HOMENAJE

Montevideo Wanderers decidió homenajear a Obdulio Varela, el “jugador e hincha más famoso del club”, según señala la propia institución. ¿De qué manera? Con un monumento en el que se viene trabajando hace dos años.

Cuándo y dónde: el próximo sábado 15 de agosto a la hora 11.00. El monumento estará ubicado en el Rosedal de El Prado, mirando al Parque Alfredo Víctor Viera.

Se inaugurará en el mismo día que los bohemios celebran sus 118 años de existencia. “Es un regalo de Wanderers para la ciudad de Montevideo y en particular al barrio que nos alberga”, dijo Germán Barcala, quien integra desde hace mucho tiempo la Comisión de Marketing de los albinegros.

“Esta idea surge en 2017 cuando instauramos los Premios Obdulio para conmemorar los 100 años de Obdulio Varela y en 2018 se tomó la decisión de hacer este monumento. Para Wanderers es un orgullo tremendo; será un aniversario muy distinto. Estamos felices de tener ahí, frente al Parque Viera, al hincha bohemio más grande de todos los tiempos. Es una escultura hermosa”, agregó Barcala.

Es un monumento en acero inoxidable, construido a partir de la acumulación de capas horizontales de 6 mm de espesor, cuya silueta es cortada por equipos de corte láser de altísima potencia que permite una terminación continua y brillante de estilo contemporáneo.

En cuanto a la implantación, se puso especial foco en la convivencia del monumento con el entorno verde del Prado, el telón del Rosedal y frente a su casa, el Estadio Parque Viera. “Se decidió que el monumento esté a nivel de piso, porque creemos que Obdulio hubiese preferido estar a nivel de la gente y no sobre un pedestal”, explicaron los bohemios.

Según explicaron los historiados de Wanderers, la carrera profesional de Obdulio comenzó en 1938 cuando se incorporó a Montevideo Wanderers con tan solo 20 años. Existen varios testimonios que describen a esta como una de las etapas más felices de su carrera deportiva.

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Ya desde temprana edad, Obdulio comenzó a mostrar su temple y su pasión por el deporte y por la camiseta que defendía. Cuando en el año 1941 fue nombrado capitán del primer equipo de Wanderers, fue tan grande su alegría que pensó que “se estaban burlando de mí; fue de lo más grande de mi carrera”, según recoge Radamés Mancuso en su libro Obdulio, el último capitán. En 1943 fue transferido a Peñarol y en 1950 fue capitán en la sublime gesta de Uruguay en Maracaná.