Como en cada competencia, desde hace muchos años -aunque solo tiene 22 de vida-, Déborah Rodríguez siguió el ritual. No fuera cosa que cambiara una cábala y variara la suerte. Por aquello de que los ritos en el deporte adquieren un valor singular y son moneda de cambio para los éxitos.
El sábado se conectó por última vez a Facebook, cuando escuchó un mensaje que le envió Pablo Sanmartino (presidente de la Confederación Atlética del Uruguay), de un niño de ocho años que en un país futbolero le confesaba a la atleta que su ídolo era ella. El lunes habló por última vez por teléfono con su madre, y lo apagó. En la semifinal del martes estrenó calza y top, como en cada competencia, y ayer fue a la peluquería para hacerse las manos. Esta vez las uñas lucieron celeste. Tenía una cita especial. Después lo conocido. Con el dorsal 701 se acomodó en el carril 2 para disputar la final de 400 metros vallas de los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y con un tiempo de 56.41 quedó tercera, solo detrás de la estadounidense Shamier Little (55.50) y la canadiense Sarah Wells (56.17). Ganó la medalla de bronce y se transformó en la séptima atleta en la historia uruguaya en alcanzar un logro de esa magnitud en los Panamericanos.
Al subir al podio igualó a Estrella Puente (salto largo) y Deborah Gyurczeck (con garrocha), medallistas en atletismo.
Lo único pendiente ayer en la pista: quedó a 8 centésimas de su mejor marca y a 21 del registro para clasificar a los Juegos Olímpicos de Rio 2016.
Deborah, que con 18 años debutó en un Mundial y con 19 en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, que es campeona sudamericana, que es el presente y el futuro del atletismo uruguayo, destacó tras su éxito el esfuerzo y dedicó un saludo a su entrenador. “Estoy muy feliz por todo el esfuerzo que hago. Gracias a mi entrenador (Andrés Barrios), le debo a él mi medalla panamericana”, explicó. ¿Qué tuvo que ver Barrios? Fue el estratega y el que aportó la fórmula para complementar su calidad. Tenía que correr entre la cuarta y la quinta hasta la penúltima valla, para aprovechar su sprint en los últimos 100 metros. Así fue. Así quedó en la historia.
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