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En tiempos electorales, el repaso de los vínculos del fútbol con la política

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El actual presidente Tabaré Vázquez cuando estaba al frente de Progreso. Foto: Archivo El País.
Archivo El Pais

HACIENDO HISTORIA

Diputados, ministros y hasta presidentes de la república estuvieron también estrechamente relacionados con la pelota en Uruguay.

En estos días he visitado a políticos, periodistas y personajes de la vida pública del Uruguay. Sus radios de acción no los separan. La vida pública no es aquí más que política. La política es aquí todo. La política no es solo la lucha de los blancos contra los colorados. El foot-ball es también política”. El testimonio del periodista alemán Curt L. Haymann, que visitó Uruguay en 1928, es bien claro sobre la estrecha relación que existió siempre entre las dos actividades.

Las pasiones por el deporte y la política a veces se expresan de forma similar en el Uruguay. Si los aficionados se presentan como “de Nacional” o “de Peñarol” (o de algún otro club), lo habitual es que la actividad política gire en torno a “ser blanco”, “ser colorado” o, a partir de 1971, “ser frenteamplista”. Si en este caso hay ideologías e interpretaciones históricas, también existen tradiciones familiares o sentimientos parecidos a los que definen la adhesión a un equipo de fútbol. En ese marco, hubo numerosas figuras que militaron en ambas actividades.

El actual presidente Tabaré Vázquez, que fue hace tres décadas titular de Progreso, es el más citado entre los dirigentes deportivos que luego hicieron carrera política. También fue el que llegó más lejos en esa carrera. El exzaguero de Nacional y la Selección uruguaya Hugo de León es el único futbolista que integró una fórmula presidencial (2009).

A una semana de las elecciones, los candidatos y los partidos realizan sus últimas movilizaciones en procura del voto. A diferencia de comicios anteriores, no abundan las figuras del fútbol que incursionen en la política, aunque la tradición no se pierde: el expresidente de la AUF Sebastián Bauzá acompaña como técnico la fórmula del Partido Nacional.

Luis Franzini (colorado, presidente de Defensor), Eduardo Pons Etcheverry (ministro blanco, presidente de Nacional), César Batlle Pacheco (colorado, presidente de Peñarol y de la AUF) y Wilson Ferreira Aldunate (líder blanco y dirigente de Nacional).
Luis Franzini, Eduardo Pons Etcheverry, César Batlle Pacheco y Wilson Ferreira Aldunate. Foto: Archivo El País.

A la espera de nuevos anotados, la lista es muy larga. Para citar once: Héctor Rivadavia Gómez (político colorado, hombre de Wanderers e impulsor de la Confederación Sudamericana de Fútbol), César Batlle Pacheco (hijo de José Batlle y Ordóñez, presidente de Peñarol y de la AUF), Celestino Mibelli (fundador del Partido Comunista, hombre de River Plate FC y gerente de la AUF), Atilio Narancio (figura del Batllismo, presidente de Nacional y de la AUF), Julio María Sosa (colorado, presidente del Consejo Nacional de Administración y presidente de Peñarol), Daniel Fernández Crespo (dirigente blanco, presidente de Liverpool), Fermín Sorhueta (político colorado, dirigente de Rampla y presidente de la AUF), Wilson Ferreira Aldunate (caudillo del Partido Nacional, dirigente de Nacional, vicepresidente de la AUF), Eduardo Pons Etcheverry (dirigente blanco, participante en el famoso debate de 1980, presidente de Nacional), Julio María Sanguinetti (dos veces presidente colorado, dirigente de Peñarol), Hugo Batalla (dirigente de la lista 99, vicepresidente de la República, presidente de la AUF).

Las razones para ingresar tanto a la política como al fútbol fueron similares, de lo bueno a lo malo: una verdadera vocación, el afán de servicio, pasión por ideas y/o clubes, la búsqueda de protagonismo, en algún caso el provecho propio. Y así los dirigentes políticos terminaron aceptando el convite de algún equipo.

¿Y por qué los equipos iban a buscar políticos? Fue un criterio que surgió casi con el fútbol organizado. En aquellos tiempos, contar con vínculos con los ámbitos de decisión fue importante para clubes que buscaban tener una cancha propia a través de la concesión de algún predio municipal.

Otra razón para que los clubes “ficharan” políticos fue la forma en que funcionó la AUF durante mucho tiempo. Entre 1932 y 1971, el órgano de conducción fue la Junta Dirigente, que actuaba casi como un parlamento, con sus debates y sus votaciones. En algún momento, los delegados de los equipos eran casi todos dirigentes políticos.

Daniel Fernández Crespo, consejero de gobierno blanco, también presidente de Liverpool. Foto: Archivo El País.
Daniel Fernández Crespo, consejero de gobierno blanco, también presidente de Liverpool. Foto: Archivo El País.

De la misma forma, desde la política se quiso aprovechar la notoria popularidad del fútbol, pero también se buscó fortalecer el papel social que pueden cumplir los clubes en su zona de influencia. Y no pocos políticos pensaron que el fútbol podía representar un campo donde “ejercitarse” para las luchas electorales, o al menos, conseguir figuración pública.

Hoy, los clubes buscan para su conducción un perfil empresarial más que político: alguien con dinero o facilidad para conseguirlo.

En este tiempo electoral vale la pena repasar otras figuras que estuvieron en las dos actividades: Benito Nardone (delegado de Central y consejero de gobierno), Santiago de Brum Carvajal (ministro colorado y presidente de Nacional), Luis Franzini (dirigente colorado y referente de Defensor), Washington Cataldi (diputado colorado y presidente de Peñarol), Héctor del Campo (diputado blanco, presidente de Danubio y de la AUF), Carlos W. Cigliutti (legislador colorado y referente de la Organización del Fútbol del Interior), José Pedro Damiani (candidato colorado a la Intendencia de Montevideo y presidente de Peñarol), Marcos Carámbula (intendente de Canelones por el Frente Amplio y presidente de Juventud de Las Piedras).

Y hubo un presidente de la República que fue hermano de un campeón mundial: Óscar y Álvaro Gestido. Se llegó a afirmar que el político jugaba mejor que el futbolista, pero destacar al hermano por sobre el crack es otra vieja pasión uruguaya.

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