OJO CRÍTICO
EDWARD PIÑÓN
Es así, el fútbol nos atrapa. Una derrota en la hora te conmueve como si se tratase de una pérdida irreparable. Una victoria en una final o en el partido más complicado de la temporada te hace sentir ganador de un premio millonario.
El fútbol apasiona y, en ocasiones, a muchos los obsesiona. Queda en evidencia incluso en aquellas declaraciones de los hinchas que suelen renunciar a sus trabajos o incluso perderse un acontecimiento familiar muy importante para acompañar al equipo de sus amores al lugar que sea.
La locura suele crecer y muchos terminan por asumir que el fútbol es la vida. ¿El fútbol es la vida? No. Jamás podrá serlo. Es un simple juego. Que enamora. Que embriaga de felicidad y tristeza. Pero no es más que eso. El coronavirus que está generando pánico, fundamentalmente por las dificultades que se generan a los países para disponer de capacidad hospitalaria que permita atender a la totalidad de los pacientes que tengan dificultades respiratorias, lo pone en el verdadero lugar.
A cuidarse y cumplir con todas las recomendaciones que se hagan. Porque lo verdaderamente importante es sortear esta pesadilla, para luego volver a disfrutar del fútbol. Y ya no debería ser dramático si se pierde en los descuentos.