tarde a las 16:00. Solo los domingos eran libres de tarde. “No teníamos otro tipo de distracciones”, comentó, maravillada, Sabrina.
En el país asiático pensó en bajarse de los Juegos Panamericanos para cambiar de categoría, dejar de competir en ligero y hacerlo en abierto por las molestias que le generaba la continua dieta y bajar de peso. Pero con el apoyo de la Federación, el club y su familia seguirá. Tendrá una nutricionista deportóloga para llegar al peso y un psicólogo para ayudarla en el proceso.
Sabrina Díaz se presentará en Lima y luego tendrá un nuevo desafío con la búsqueda de la clasificación para Tokio 2020. Habrá un selectivo en diciembre y el torneo clasificatorio será en abril, cuando se realice en Río de Janeiro el Sudamericano.
Además en los Panamericanos irá por una medalla histórica. En definitiva, seguirá en la pasión que conoció cuando tenía 12 años y la reclutaron en la escuela. “Me hicieron una pruebita y no quedé. Fui a rogarles que me dejaran porque me gustó un montón. Aún sigo a prueba”, bromeó.
Pero cuando tenía 18 años llegó el momento de tomar la decisión de qué hacer en el futuro. Por un lado estaba la idea de ir a Montevideo a estudiar, pero apostó por el remo en el momento que iba a buscar la clasificación a los Juegos Olímpicos de Río 2016. “Había chances de clasificar (a los JJOO) y había que intentar”.
En Montevideo estaba la idea de estudiar anatomopatología, pero como se iba a ir dos meses a México para hacer la preparación, desistió. “Necesitaba estudiar para la prueba de ingreso, lo pospuse. Antes de quedarme sin hacer nada cuando volví me anoté en el curso de Enfermería para no quedarme sin hacer nada. Después me gustó mucho”, comenta sobre la tecnicatura de la cual ya se recibió.
A partir de esa decisión llegaron los éxitos. No logró clasificar a Río, pero en ese Sudamericano empezó como ligera. “Fue todo un reto porque no era mi categoría. Fue la primera vez que tenía que hacer dieta. Empecé mi carrera como ligera”, aseguró.
Después llegaron medallas: plata en el Campeonato Argentino, oro en la Copa América de Tigre (Argentina), plata en la regata Latinoamericana y Sudamericano junior en Chile.
“A mí antes me apasiona el remo. Me gusta entrenar y quedar muerta. El remo es una escuela de vida por las cosas que aprendí, el sacrificio, la dedicación”, explicó Sabrina, que aún sigue en clase.