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Uruguay demostró que no tiene miedo de crecer

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Foto: @Uruguay

SELECCIÓN

La Celeste dio pruebas de que quiere llegar fuerte a la próxima Copa América.

Hay logros u objetivos en el fútbol que cuestan alcanzar. Lo grandioso, además del camino que debe transitarse, es convencerse de que se puede hacer y no tener miedo de asumir los riesgos que permitan acercarse a ellos.

La excelencia -si prefieren se puede hablar de la superación o la mejor generación de juego- cuando se está acostumbrado a progresar en la cancha de otra manera no es sencilla de lograr. Demanda tiempo. Trabajo. Pero algún día llega, más cuando existe un convencimiento que ese es el camino que hay que recorrer y se insiste sobre eso.

Es absurdo creer que de la noche a la mañana en el mundo se celebrará tener la fortuna de poder ver un partido de Uruguay de la misma forma que nos emociona aquí, en este pequeño rincón del planeta, observar a la gloriosa camiseta dentro de un campo. Pero es bueno confirmar que sin querer abandonar el sistema del bloqueo defensivo, con una protección que nace incluso desde la alta presión en la primera línea, Uruguay siga buscando un juego más inspirado en el cuidado de la pelota y en una salida organizada.

Una generación diferente, una aceptación de que hay que seguir evolucionando, perfeccionando en las características más alejadas de la idiosincracia futbolística quedó otra vez marcada en el nuevo amistoso de Uruguay. No importa el contendiente, lo que vale es el hecho de insistir sobre una idea. En aprovechar cada oportunidad para buscar la superación.

Y eso es lo que más relevancia tiene de la victoria sobre Uzbekistán, porque sin desconocer el valor económico que representa para la AUF estar en la final de la China Cup, lo ponderable es que se avanza firmemente sobre una transformación.

Los puntos que lo dejaron en evidencia fueron:

1) Salida prolija. Pese a la presión que intentó realizar varias veces Uzbekistán sobre la zaga uruguaya, se procuró siempre organizar el juego con la rotación de la pelota. Además, uno de los dos volantes centrales se acoplaba a la línea para ofrecerse como alternativa de pase.

2) Cambio de ritmo. Dominar el juego con la pelota y no abusar de la lateralización del toque fue una de las premisas. Para ello se apostó a la salida por las bandas exteriores. En la primera mitad hubo mejor rendimiento por la franja izquierda y en el segundo tiempo por la derecha.

3) Presión alta. Bien organizada y ejecutada con varios hombres, para ahogar y robar balones bien cerca del área rival. Así llegó el primer gol de Cristhian Stuani. Clave que dos o tres hombres en varios pasajes fueran a encimar al jugador rival que recibía la pelota.

4) Protección defensiva. El bloque del sistema defensivo siempre estuvo bien armado. El pasillo central se protegió con los volantes y los zagueros. Además de no conceder ventajas para que entraran por allí con facilidad, hubo adecuada asistencia a las bandas. Confirmación absoluta que mejorar en una parte del juego no significa que se pierda potencial en la otra fase.

5) Veloces retrocesos. Notoriamente el jugador que perdió la pelota respondió con una rápida respuesta para evitar que se produjeran grietas o espacios a favor del adversario. Rodrigo Bentancur y Nahitan Nández fueron abanderados en ese sentido.

6) Soltura para moverse. El acople de los movimientos, que se perfecciona con el entendimiento entre los futbolistas, puede permitir que los desenganches de los mediocampistas o los ingresos y salidas de los delanteros entre las líneas defensivas del rival ayuden a ser más incisivos en ataque. Hubo interesantes intercambios de posiciones.

7) Búsqueda del arco rival. Gastón Pereiro jugando cerca de Cristhian Stuani o abriéndose a los costados, Lodeiro y Nández llegando al fondo, Vecino pisando el área rival, Bentancur lanzando a Laxalt, son elementos que reflejan que también se está pensando mucho en el arco de enfrente.

8) Fortalecimiento. No es poca cosa comprobar que ya no es un problema la franja izquierda. Que Martín Cáceres no necesita jugar más de lateral izquierdo -aunque puede cumplir sin problemas con esa función- y que hay jugadores como para darle potencia a esa franja siendo laterales o mediocampistas. Ahí están Laxalt, Marcelo Saracchi y hasta podría aparecer por ahí Pereiro.

Uruguay, entonces, avanza. Marcha sin pausa en una línea directa hacia la Copa América. No se aparta de las raíces, pero quiere progresar. Y lo hace sin miedo a crecer. Aceptando que se puede perder una pelota o fracasar en un pase, pero convencidos de que la evolución está al final del camino.

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