Publicidad

Los deportes más fríos del mundo

Compartir esta noticia
Foto: archivo El País.

MULTIDEPORTIVO

Desde el viernes 9, en PyeongChang, Corea del Sur es el anfitrión de los Juegos Olímpicos de Invierno, un evento mundial que, una vez más, es una apuesta por la paz.

Foto: archivo El País.
Foto: archivo El País.
Foto: archivo El País.
Foto: archivo El País.
Foto: archivo El País.

A unas dos y media horas del centro de Seúl, la capital surcoreana y en línea recta hacia el este, está PyeongChang, el paraje que, desde el 9 de febrero y hasta el 25 concentrará el espíritu olímpico mundial: allí serán los vigésimoterceros Juegos Olímpicos de Invierno. Con el evento, Corea del Sur completa la trifecta deportiva: ya organizó los Juegos Olímpicos de verano en 1988 y el Campeonato Mundial de Fútbol (a medias con Japón) en 2002. Integra así un grupo selecto (donde están Alemania, Italia, Francia, Japón, Estados Unidos y al que se suma Rusia este año con el mundial de fútbol) de países anfitriones de los tres eventos más importantes del deporte mundial.

Y como suele suceder en esta clase de sucesos, la ocasión excederá lo deportivo, insmicuyéndose en lo social, lo económico y lo geopolítico. Ya con todo casi pronto se supo que las dos Corea acordaron formar un solo equipo femenino de hockey sobre hielo y desfilar juntas, bajo una bandera favorable a su reunificación, en la ceremonia de apertura. No es la primera vez que lo hacen: Corea del Sur y Corea del Norte (que este año tendrá 22 atletas en las competencias) ya desfilaron juntas en Sidney, Atenas y Turín pero es la primera vez comparten equipo en una disciplina olímpica. La semana pasada 45 esquiadores surcoreanos viajaron a Corea del Norte para entrenar, en un inédito vuelo directo entre los dos vecinos. El deporte suele conseguir cosas que las bravuconadas no alcanzarán jamás.

Organizar los Juegos Olímpicos de Invierno es un motivo de orgullo en Corea del Sur, un país que hace 60 años sufría las consecuencias de una guerra devastadora. Le van a terminar destinando unos 12.500 millones de dólares y, cuando uno visitaba, a mediados de año, las instalaciones, por ejemplo, del centro de saltos en sky de Alpensia -apenas una parte del enorme complejo olímpico- tanta cantidad de dinero se hace notar. Subir al extremo de la rampa, además, con un viento frío que no da clemencia al abrigo más indomable, es darse cuenta que, por lo menos para un visitante de un país subtropical que nunca participó en un juego olímpico de invierno, hay que ser muy valiente para estar ahí arriba haciendo equilibrio con un par de esquíes.

Desde esa temeraria altura, además, se ve el hermoso paisaje picos y valles que conforman las montañas de Taebaek, las instalaciones deportivas y una Villa Olímpica. Hace unos meses, cuando este cronista visitó el lugar, aún se veía el movimiento de preparación y el mirador estaba convertido en una cafetería. Abajo, un museo demostraba cómo los esquíes fueron un invento coreano, con evidencias históricos y ejemplos de aquellos primeros esquíes. El guía lo contó con todo el orgullo nacional que la ocasión ameritaba.

Todo el entorno está pronto para recibir las 92 delegaciones (Rusia está suspendida por el programa de dopaje institucionalizado, pero sus deportistas pueden competir bajo la bandera del Comité Olímpico Internacional siempre que acrediten estar “limpios” de dopaje) que competirán en los 102 eventos de 15 disciplinas. En competencia participarán 2.925 atletas con Estados Unidos como la delegación más numerosa con 242 deportistas. Todos aspiran a 102 medallas de oro, el mayor número en la historia de los juegos.

Los primeros Juegos Olímpicos de invierno -un evento que a Uruguay le es tan ajeno pero que en el mundo generan el mismo impacto que sus hermanos veraniegos- fueron en Chamonix, Francia, en 1924. Desde entonces se han hecho con una periodicidad de cuatro años que hasta 1992 coincidió con los juegos de verano. Ahora tienen dos años de diferencia entre cada uno de sus ciclos olímpicos. Estados Unidos es el país que más fue anfitrión, cuatro.

El país que más medallas ganó en la historia de los juegos de invierno es Noruega con 303 (107 de ellas de oro). Lo siguen Estados Unidos (282); Austria (218); Alemania (209); Canadá (170); Finlandia (156) e Italia (135).

Uruguay tuvo una sola participación en juegos olímpicos invernales: fue Gabriel Hottegindre en Nagano, Japón, en 1998, que quedó en el puesto 24 en una de las disciplina del esquí alpino, el eslalon. Entre los países que van a desfilar en la ceremonia inaugural en PyeongChang estarán vecinos como Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador (en su debut olímpico) y Perú. Ningún país sudamericano se ha llevado nunca una medalla.

Los coreanos son un pueblo al que le encanta ser anfitrión por lo que la expectativa por los juegos se viene sintiendo desde que consiguió la sede en 2011. Por todo el país, abundan las imágenes de Soohorang, un tigre blanco que en su nombre combina la palabra “protección” (en coreano, sooho) y “tigre” (horang). Fue elegido en 2016.

En todo caso, en un país que no hace tanto era uno de los más derruidos del mundo y que terminó transformándose en una de las potencias mundiales. Lo ha hecho a base de esfuerzo, sacrificio y mucha dedicación a un proyecto de país que incluye una industrialización feroz, una notoria modernización (Seúl es verdaderamente una ciudad de otro planeta) una apuesta fuerte a la educación y una unión nacional que está orgullosa de su tradición y de su futuro. Los Juegos Olímpicos de invierno (como antes los de verano, como antes el Mundial de fútbol) son una nueva comprobación de un modelo que, todo indica, es muy exitoso.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad