Desde la jornada inaugural de ayer, Río también afronta su reto con la seguridad: Brasil ha desplegado unos 85.000 policías y soldados, aproximadamente el doble que en Londres 2012, para proteger a los residentes y al medio millón de turistas que visitarían la ciudad.
Debido a las protestas que tuvieron lugar ayer, la policía despejó el área alrededor del estadio de Maracaná. Los desafíos de seguridad en la ciudad costera crecen, no sólo por la reputación de delincuencia callejera que tiene Río, sino también debido al alto riesgo de atentados terroristas.
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