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A la espera: con la mira en Tokio 2020

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Eduardo Dutra con el trofeo de la Maratón de Montevideo 2018. Foto: Francisco Flores

CORREMOS

Eduardo Dutra gana todo en Uruguay, pero necesita competir en el exterior y por el momento está imposibilitado por la suspensión al Comité Paralímpico Uruguayo.

Es uno de los principales atletas de Uruguay, el más importante en silla de ruedas. Hace dos años tuvo sus primeros Juegos Olímpicos; aunque le llegó de golpe cerró una gran actuación. Ahora Eduardo Dutra espera que se resuelvan problemas en el Comité Paralímpico Uruguayo (CPU) para competir a nivel internacional y ganarse un lugar en Tokio 2020, por ahora no depende de él.

Por el momento practica en las carreras de calle y el domingo 15 de abril se volvió a quedar con la Maratón de Montevideo, bajando de forma notoria su tiempo. “La idea era bajar de las dos horas. Estaba para bajarlas, estuve entrenando bien. No se pudo (quedó en 02:03:37) pero sí se bajaron 14 minutos de la anterior (02:17:16). Lo que me complicó fue una parte en Punta Gorda, donde la calle está hecha pedazos y había que pasar dos veces; después no quedaba mucho resto para el final, que es todo repecho”, le comentó a Ovación.

Objetivos.

“En Maratón es bajar el tiempo, este año fue la meta porque los objetivos internacionales se pincharon porque el CPU está suspendido a nivel internacional y no puedo competir”, dijo.

Pero aún tiene el anhelo de ir a los próximos Juegos Olímpicos. “El objetivo principal es hacer la marca para Tokio, por eso la idea de competir a nivel internacional. Uno tiene que llegar a unos Juegos Olímpicos con cierta competencia y yo desde Río (2016) que no compito en pista. Acá en Uruguay no hay competencias en pista. Trato de ir mejorando en las carreras de 10 kilómetros y eso, pero lo ideal sería ir a competir en pista afuera; y lo más cercano y que tiene más competencias es San Pablo”, agregó.

Pero Dutra fue claro que por invitación no vuelve. “Me parece que me tengo que ganar la clasificación como la mayoría de los atletas. Si saliera la invitación, no iría”, sostuvo.

Para poder competir tiene que pasar que: “Primero que nada que se vuelva a armar el CPU para que le levanten la suspensión, recién ahí voy a poder competir en el exterior. Por más que esté entrenando, por más que tenga la marca, si no se levanta la suspensión no puedo ir a Tokio. Los más afectados son los deportistas”, enfatizó.

Traslado.

 “Voy en ómnibus para todos lados. Tengo que ir a la pista o a la rambla de la Ciudad Vieja con la silla de carreras en el ómnibus”.

Inicios.

“Empecé corriendo en la San Felipe y Santiago en 1997 y corrí unos cuantos años por hobbie, hasta que empecé a informarme. Lo empecé a tomar más en serio y me pusieron un entrenador, Patricio Melo, que es el que tengo actualmente; “empezamos a crecer juntos porque él tampoco sabía mucho de atletismo en silla de ruedas”, concluyó

De la silla “chocada” a la nueva

Hace unos meses le llegó la silla nueva, que le ayudó a mejorar sus tiempos. “Gracias a la Secretaría Nacional del Deporte, que se puso esa carga. Después de laburar mucho con ellos llegó la silla. Ya desde los primeros días entusiasmado con los entrenamientos con la silla nueva empecé a bajar los tiempos. Una lástima tener ahora la silla nueva y justo tener la suspensión del Comité”.

Es que hay una gran diferencia con la anterior. “Empecé a bajar muchísimo las pasadas. La otra silla tenía bastantes kilómetros y bastante palo, la habían chocado, eso ya para empezar. Una vez entrenando por la rambla y otra yendo a una carrera, un auto abrió la puerta del auto sin mirar por el espejo y me comí la puerta, la silla quedó medio doblada y la arreglé como la pude. Además esta silla es más liviana y bien hecha a medida”. Con la anterior había ido a Río.

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