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Los mayores tramposos de la historia del deporte mundial

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Quejas en el Tour de France de 1998 por lo sucedido en el certamen.

HISTORIAS

Cinco casos en los que el engaño para tratar de ganar superó todos los límites y provocó escándalos de nivel mundial.

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La trampa suele ser un atajo hacia el éxito deportivo que tienta a muchos. El afán de ganar lleva a consumir estimulantes, adulterar las edades de los competidores, incluso a mentir sobre sus identidades, sin contar los mil trucos prohibidos dentro de una cancha o una pista. Pero hubo casos que superaron lo habitual y provocaron escándalo. Aquí hay cinco:

TODO FALSO

El equipo español de básquetbol en Sidney

El quizás más penoso caso de falsedad en un deporte se registró con el equipo español de básquet que ganó la medalla de oro para discapacitados intelectuales en los Juegos Paralímpicos de Sidney 2000: casi ningún miembro del plantel era discapacitado. El engaño fue denunciado por uno de los propios integrantes del equipo, el periodista Carlos Ribagorda, que afirmó haberse anotado para denunciar una práctica que era habitual en España. Los jugadores no sólo habían mentido en su condición, sino que varios habían actuado en ligas oficiales de su país.

El Comité Paralímpico Español le quitó las medallas a todos los jugadores, incluso a los dos discapacitados reales, que no tenían culpa alguna. La única condena judicial fue al expresidente de la Federación Española de Deportes para Discapacitados Intelectuales, Fernando Martín Vicente, multado en apenas 5.400 euros. El deporte para discapacitados sufrió un duro golpe, pues la mayoría de sus patrocinantes se retiraron. El caso fue llevado al cine en la película Campeones.

CASO TONYA (O SU ESPOSO)

Una lesión que buscaba sacar ventaja

El caso sacudió a Estados Unidos en los años 90, con una mezcla de melodrama y absurdo. Tonya Harding, de origen modesto y con una complicada vida familiar, era una de las mejores patinadoras sobre hielo de su país, pero antes de los Juegos Olímpicos de Lillehammer 1994 apareció una rival, Nancy Kerrigan.

Entonces, un hombre golpeó con una barra metálica a Kerrigan en la rodilla, hiriéndola severamente. Luego de una pesquisa que resultó fácil porque el autor del ataque se lo estaba contando a todo el mundo, la policía detuvo a varias personas, entre ellas el marido de Harding, Jeff Gillooly. Ella se declaró inocente. La federación de patín estadounidense quiso eliminarla del equipo olímpico, pero ella amenazó con demandarla, pues no había pruebas de que ella hubiera contratado al agresor.

Al final pudieron competir ambas en Lillehammer: Kerrigan salió segunda, Harding octava, luego de largarse a llorar en la pista porque los cordones de sus patines estaban rotos. Al regreso, Harding se declaró culpable de haber obstruido la investigación, tras reconocer que sabía quién estaba detrás del ataque a Kerrigan y no se lo comunicó a las autoridades. Sin embargo, no se comprobó que lo hubiera planificado y hasta hoy no se sabe con certeza cuál fue la trama del episodio. Expulsada de su deporte, se dedicó a todo tipo de actividades para sobrevivir, incluso el boxeo. El tema mereció una película, Yo, Tonya, nominada a varios premios Oscar.

EL CÓNDOR

En fútbol también hay cosas para rechazar

Chile necesitaba vencer a Brasil en Maracaná para poder clasificar al Mundial de Italia 90. En cierto momento del partido, una bengala cayó frente al arco. Y el golero chileno Roberto Rojas, apodado “El Cóndor”, cayó pesadamente. Enseguida se vio que tenía un corte en la frente. El seleccionado chileno se retiró de la cancha, llevándose a Rojas en camilla. Sin embargo, pronto se comprobó que la bengala no lo había golpeado, ni siquiera rozado. Así lo denunció el periodista Jorge Barraza en la revista El Gráfico y lo verificó una imagen del fotógrafo Ricardo Alfieri para una publicación japonesa.

Chile hizo del asunto casi una causa nacional, mientras Rojas proclamaba su inocencia. La FIFA no le creyó: los trasandinos fueron excluidos del Mundial 1994 y Rojas suspendido de por vida. Años después, el arquero admitió que se había cortado él mismo con una hoja de afeitar escondida en uno de sus guantes. En 2001 fue amnistiado.

ONISCHENKO

Un destacado en el pentatlón

Boris Onischenko, oficial del ejécito soviético, era un destacado exponente del pentatlon moderno, una especialidad que combina esgrima, equitación, natación, tiro y atletismo. Sin embargo, cuando participó en los Juegos Olímpicos de Montral 1976, pergeñó un sistema que iluminaba la luz que registraba los aciertos en el marcador, incluso si había fallado.

Cuando un rival juró que el soviético no lo había tocado, los jueces revisaron su espada y encontró un cable y un pulsador, con el cual marcaba golpes inexistentes. Onischenko fue expulsado de los Juegos Olímpicos y sancionado de por vida en su especialidad. Incluso tuvo que recibir un rezongo personal del entonces líder soviético Leonid Brezhnev.

FESTINA

El ciclismo no quedó afuera

El dopaje es una trampa común en el deporte, pero nunca un caso provocó tanto escándalo como con el equipo Festina de ciclismo que compitió en el Tour de France 1998.

Todo saltó cuando la aduana entre Bélgica y Francia encontró al masajista del Festina con un gran cargamento de sustancias prohibidas. Todo el staff técnico y los ciclistas de ese equipo fueron detenidos, pero el resto de los equipos participantes también fueron revisados.

El caso permitió desarticular una gran red de dopaje en el ciclismo internacional liderada por los responsables del Festina e determinó la creación de la Agencia Internacional Antidopaje un año más tarde.

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