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La subida hacia la conquista de La Paz

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Cáceres goleador. El defensa ya mandó la pelota al fondo de la red, para marcar el 1-0. Foto: AFP
JORGE BERNAL

Uruguay recorrió un largo camino antes del triunfo histórico.

Así es el fútbol. Impredecible. Incluso hasta algo injusto, aunque no sea más que en forma indirecta, en ciertos casos.

Porque mire que Uruguay hizo cosas y buscó todo tipo de caminos para llegar a alcanzar este triunfo histórico en La Paz ayer de tarde. Muchas. Variadas.

En 1997, por ejemplo, "la Celeste" vino a la Copa América que se disputó en Bolivia con un único objetivo, sabiendo de antemano —por la altura, claro— que si el local no salía campeón, "pegaba en el palo": con la primera participación del Dr. Edgardo Barbosa, cardiólogo y deportólogo que se ha especializado en el tema de la competencia desarrollada en esas circunstancias, se hicieron mediciones del esfuerzo de los jugadores que para eso entrenaban con una especie de cronómetro pegado al cuerpo, con la meta de preparar un equipo para el partido contra Bolivia en La Paz, que era "de vida o muerte" porque si Uruguay no ganaba queda prácticamente afuera del Mundial de Francia, y que debía disputarse tan sólo dos meses más tarde.

Sin embargo, Uruguay perdió en la Copa América 1 a 0 con Bolivia y al día siguiente, cuando la selección llegó a Montevideo, Juan Ahuntchain —el entrenador— fue cesado.

No sirvió de nada, porque por las Eliminatorias volvió a ganar Bolivia, esta vez en forma más amplia, pese a que Roque Gastón Máspoli —respaldado por Osvaldo Giménez y Mario Patrón— dispuso una concentración de cerca de 20 días en Verolandia, una panorámica zona residencial de la capital boliviana.

Años más tarde, Daniel Passarella reforzó la apuesta y se volvió a hacer otra concentración de 21 días en La Paz; y sirvió, porque Uruguay no perdió, pero… la verdad: los bolivianos "mataron a pelotazos" a los celestes y no ganaron porque Carini fue tan enorme como esa postal de cumbre nevada que tiene la capital del país del Altiplano: el Illimani.

Más acá, incluso, hasta se registraron situaciones singulares, como cuando la selección dirigida por Tabárez le empató a Bolivia de atrás, después de ir perdiendo 2 a 0, y en la media hora final de la segunda etapa, algo extraño, casi contrario a lo natural para un visitante en la capital boliviana.

Hasta que llegó esto de ayer: con Luis Suárez y Edinson Cavani suspendidos, sin Arévalo Ríos por lo que le pudiera pasar si iba al control antidopaje, con Cáceres falto de rodaje, sin Tabárez al costado de la cancha, y con un plantel que sólo pudo hacer dos prácticas.

Ojo, no fue casualidad. Uruguay desplegó herramientas para ganar; por ejemplo: hizo lo que hacen los bolivianos para "fusilar" a los visitantes. Cambió de frente rápido y remató bastante de media distancia; porque en la altura la pelota sale como bala no sólo para los foráneos.

Así, además, con las armas de siempre, eficacia en las pelotas quietas y poder en el juego de alto, Uruguay consiguió este "triunfazo"; que viene a ser como esos partidos de homenaje que se les hacen a unos y a otros no. Es el fútbol, le tocó a esta selección dar el batacazo; pero es también una especie de tributo a todos los que antes hicieron de todo para buscarlo, y no lo lograron.

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Cáceres goleador. El defensa ya mandó la pelota al fondo de la red, para marcar el 1-0. Foto: AFP

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