Publicidad

Misterios de la mejor cancha del mundo

Compartir esta noticia
Varias imágenes de la cancha de Pine Valley permiten tener una idea de sus atractivos pero también de sus dificultades. Los golfistas deben acertar cada tiro con precisión en estrechos   corredores de césped, rodeados o salpicados de arena, árboles y agua

GOLF

Pine Valley, en Nueva Jersey (EE.UU.) es un trazado que impresiona por su belleza y su dificultad, pero muy pocas personas están autorizadas a jugar allí.

Imágenes de la cancha de Pine Valley que permiten tener una idea de sus atractivos.
Imágenes de la cancha de Pine Valley que permiten tener una idea de sus atractivos.
Imágenes de la cancha de Pine Valley que permiten tener una idea de sus atractivos.
Imágenes de la cancha de Pine Valley que permiten tener una idea de sus atractivos.

La mejor cancha de golf del mundo revela sus secretos a los aficionados comunes y corrientes una sola vez por año. Pero el visitante, además de tener vedado el juego, no podrá fotografiar ni filmar un solo rincón del campo, de manera que después deberá convencer a sus amigos de su hazaña: “Yo estuve en Pine Valley”.

Las publicaciones especializadas en golf realizan cada año un ranking de las mejores canchas del mundo, consultando a jugadores consagrados, diseñadores y todo tipo de especialistas. Se analizan aspectos como la belleza paisajística del lugar, las dificultades del trazado, la variedad de sus hoyos y el cuidado del campo. Y todos los años, la ganadora de este concurso es una cancha que el noventa y nueve por ciento de los golfistas jamás vieron en su vida, salvo en algunas fotos.

La variedad de trazados alrededor del planeta es inmensa, porque cada cancha responde a las características del lugar donde se asienta, a la imaginación de su creador y al dinero disponible para hacer realidad esa imaginación. La Old Course de Saint Andrews en Escocia, con casi 500 años de existencia, muestra hoy cómo era el golf en sus inicios: una lucha contra el terreno y el viento. Augusta National, donde cada año se juega el Masters, es un jardín de 18 hoyos cuidado con celo por un ejército de empleados. Cypress Point está ubicada entre acantilados que dan al océano Pacífico, en California, con paisajes de rotunda belleza...

Pero todas ellas resultan puntualmente superadas por la cancha del Pine Valley Golf Club, de Clementon, un pequeño distrito del estado de Nueva Jersey donde casi nunca se disputan grandes torneos y que abre sus puertas al público un solo día al año. No hay dudas que los dirigentes del club optaron deliberadamente por mantener el misterio sobre su joya verde. Una forma de reservar su disfrute a muy pocos.

La cancha fue diseñada por en 1913, pero cinco años más tarde adoptó su forma actual, cuando el club adquirió campos vecinos cubiertos de bosques vírgenes. Por lo tanto, en este 1918 está llegando a su primer siglo de existencia, una edad respetable aunque común entre muchos trazados de golf en Estados Unidos o Gran Bretaña.

La cancha tiene par 70 (o sea, un buen jugador debería poder completarla en 70 golpes), con 6.765 yardas de extensión, unos 6.186 metros. Por lo tanto, tampoco es demasiado larga para los usos actuales. Pero está repleta de dificultades, justamente lo que más atrae a los buenos golfistas.

No debe confundirse esta cancha con la del Pine Valley Country Club, ubicada en el estado de Michigan, o con la de Ohio.

Su historia.

Allá por 1913, un grupo de golfistas aficionados de Filadelfia compró unos terrenos ondulados y arenosos al sur de Nueva Jersey, donde solo existían pinares. Y encargaron el diseño de la cancha a George Arthur Crump. Era un hotelero fanático del golf, que además se interesaba en la arquitectura de campos de juego, aunque nunca había construido una. Claro que otros arquitectos más famosos entonces colaboraron en algunos aspectos.
Crump adoptó algunos principios fundamentales e innegociables para su creación: ningún hoyo debía ser paralelo al siguiente; no más de dos hoyos consecutivos debían jugarse en la misma dirección; los jugadores no podrían ver ningún hoyo que no fuera el que estaban jugando. Las alternativas de la cancha son tantas que el golfista debe usar los 14 palos de la bolsa a lo largo del recorrido.

También creía que los malos tiros debían ser severamente penalizados. “Esta es una cancha para campeones”, la definió una vez.

El encargo entusiasmó tanto a Crump que vendió su hotel y dedicó todas sus energías al proyecto, muy ambicioso y que exigió un movimiento de tierras y manejo del arbolado inusuales para su época. Sin embargo, no alcanzó a verlo completo, pues falleció repentinamente a comienzos de 1918, cuando todavía quedaban cuatro hoyos por completar. Eso significó, por otra parte, que Pine Valley fue el único diseño de su vida.

En su honor, el Pine Valley G. C. estableció en 1922 la Crump Cup, un torneo para aficionados, cuya definición anual un domingo de septiembre es el único día en que se abre la cancha del público.

El resultado del genio de Crump es un campo con 18 hoyos diferentes entre sí, pero unidos por algunos rasgos. En casi todos, el fairway está compuesto por islas de césped rodeadas por mares de arena, matorrales y el curso de un arroyo. Y todo encajonado entre espesos montes de pinos.

Además, tanto los fairways como los greens se encuentran perfectamente cuidados.

El mandamiento de Crump de separar los hoyos entre sí se cumple a la perfección, por lo cual cada grupo de golfistas juega con la sensación de ser el único en todo el campo en ese momento.

Restricciones.

El club tiene entre 500 y 1.000 socios y solo ellos o sus invitados especiales pueden jugar allí. Entre los afortunados figuran -según se dice, porque la lista es confidencial- el expresidente estadounidense George Bush (padre), el actor escocés Sean Connery y algunos golfistas profesionales de gran prestigio. Para el resto del mundo, la oportunidad para conocerla es justamente la Crump Cup.

La entrada cuesta apenas 20 dólares, pero existen algunas dificultades. No se puede estacionar en el club ni en sus alrededores, por lo cual hay que dejar el auto en un parque de diversiones cercano y tomarse un ómnibus. No está autorizado el uso de cámaras de fotos ni de video, así como tampoco celulares. No hay servicio de alimentos y bebidas. Pero tampoco se controla a los espectadores detrás de cuerdas como en la mayoría de los torneos, lo que permite acompañar a los jugadores desde el faiway durante la competencia o detenerse a observar detalles del trazado.

¿Por qué nunca hay grandes torneos profesionales allí? Por supuesto, sería interesante ver a los cracks superando las dificultades de este increíble trazado. El club desea mantener su intimidad, por supuesto. Pero tampoco hay espacio para recibir toda la infraestructura que exige un campeonato de la PGA, desde tribunas hasta instalaciones para las cámaras de televisión. Pine Valley seguirá siendo entonces un placer (o un tormento) para muy pocos.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

golf

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad