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Ana Norbis, la mejor nadadora del mundo por un día

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Foto: archivo El País.

HACIENDO HISTORIA

Hace 50 años, la gran competidora sanducera batió el récord olímpico de los 100 metros pecho dos veces durante los Juegos Olímpicos de México 68.

La década de 1960 estuvo repleta de acontecimientos asombrosos, espectaculares, dramáticos, entre un mundo que se resistía a morir y otro que reclamaba su sitio. Y el año 68 fue el epicentro de esa década prodigiosa, con el Mayo francés, las protestas contra Vietnam en Estados Unidos, la Primavera de Praga, los asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy... Hasta para el casi siempre tranquilo Uruguay fue un tiempo de profundas agitaciones.

Los Juegos Olímpicos de México cayeron justo en ese 1968 y tuvieron bastante de todos esos estruendos. Al cumplirse en estos días medio siglo de las competencias volvieron a recordarse sus episodios. La masacre de los estudiantes que protestaban en Tlatelolco por parte de un gobierno que quería “todo en orden” para los Juegos. El increíble salto largo de Bob Beamon, que nadie creyó en su momento y duró 22 años. La protesta de los atletas negros en el podio de los 200 metros. El triunfo de Jim Hines en los 100 metros, bajando la barrera de los 10 segundos por primera vez.

En este 2018 volvieron además al tapete las derrotas de la selección mexicana en el torneo de fútbol, ya que jugadores de aquel equipo confesaron que perdieron a propósito los partidos que pudieron darle una medalla debido a un enfrentamiento con los dirigentes.

Para el deporte uruguayo, aquellos Juegos pasaron sin pena ni gloria, con la escasez de resultados frecuente en estas citas. Con una excepción notable: por un día, Ana María Norbis fue la mejor nadadora del mundo en 100 metros pecho. Representó la gran culminación para la mejor exponente de la historia de este deporte en el país.

Nacida en Paysandú en 1947, Norbis aprendió a nadar como tantos en su pueblo: en el río Uruguay. Y empezó a competir por el club Remeros, bajo la preparación del profesor Wilfredo Raymondo. Sus aptitudes para la natación quedaron claras muy pronto.

Debutó internacionalmente a los 14 años en el Sudamericano de Buenos Aires de 1962, donde llegó a la final en 100 metros pecho y 100 mariposa. Dos años más tarde, en el Sudamericano de Guayaquil, conquistó las medallas de plata en ambas especialidades.

En 1965 estuvo entrenando seis meses en Estados Unidos gracias a una beca. A su regreso, ya como nadadora de Neptuno en Montevideo, en el Sudamericano de Lima 1966 alcanzó el oro en los 100 pecho y los 100 mariposa: fueron las primeras medallas doradas para Uruguay en la historia de la competencia. En los Panamericanos de Winnipeg 1967 logró la plata en 100 metros pecho y el bronce en 200 mariposa y la posta 4x100 combinados. Y el Sudamericano de Río de Janeiro 1968 también le dio el oro en sus dos especialidades habituales.

Cuando llegaron los Juegos Olímpicos de México, Ana era la gran deportista uruguaya, por lo cual le tocó encabezar la delegación en la ceremonia inaugural.

Las competencias de natación se realizaron en la “Alberca Olímpica Francisco Márquez” a partir del 17 de octubre. El viernes 18 le tocó lanzarse al agua a Norbis para los 100 metros pecho, una prueba que se corría por primera vez en un torneo olímpico. Por la mañana ganó su serie, la quinta, con 1.17.4 (un minuto, 17 segundos y cuatro décimas). Y como fue la mejor marca de las cinco series, quedó establecido como récord olímpico. Ese mismo día se corrieron las semifinales. Y en la segunda, la nadadora uruguaya mejoró su registro: 1.16.7. Nadie corrió más rápido que ella aquella jornada, por lo cual pasó a ser el nuevo récord olímpico.

En 1968 los Juegos Olímpicos no llegaban a Uruguay por televisión, por lo cual la noticia se difundió a través de las agencias por la radio y la prensa. Inmediatamente hubo festejos en Paysandú. El País le dedicó a Norbis el titular de primera plana. Los días posteriores, sin embargo, no hubo diarios debido a un conflicto de periodistas y gráficos, y mucha información quedó sin registrarse.

Ana no pudo repetir esas actuaciones en la final. Si al menos hubiera igualado ese tiempo, habría sido sexta: quedó octava, última en esa carrera.

Se impuso la yugoslava Djurdjica Bjedov, con 1:15.8. La plata fue para la soviética Galina Prozumenshchikova, con 1:15.9. Y el bronce fue para la estadouniense Sharon Witchman, con 1:16.1. La uruguaya marcó 1:17.3. Según las agencias, Ana hizo una buena carrera hasta los 50 metros, pero demoró unas décimas de segundo al dar la vuelta al final de la piscina, lo cual le costó la carrera.

Fue su última prueba, porque al regresar abandonó las competencias: ya no se sentía con ganas de encarar la dura rutina de los entrenamientos.

La diferencia entre Ana y la ganadora del oro fue de algo más de un segundo. Una diferencia acaso significativa para una final olímpica, prácticamente nada si se tienen en cuenta las distancias del deporte uruguayo con el primer mundo.

La natación se apoya en la verdad indiscutible del cronómetro. Y el reloj marcó que por un día, Ana María Norbis fue la mejor del mundo en su especialidad.

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