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Yoshika Matsubara: el exfutbolista japonés con corazón celeste y pasado aurinegro

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Yoshika Matsubara durante su estadía en Uruguay, de paseo en Punta del Este.

HISTORIAS

El exfutbolista nipón pasó brevemente por Peñarol y Defensor Sporting, pero gracias a eso pudo lograr su objetivo de selección.

Yoshika Matsubara nació hace 45 años en Shizuoka, Japón. Lo que no sabía era que para cumplir su sueño iba a tener que hacer 36 horas de avión y hacer más de 18.500 kilómetros, pero como se suele decir: sin esfuerzos, no hay logros.

Al igual que muchos niños alrededor del mundo su objetivo era ser futbolista y sin duda que no hay nada más lindo para un futbolista que representar a su país. Yoshika tuvo la chance de hacerlo desde muy joven pasando por la selección Sub-16 de Japón, también por la Sub-17 y por la Sub 20, pero en ese momento el gran objetivo era uno: participar en los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996.

¿Qué buscaba hacer para ganarse un lugar en ese plantel? Tener roce internacional y Uruguay parecía un buen destino o al menos así lo entendió Masakuni Yamamoto, ayudante técnico de aquella selección Sub 20 de Japón.

Yamamoto, mediante un conocido uruguayo, le consiguió la posibilidad de venir a entrenar a nuestro país y nada menos que a un grande como Peñarol.

academia felice

La visita especial de Paolo Montero

Tras el retiro, Matsubara optó por seguir vinculado al fútbol y además de ser entrenador y periodista abrió su propia academia: Felice. En la misma intenta plasmar todo lo aprendido en los jóvenes y a su vez tuvo la posibilidad de contar con la visita de Paolo Montero. Durante su estadía en Uruguay, Matsubara conoció al excapitán de la selección por intermedio de Gustavo Nikitiuk y de ahí se generó un lazo que llevó a que, por ejemplo, Montero formara parte de los trabajos de la academia durante un tiempo.

Paolo Montero junto a Yoshika Matsubara en la Academia Felice.
Paolo Montero junto a Yoshika Matsubara en la Academia Felice.

“Uruguay era otro mundo”, recuerda Matsubara en diálogo con Ovación y agrega: “La gente vive con mucha alegría y eso se contagia”.

En el fútbol no había otra manera de recordarnos: “Hay que tener cuidado dentro de la cancha, había mucha patada”, cuenta entre risas. “Pero siempre rescaté que el uruguayo es muy vivo, pero en el buen sentido, es inteligente. Siempre sabe cuál es su objetivo, tiene mucha mentalidad y juega con el corazón”.

Su estadía en Peñarol, allá por el 1993, duró 10 meses y se basó únicamente en entrenar con la Tercera División donde lo dirigía “mucho bigote”. La referencia es para el “Indio” Walter Olivera, gloria aurinegra que en esa época entrenaba en el elenco mirasol. “Fue un gran entrenador. Muy inteligente, muy amable y sobre todo muy importante porque me enseñó muchas cosas”, manifiesta el exjugador que además recuerda que tenía de compañeros al “Zurdo” Víctor López y también a Gustavo Reherman.

Durante su estadía en Uruguay, le fue tomando mucho cariño a nuestro país al punto que hoy mira cada partido de la Celeste que puede, todas sus fotos de perfil en redes sociales tienen alguna representación con Uruguay y además se ha encargado de comentar varios partidos de torneos internacionales donde participó el equipo de Tabárez, en su nuevo rol como comentarista.

bien celeste

Entrevistas, fotos y amigos de la selección

Como periodista tuvo la posibilidad de entrevistar a Diego Godín, Fernando Muslera, Diego Forlán (durante su paso por Japón) e interactuar con buena parte del plantel celeste, sobre todo con “Maxi” Pereira que fue su compañero. En una de sus visitas al Complejo Celeste tuvo la chance de fotografiarse con el maestro Óscar Tabárez a quien conoció por intermedio de Mario Rebollo. Al asistente lo considera un gran amigo y con el que todavía conserva un fluido diálogo: “Es una persona a la que le tengo mucho respeto, es muy amable”.

Yoshika Matsubara junto al maestro Óscar Washington Tabárez en el Complejo Celeste.
Yoshika Matsubara junto al maestro Óscar Washington Tabárez en el Complejo Celeste.

Mientras vivió en Uruguay “estuve en tres lugares distintos. Primero en un hotel por 18 de Julio, después me acuerdo que vivía en las calles Cavia y Libertad, en Pocitos, y después por Bulevar Artigas”, recordó con mucho detalle Matsubara.

“Uruguay me enseñó muchas cosas y por eso le tomé mucho cariño”, aseguró el exfutbolista.

Luego de su participación en Peñarol la carrera de Matsubara dio muchas vueltas, pero casi todas fueron en el fútbol nipón, excepto su pasaje por el fútbol croata donde vistió los colores del Delemont.

En el año 2002 y en pleno auge de la Copa del Mundo, que precisamente se disputó en Corea y en Japón, Matsubara volvió a Uruguay y una vez más para probar suerte en el fútbol. Con varios años de carrera en su espalda, el destino esta vez lo colocó en Defensor Sporting.

entrenador

También ganó experiencia en Uruguay

En Uruguay no solo ganó experiencia como jugador, también lo hizo como entrenador. Es que luego de recibirse en Japón, Yoshika Matsubara viajó a Uruguay para sumar conocimiento del fútbol uruguayo. Durante su estadía estuvo trabajando con Defensor Sporting y con Plaza Colonia. De hecho, fue nexo para que Matías Caseras y Renzo López terminaran jugando en el Kyoto Sanga de su país.

Yoshika Matsubara adquiriendo experiencia como entrenador en el fútbol uruguayo.

El equipo de Punta Carretas le abrió las puertas, pero una vez más se iba a quedar con las ganas de debutar oficialmente con el primer equipo. Pese a ello, Matsubara guarda un gran recuerdo porque “en ese plantel conocí gente muy buena como Maximiliano Pereira con el que me reencontré hace unos años y me regaló su camiseta de la selección. También recuerdo que estaba Martín Silva, Álvaro González y Marcelo Tejera, él era el distinto tenía muy buena técnica”, contó Matsubara.

“Entrené durante cuatro o cinco meses, pero no jugaba y en una charla con César Payovich me comentó que había un problema con mi contrato y que por eso no iba a poder jugar, pero yo quería hacerlo, por eso me volví a Japón”, agregó.

Poco tiempo después, la carrera de Matsubara llegó a su fin. Cerró una trayectoria de casi once años haciendo lo que más quería cuando era chico: jugar al fútbol.

Eso sí, consiguió lo más importante: ingresar al plantel de Atlanta 1996 donde incluso se dio el lujo de ganarle a Brasil.

“Uruguay es mi segundo país, no es Europa, pero gracias a eso pude jugar en Atlanta y por eso Uruguay tiene una parte de mi corazón”.

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