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Una pasión que la llevó a un nuevo desafío

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Sudáfrica. Deberá correr 21,1 km en la 70.3 (en millas); también 1,9 de nado y 90 en bici.

CORREMOS

Dejó la equitación y las carreras de aventura; Romilda Porrini estará en el Ironman 70.3 desde este sábado y resalta la importancia de la paciencia en el deporte.

Su pasión era la equitación, pero luego de empezar con el running y hacer carreras de aventura se asentó en el triatlón, donde hoy en día ya lleva dos desafiantes mundiales de Ironman en Kona, Hawai. Ahora Romilda Porrini (44 años) está a dos días de iniciar el Mundial de Ironman 70.3 en Puerto Elizabeth y en el municipio Nelson Mandela Bay de Sudáfrica.

“Yo hacía equitación, que era mi pasión -porque yo soy veterinaria también y me dedico a la clínica de equinos- y me apasionaba el deporte a caballo. Tuve la oportunidad de practicarlo y el running me ayudaba al otro deporte”, comienza explicando quien llegó a competir en un Sudamericano de equitación. Luego de años comenzó con las carreras de aventura. “Tenía a mi equipo, nos iba bien. Fuimos al desafío de los volcanes dos veces, obtuvimos un quinto y un sexto puesto; y después el Mundial de Carrera de Aventura con la final en Brasil, quedamos 14 de 77 equipos. Fue una carrera en seis días, durísima, terrible experiencia”, apuntó.

Su complemento.

Entró en el triatlón por su pareja y se metió aún más cuando nació su hijo Rodrigo, actualmente de siete años. “Gustavo corría cuando lo conocí. Me entusiasmó a meterme en el triatlón y se completó el círculo cuando después que tuve a mi hijo decidimos, para volver a la vida deportiva, abocarnos directo al triatlón y compartirlo en la pareja. Para integrarlo a la familia con un hijo más, porque Gustavo ya tiene dos chicos (Thiago de 18 y Nara de 14)”.

Pero pese a que se considera un deportista amateur, “intentamos hacerlo de la mejor manera posible. Las posibilidades de entrenamiento y las económicas pueden ser tan dispares como lo pueden ver con un deportista profesional en otro país, que tienen más infraestructura y más recursos”, afirmó. Pero toma como una ventaja “poder hacerlo con mi pareja. Cuando uno está más desganado el otro le mete más para adelante. También tengo un soporte familiar atrás: mis padres, mi hermana; y también que en mi trabajo me lo han facilitado, eso es fundamental”, añadió.

Entrenamiento.

“Tenemos un entrenador, que es Santiago Moyano, que nos envía el entrenamiento mensual en base a los objetivos que tengamos de carreras y del año. Nos marca lo de natación, bici y running. Prácticamente entrenamos todos los días: seis en doble turno y descansamos una vez cada tres semanas. Siempre un entrenamiento es a la mañana temprano y hay una parte de preparación física en el club. También hago pilates para ayudar a la prevención de lesiones, porque el entrenamiento se torna bastante exigente y cuando los tiempos son tan cortos tendés a dejar de lado cosas más primordiales como pueden ser un buen estiramiento o un buen descanso. Si pasa eso y no te cuidás, los años después te pasan factura”, comentó.

“El entrenamiento lo hacemos en la rambla y en la ruta la parte de bicicleta, y la parte de natación y preparación física en el Biguá”, agregó.

Además cuida la alimentación e hidratación. “Estamos asesorados por nutricionistas, tratando de siempre buscar lo sano, lo más saludable y conveniente que se amolde a las viandas y comida para los chiquilines, lo que les guste y no les guste. El cuerpo mismo te lo pide, si venís de entrenar fuerte no tenés ganas de comer algo pesado. Ya nadie escapa a que ‘somos lo que comemos’ y tenemos que cuidarlo si queremos estar bien desde el punto de vista físico”.

Mundial.

El sábado inicia la competencia en Sudáfrica con los 1,9 kilómetros de natación, 90 km de bicicleta y 21 km de running: un medio Ironman, para el cual clasificó en noviembre pasado en el Ironman 70.3 de Punta del Este. “Me encantaría si pudiera estar en el podio de mi categoría. En los mundiales, como para llegar acá, tenés que clasificar, está bueno medirte y decir: ‘entre toda la gente del mundo de medio Ironman, a ver dónde estoy ubicada, dónde me encuentro en esta escala’. Voy con toda la ilusión de poder estar lo más cerquita de ese podio”, dice Porrini, que será una de las más de 3.000 personas que competirán.

Pero la experiencia es un factor determinante. Ya está lejos de su primer Mundial de Ironman en Kona, allá por 2015. “Las experiencias previas te calman, te dan otra cancha. Llegás la primera vez al mundial y mirás todo, esa cantidad de gente y esas bicicletas. Cuando fuiste a otros mundiales... no vas perdiendo el respeto, pero sí siendo un poco más atrevido. Si uno empieza diciendo ‘esto me queda grande’ estás empezando mal, tenemos que tener confianza en nuestra preparación, aunque hay veces que las cosas salen y otras que no, pero es parte de lo lindo también”, afirmó.

“También en cada triatlón que voy me doy cuenta de que cada vez la gente entrena más, se cuida más y más se quiere superar; y que la edad no es un obstáculo. Te sorprende gente grande que anda muy bien y que se toman las cosas como si fueran verdaderos profesionales. Cada vez pasa más”, añadió.

Un ejemplo.

Ahora el triatlón es su gran pasión y lo recomienda de la mejor forma: “Es un deporte divino, que además te mantiene saludable y te trabaja todo, hacés todo, es variado, no te permite aburrirte. Todo el tiempo te está desafiando: cuando mejorás una cosa te queda pendiente otra; resolviste un poco la natación, aparece la bici y después no estás conforme con la corrida. Lo único que hay que tener es paciencia, tenerle paciencia al mismo cuerpo. Me parece un excelente ejemplo a nivel familiar, donde todo hoy en día es ‘ya’, sin mucho esfuerzo. El deporte es exactamente todo lo contrario, tenés que tener paciencia y no es sin esfuerzo. Me parece buenísimo que las nuevas generaciones lo empiecen a querer así, no solo apretando una tecla”, finalizó.

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