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Uruguay a la parrilla

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Foto: Reuters
Bill Streicher

Unos 20.000 hinchas pusieron toda la carne en el asador.

Agustina sostiene la bandera de un lado y del otro lo hace Jonathan. "No pedí nacer en Uruguay, solo tuve suerte", dice el trapo. "¡Pará, que tengo otro!", grita él. "Orientales la Patria o la tumba, libertad o con gloria morir", dice parafraseando una frase del Himno Nacional. Y a ella se le llenan los ojos de lágrimas. Como miles, vinieron desde New Jersey a alentar a la Celeste.

Tamara sostiene una cartulina blanca escrita en los dos lados. "Se escribe orgullo, se pronuncia Uruguay" reza de una cara y en la otra, escrita en inglés, recuerda: "Población: 3 millones; Copas: 15".

"Mi Himno se respeta", protesta Ana en su cartel. Nadie olvida acá que quienes fueron a Phoenix se quedaron con las ganas de cantarlo porque la organización puso el de Chile. Ella llegó desde Orange (New Jersey) y asegura que lo va a cantar como sea.

El humo de las parrillas a carbón, el aroma de la carne asada y los chorizos (o salchichas) nos traslada hasta Uruguay, aunque estamos a miles de kilómetros de distancia. Más precisamente en el estacionamiento del estadio Lincoln Financial Field. Este trozo de Philadelphia fue copado por los uruguayos, que comenzaron a llegar muy temprano en sus vehículos (la mayoría camionetas), transportando las parrillas y las heladeras con todo lo necesario para vivir una fiesta.

Se habían citado con la debida anticipación, pidieron permiso a las autoridades del estadio, se lo concedieron y ahí están, disfrutando. Hay camisetas de Nacional, Peñarol, Rampla, Bella Vista y Miramar Misiones. Quizá alguna más que al cronista se le pasaron por alto en medio de la locura.

"Y ya lo ve, y ya lo ve… somos locales otra vez", cantan cada vez que aparece una camiseta de Venezuela medio cerca. "Olé, olé, olé… cada día te quiero más", entonan con emoción. Y las lonjas de los tambores suenan y desatan el "Sooy celesteee….".

Es difícil sentir lo que ellos sienten. Hay que vivir afuera (o haberlo hecho) del país para tratar de entender tanta pasión. Juega la Celeste, sí, y es la máxima expresión de júbilo. Es, como asegura la AUF, "el equipo de todos". Solo la selección es capaz de generar algo así a miles de kilómetros.

"Vinimos casi todos de New Jersey y vamos a ser como 20.000. Imaginate lo que va a ser si llegamos a la final", dice uno de los hinchas. Es que allí, en el estadio de esa ciudad, es donde se disputará el partido que definirá al campeón de la Copa América Centenario.

Ojalá la Celeste nos dé la posibilidad de no imaginarlo sino vivirlo dentro de dos semanas.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Foto: Reuters

COPA AMÉRICA CENTENARIODANIEL ROSA / PHILADELPHIA

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