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Las camisetas que se convirtieron en emblema en el mundo del deporte

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Camiseta de Suárez

SÍMBOLO

Desde la 23 de Jordan al 10 de Pelé, Maradona y Messi, sin olvidar los dorsales célebres del fútbol uruguayo

E l 23 es un número primo que a simple vista no encierra demasiados atractivos, más allá que para algunos adeptos a la numerología tiene connotaciones místicas, el escritor estadounidense William S. Burroughs estuvo obsesionado con esa cifra, Jim Carrey protagonizó una película así titulada y el ADN tiene esa cantidad de cromosomas. Pero, por sobre todo y como se ha repetido miles de veces en estos días, el 23 era el número de camiseta de Michael Jordan.

En el mundo del deporte, cada vez más vasto y con mayores repercusiones de todo tipo (económicas, mediáticas, sociales), los números también se han ganado un lugar. Y en las tiendas de los clubes, por ejemplo, los hinchas pueden comprar la camiseta de su ídolo, inconfundible con su número y a veces también con su nombre.

Hace muchos años, los deportistas hacían lo suyo en la cancha vistiendo ropas iguales, con lo cual se volvía complicado para los periodistas y el público identificar a los jugadores ajenos. No existían los números, cuyo estreno a nivel internacional en el fútbol se registró en el Mundial de 1950 (en algunos países ya funcionaba el sistema). Lo mismo ocurrió con las musculosas de los basquetbolistas, las remeras de los rugbiers, las mallas de los ciclistas o los coches de carrera, mientras que en las especialidades individuales nunca resultó necesario.

LA FUNCIÓN. En el fútbol, rápidamente el número identificó la función, a partir por supuesto del arquero, por donde empieza cada equipo, con el número 1. Las cifras subían desde la defensa al ataque y por lo común de derecha a izquierda, hasta el 11 que llevaba el puntero izquierdo.

El número más glamoroso del fútbol es el 10, a partir de Pelé y su posición en el equipo parado según el esquema 4-2-4, y luego con aMaradona y Messi como principales exponentes. El 9 quedó vinculado al goleador y el 5, sobre todo en el fútbol uruguayo, al mediocampista central. También se ha comentado en estas páginas cómo el 8 también fue el número de los talentosos.

Cuando en la Premier inglesa se decidió que cada futbolista mantuviera su número toda la temporada para un mejor conocimiento por parte de los aficionados, cayó la limitación del 1 al 11. La práctica se extendió a todo el mundo. Un pionero en salir del esquema fue el holandés Johan Cruyff, que eligió el 14, aunque cuando pasó al Barcelona en 1973 debió utilizar el 9.

En el fútbol uruguayo, tan tradicionalista, se impusieron sin embargo el 13 del Loco Abreu y el 20 del Chino Recoba.

En Europa, Cristiano Ronaldo se quedó con el 7, que en los viejos tiempos era el puntero derecho. En su caso, la cifra se incorporó a la forma de presentarlo: CR7.

Un caso particular fue el de la genial dupla del Barcelona, Xavi e Iniesta, que usaban los dorsales 6 y 8 respectivamente en su club y los intercambiaban cuando defendían a la selección española.

El egipcio Mohamed Salah llegó a pedir el 74 cuando jugaba en Fiorentina, en el homenaje a las 74 víctimas de la tragedia en el estadio Port Said en 2012 con el partido Al-Ahly -Al-Masry.

Y si bien el arquero se sigue identificando con el 1 (con su connotación: al mejor en un terreno se le dice “el número uno”), el italiano Gianluigi Buffon eligió usar la 88, lo cual le deparó críticas, pues ese número representa en ciertos círculos a Adolf Hitler.

Hasta la hinchada puede tener número en el fútbol: el 12 representa al jugador extra de todo equipo, que aporta lo suyo desde afuera. Boca Juniors, en particular, ha hecho cuestión de este relacionamiento. El Panathinaikos de Grecia, en cambio, considera a su hinchada como el jugador número 13.

BASQUETBOL. En el básquet de la FIBA, hasta hace muy poco prevalecía una vieja norma: los 12 integrantes de cada plantel debían numerarse del 4 al 15. Quedaban libres del 1 al 3 para facilitar las señalas de los árbitros a la mesa: el 1 por el punto de tiro libre, el 2 por el doble y el 3 por los tres segundos, ya que cuando se estableció no existía el triple.

La NBA, en cambio, siempre permitió que los jugadores eligieran el número de su camiseta, con el límite en el 99. Y así surgieron los números emblemáticos, como el 23 de Michael Jordan, el 24 de Kobe Bryant, el 32 de Magic Johnson y el 33 de Larry Bird. Y también el 0, como el de Russell Westbroock, o el 00 de Robert Parish, pese a que la esencia del cero es la nada (aunque el doble cero puede ser también el 100).

Sin embargo, cuando la NBA acordó con el Comité Olímpico Internacional su participación en los Juegos Olímpicos de Barcelona, el Dream Team estadounidense utilizó las camisetas del 4 al 15. Y Jordan pasó a usar la 9, Bird la 7 y Johnson la 15.

La libertad de elección de los dorsales es habitual en los deportes estadounidenses. Por eso, cuando una gran figura se retira, es tradicional que su franquicia retire esa camiseta, que nadie vuelve a usar.

Esa costumbre, se asegura, nació en 1933 y en el hockey sobre hielo. Los Maple Leaf (“hojas de arce”) de Toronto eliminaron el 6 para rendir homenaje a su delantero Ace Bailey, que sufrió una grave lesión en un partido y no pudo volver a las canchas.

Cuando Pelé dejó el fútbol en el Cosmos, en 1977, el equipo neoyorquino anunció que retiraba el 10, lo cual en los ámbitos futbolísticos del resto del mundo, donde no se conocía esa costumbre, provocó asombro.

La AFA intentó retirar el 10 de la camiseta argentina en homenaje a Maradona, pero se encontró con que la FIFA no autorizaba dejar ese número en blanco cuando se identificaba del 1 al 22 los planteles del Mundial Corea Japón 2002. Más tarde llegó Messi, cuyo 10 nadie puede cuestionar...

Un caso muy especial es el de Jackie Robinson, la primera persona negra autorizado a jugar en el béisbol profesional de Estados Unidos desde 1947. Usaba la camiseta 42 en los Brooklyn Dodgers (luego Los Angeles Dodgers). En 1997 la Liga Mayor de Béisbol de Estados Unidos (MLB) decidió retirar el número 42 de todos sus equipos asociados y no solo de los Dodgers. Pero cada 15 de abril, todos los jugadores llevan el 42 como homenaje a Robinson.

NÚMERO 1. En la Fórmula 1, tradicionalmente los números tuvieron una importancia relativa, salvo el 1, que correspondía al campeón vigente. Era una identificación personal, por lo cual si el piloto cambiaba de escudería luego de obtener el título, se llevaba el 1 con él.

Desde 2014, la FIA, sin embargo, estableció que cada piloto podía elegir el número con el que competiría, aunque mantuvo el privilegio del 1 para el campeón. El objetivo fue crear una identidad que relacione a cada piloto con un número.

El rugby, por su parte, se mantiene apegado a sus costumbres. Y así, el número que lleva cada jugador determina por lo general su posición en el campo. Del 1 al 8 son los forwards y del 9 al 15 son los backs. Se asegura que este deporte fue el primero en identificar a los jugadores: ocurrió en 1897, cuando Nueva Zelanda se enfrentó a Queensland en Brisbane, Australia. Un equipo llevó del 1 al 15 y el otro del 16 al 30, y en el programa del partido se indicó el nombre de cada jugador.

Hugo Porta, uno de los más celebrados jugadores argentinos, usaba el 10, lo cual facilitaba su identificación con Maradona como figura del equipo.

Y, a todo esto, ¿por qué Jordan jugaba con el 23? Cuando se incorporó a los Bulls, él aspiraba a usar el 45, que era el número de su hermano. Como ya estaba asignado, lo dividió entre dos y redondeó hacia arriba. Tras su primer retiro, Chicago retiró el 23. Por eso, al regresar a las competencias optó por el 45, ya disponible. Pero como al parecer no le fue bien en un partido, decidió volver a la cifra original.

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