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No tenían ninguna obligación

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No está bien, claro; pero tampoco está mal. Estos botijas de la Sub 20 actual tenían la posibilidad, pero no la obligación de saldar una deuda del fútbol uruguayo a nivel de juveniles que no en balde hace 34 años que está impaga.

Después de todo, si es así, debe ser por algo. Como lo analizaron varios técnicos de anteriores selecciones celestes de la categoría para Ovación en la pasada jornada: por una, o también muchas causas.

Incluso, según lo apuntó Juan Verzeri en su análisis, por motivos circunstanciales, imponderables; y algo de eso pasó anoche en el Centenario: Uruguay es un buen equipo como tal, ordenado, trabajado, pujante, lleno de ganas, y con dos jugadores de campo (pues Guruceaga ha sido gravitante en el arco) diferentes, por sí solos —o entre ambos— desequilibrantes, que son Amaral y Pereiro; y ayer el primero gestó el primer gol que anotó el segundo, y tras el primer tiempo salió lesionado.

Ofensivamente, fue otro Uruguay de ahí para adelante; que, sin Amaral, hizo lo que pudo; metió. No bastó, y no está bien, claro; pero tampoco está mal: si la deuda tiene 34 años, debe ser porque no resulta fácil levantarla.

De contragolpe

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