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Mike Tyson, "el hombre más malo sobre la Tierra", con 54 años vuelve a boxear

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Mike Tyson

FUERA DE SERIE

La increíble historia del campeón mundial más joven de los pesos pesados: cayó a los infiernos, sobrevivió, ganó millones y los perdió y ahora hace fortuna plantando marihuana.

De la pobreza absoluta al poder absoluto sobre el ring. De los millones a la bancarrota. Del boxeo al cine y el teatro. De ser “el hombre más malo sobre la Tierra” a pacífico comerciante. De la gloria a la cárcel, Mike Tyson vivió muchas vidas en una. Pero su novela sigue con nuevos capítulos, pues para el 12 de septiembre se anuncia su regreso al boxeo, con 54 años.

Ese día se enfrentará a otro excampeón mundial, Roy Jones Jr. (de 51 años), en un combate con fines benéficos y reglas especiales. Más un show que deporte. Pero eso fue su trayectoria: un poco de guantes y mucho de broncas, excesos, caídas y redenciones.

Innumerables boxeadores atravesaron esas peripecias; algunos las superaron, otros se perdieron por el duro camino. En el caso de Tyson, lo inusual es que él mismo ha contado su historia con todo detalle en una autobiografía e incluso en el teatro. En 2016, por ejemplo, lo hizo en el entonces Conrad de Punta del Este, una actuación titulada Undisputed Truth (“La verdad indiscutible”).

Michael Gerard Tyson nació en Brownsville, un barrio de Brooklyn (Nueva York) en 1966, uno de los tres hijos de una madre soltera. Cuando Mike tenía siete años, ella perdió su trabajo y fueron desalojados de su casa. Eran tan pobres que llegaron a vivir en edificios abandonados, sin luz ni agua. Más o menos por la misma época dejó la escuela y comenzó a robar. A los 12 años ya contaba con más de 30 arrestos. Era habitual además que participara en peleas callejeras, a veces por plata. Terminó en un correccional, donde le suministraban antipsicóticos tratando de controlar su agresividad.

Sin embargo, el camino hacia el fondo del pozo seguía. A los 14 años fue recluido en un centro penitenciario por pegarle a otro internado. Allí lo conoció el entrenador de boxeo Bobby Stewart, que a su vez lo presentó a un colega más famoso, Cus D’Amato. Este no solo le enseñó a boxear, sino que se hizo cargo de la tutela del joven Mike.

Como aficionado, Tyson se hizo cierta fama, pero al perder las eliminatorias para representar a Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Los Angeles 1984 decidió convertirse en profesional. A partir de entonces, su ascenso resultó meteórico. Un año y medio después de ingresar al campo rentado tuvo su oportunidad para pelear por el título ante Trevor Berbick. El 22 de noviembre de 1986, cuando tenía 20 años y cuatro meses de edad, se convirtió en el campeón mundial más joven entre los pesos pesados al vencer por nocaut en el segundo round.

Sin embargo, D’Amato ya no estaba allí para verlo ni guiarlo: había fallecido en 1985. Difícil saber cuánto pesó esa ausencia en la vida posterior de Mike. Seguramente mucho.

Sobre el ring, Tyson parecía representar la fuerza desatada de la naturaleza. Si bien su metro 78 de altura no era mucho para un peso pesado, su potenca era arrolladora. Apenas sonaba la campana salía a atacar, lanzando sus puños sin pausa. Así, los rivales le duraban pocos minutos. En esos días, su gran rival parecía ser Michael Spinks, campeón medio pesado. Tyson lo despachó en 92 segundos. No ya ganarle, sino aguantarle de pie parecía una quimera para cualquier boxeador.

A fines de la década de 1980 Tyson era una celebridad internacional, con todo lo que esto implica. Se casó con Robin Givens, una actriz de televisión. Pero sus peleas con ella (y con su suegra), ante los ojos de la prensa sensacionalista, terminaron en un sonoro divorcio.

En febrero de 1990 defendía el título en Tokio ante “Buster” Douglas, casi un desconocido. La pelea parecía seguir el libreto de las anteriores e incluso Douglas estuvo a punto de ser noqueado, pero de pronto este pasó al ataque y mandó a Tyson a la lona por toda la cuenta.

Lo que pocos sabían era que Mike se había entrenado poco y mal, reflejo de una vida privada muy desordenada. Por supuesto, volvió a pelear, logró numerosas victorias e incluso reconquistó el título mundial, pero nunca volvió a dar aquella imagen de invencibilidad.

Mientras tanto, fuera del ring su vida iba de mal en peor. En 1992 fue condenado a seis años de prisión por la violación de una concursante de Miss América Negra. Al final salió a los tres años y meses por buen comportamiento.

De su segunda etapa como boxeador, el recuerdo más nítido no fue un triunfo sino una derrota. En 1997 enfrentaba al entonces campeón Evander Holyfield en Las Vegas. Como las cosas no le estaban saliendo como esperaba, Tyson le mordió una oreja a su rival... y le arrancó un pedazo. Por supuesto, perdió por descalificación y fue suspendido (el trozo de oreja apareció sobre el ring, pero se perdió en la ambulancia cuando trasladaban a Holyfield para pegárselo...).

Más tarde rehabilitado. en 2002 Tyson tuvo una última oportunidad por el título, sin éxito, ante el británico Lennox Lewis. Se retiró en 2003. Intentó regresar una año más tarde y una nueva derrota lo convenció de que era mejor no seguir.

En los ratos libres del boxeo, su vida siguió siendo muy agitada. Cuando en 1997 una sentencia lo obligó a pagar una multa de 45.000 dólares, se descubrió que pese a haber ganado unos 114 millones en su carrera, no le quedaba nada salvo una deuda de 10 millones. Su desprolijo manejo del dinero era célebre. Una vez se olvidó un bolso con un millón en un hotel de Las Vegas. Otra vez chocó su auto de lujo y se lo regaló al policía que llegó tras el accidente. Uno de sus tigres mascota mordió a una mujer que quiso verlo de cerca. Esta lo demandó, pero perdió... y Mike le regaló 250.000 dólares porque sintió pena de ella.

En su autobiografía Toda la verdad, Tyson no escondió detalles. Contó que de niño fue violado. Que su madre tuvo que ejercer la prostitución. Que cuando estuvo preso igual mantuvo sexo con varias mujeres. Que durante años vivió drogado. Que para ocultarlo en los controles antidopaje usaba un pene falso con orina limpia. Que debido a una “dieta” de galletas dulces, helados y alcohol llegó a pesar 172 kilos. Que tuvo pensamientos suicidas. Eso sí, aseguró que era inocente cuando lo acusaron de violación.

Fuera del boxeo, se dedicó a todo tipo de actividades. Hizo cine, monólogos en teatro y bailó con Marcelo Tinelli.

Ahora se dedica a comercializar marihuana de manera legal. Como desde 2018 el estado de California autoriza la venta de cannabis con fines recreativos, armó una plantación de 16 hectáreas. Además, da clases sobre el tema a otros agricultores, todo lo cual le rinde según algunos medios 500.000 dólares al mes (declaró que él mismo se fuma unos 40.000 dólares al mes). Vive pacíficamente con su esposa y dos hijas.

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