DE VOLEA

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No salgo del asombro. Hace menos de un mes todos estábamos de luto por la infausta muerte del juvenil Agustín Martínez. La fecha se postergó porque los futbolistas adujeron (y les creo) que no estaban en condiciones anímicas de afrontar un partido profesional. Boston River, el club al que pertenecía el joven, fue el que más sufrió.

Se habló por entonces de prevenir, de concientizar y de reclamar médicos, pero luego de lo ocurrido el domingo con Leandro Lozano parece que todo fue en vano.

El jugador, curiosamente también de Boston River, recibió un rodillazo en la cabeza, quedó mareado  y, pese al reclamo insistente del cuerpo médico al técnico Martín García para que lo sacara, éste se limitó a preguntarle al jugador si estaba bien. Y, lógicamente, la respuesta fue que estaba OK.

Luego, Lozano reconoció que nada recuerda, lo que es lógico porque esto ya pasó con Richard Porta y u201cPalitou201d Pereira, por recordar dos casos. Estuvo en riesgo la vida de un ser humano y ninguno de sus pares futbolistas dijo: que salga o no seguimos. Por más que haya médicos, si no se toma conciencia que la vida vale más que quedarse con 10, las desgracias seguirán pasando.