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Otro Sosita: Ruben y su hijo Nicolás

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Foto: Gabriel Rodríguez
Gabriel Rodriguez

HISTORIAS

El niño, que está por cumplir 13 años, heredó la zurda de su padre y quiso hacer su mismo camino en el fútbol: hoy juega en Danubio.

Hay otro “Sosita” en carrera. Nicolás, el único hijo varón de Ruben Sosa, heredó la zurda de su padre y ya arrancó su carrera futbolística. Tras hacer el baby fútbol en el Urreta se fue a Danubio, donde juega en Preséptima. Es hincha de Nacional, porque aprendió a caminar en las canchas de Los Céspedes, donde Ruben llega cada mañana a darle alegría al plantel tricolor, pero quiso hacer el mismo camino que su padre.

“Me dijo que quería hacer mi carrera. Es una alegría para mí que haya querido arrancar en Danubio. Recién va a cumplir 13 años, pero tiene mucha pasión. Sabe qué jugador pasó al Chelsea o al Tottenham. Y si tiene partido al otro día se acuesta a las siete, parece un jugador de antes. Se quiere dormir para hacer un par de goles. Es zurdo cerrado. Heredó la zurdita. En la casa competimos a meterla en la ventana y anda ahí cerca de papá. Je. Siempre le quiero ganar y se calienta y entonces se pasa la tarde pateando. Tiene un físico que aguanta, hoy juega un partido y mañana otro sin problemas. Tiene mucha ilusión, pero yo le digo que se divierta y le advierto que la carrera va a ser dura para él porque es mi hijo. Yo recién me di cuenta de viejo lo que hice en mi carrera, cuando jugaba era un inconsciente que le quería ganar a todos. Estaba Maradona enfrente y le quería ganar sin pensar que era Maradona. Hice goles en todos lados. Lo disfruté, pero lo disfruto mucho más ahora”, contó el “Principito” con el babero puesto.

Es que Sosa tuvo cuatro hijas mujeres y además, con otra edad, al varón lo disfruta de otra forma. “Las nenas son padreras, pero nunca las podía llevar al vestuario. Y a él sí, y mira los jugadores y los zapatos de fútbol que le encantan. Los amarillos y los rosados. Y lo puedo llevar a un asadito con los jugadores para que vaya viendo. Con las nenas no podía, pero ellas son muy cariñosas. Y lo aceptaron a ‘Nico’ como un hermano más. Lo criaron ellas”, contó sobre Cecilia (de 30 años), Pilar (28), Isabel (24) y Ángela (14).

Nicolás no vio jugar a su padre, pero busca sus goles en internet y le pregunta si recuerda tal o cual conquista. “Me dice en Italia hiciste 98 goles, en España 40 y los busca. Él solo, yo no tengo necesidad de mostrárselo. Y se sorprende con lo rápido que era”.

El año pasado Ruben fue a Italia con sus dos hijos menores, Ángela y Nicolás, quien tuvo la oportunidad de entrenar dos semanas en Inter. “Estuvimos en Roma y en Milán. Y fuimos a Como a ver la casa donde vivíamos, los lugares donde íbamos a comer, al colegio donde iban las nenas grandes. Y la gente se volvía loca al verme”, contó quien sabe que en Inter siempre quieren que se quede. “Pero tengo mis hijas y mi mundo acá, siempre tengo la cabeza en mi querido Uruguay, si no ya estaría en Italia”, confesó.

Con dos Copas América con la selección, una UEFA con el Inter, una Copa del Rey con Zaragoza, una Budesliga con Borussia Dortmund, una Supercopa de China con Shanghai Shenhua y tres título Uruguayos con Nacional en su haber, hoy Sosa reconoce que el mejor momento de su carrera fue en el Inter, donde jugó desde 1992 al 95, tras haber defendido a Lazio por cuatro temporadas. “Pasé por muchos equipos e hice goles en todos, pero cuando te va bien en un equipo grande te consagrás como jugador. Yo exploté en el Inter, me tenía confianza, si en Lazio había hecho 15 goles, cómo no iba a hacer 20 en el Inter. Jugaba con 60.000 personas en el estadio todos los partidos. Jugar en el San Siro era impresionante, lo disfruté al máximo”.

Durante el año, Sosa arranca temprano. A las siete va a buscar a sus hijos menores para llevarlos al liceo y luego se va al entrenamiento de Nacional. “Voy a ver cómo está todo, a dar una mano, a llevarle alegría a los muchachos. ‘Alegría, alegría, San Siro, Maracaná, tres dedos’, como les digo siempre”, contó bromenado. Luego se prepara algo de comer, le encanta la cocina y obviamente tras tantos años en Italia, su especialidad es la pasta. “A la bolognesa o con frutos del mar. Aprendí con el cocinero del Inter, él me enseño cómo hacer la pasta y el tuco”.

Foto: Gabriel Rodríguez
Foto: Gabriel Rodríguez

Escuelitas.

Luego se duerme una siestita (“a lo viejo”, según sus palabras), porque asegura que si no el físico no le da y después se encarga de sus escuelitas de fútbol. Hasta este año que está por finalizar, tuvo tres. La Scuola Italiana, Portones y la Costa. En la Scuola tenía toda la escuela y el liceo y entre Portones y la Costa casi un centenar de niños más. “Tengo niños desde seis a 12 años. Los más grandecitos me conocen o han visto mis goles, pero los que los mandan son sus padres. Hay de Nacional, de Peñarol y de todos los equipos. Yo quiero que vengan libres, a divertirse. A aprender, pero divirtiéndose. La mayoría juega en cuadros de baby fútbol o en sus colegios. Yo quiero que disfruten y cuando ellos ven que mejoraron un poquito la técnica se quedan muy contentos. Porque a veces en los colegios o en el baby son muy duros y juegan sólo los mejores. Acá agarran confianza y luego vienen llenos de alegría a contarme que hicieron un gol”, explicó “Sosita”, quien dirigirá un campamento en verano, en enero y febrero, frente al Carrasco Polo.

“Lo que más me gusta es trabajar con niños, es lo que más me divierte. Aunque el fútbol profesional me está empezando a gustar, han pasado muchos técnicos por Nacional y me han marcado. No tengo el título de entrenador, pero lo voy a hacer. Me empezó a picar el bichito. Hay edades para todo. Cuando dejé de jugar me decían que tenía que meterme enseguida a hacer el curso, pero yo no lo sentía. Dejar el fútbol fue difícil para mí, me tuve que ver en la televisión rengueando al festejar un gol para tomar conciencia que se había acabado el jugador”, contó sobre lo que sucedió hace ya 16 años.

“Fue difícil, la pelota es la pelota y cuando se desinfla parece que se te acaba el mundo. Yo vivía más afuera, concentrado, que en casa. Y cuando te encontrás en tu casa, te preguntás qué podés hacer. Un día cortás el pasto, pero no lo vas a cortar todos los días. Me deprimí un poco sí, pero tuve la suerte que Nacional me ayudó mucho. Empecé como ayudante del Hugo (De León). Y seguí con los que vinieron después, estando en la cancha con los jugadores para lo que necesitaran. Pero me quedaba tiempo libre y arrancaron las escuelitas”.

Recientemente, Sosa estuvo dirigiendo un equipo de estrellas sudamericanas frente a una selección europea. Se jugó un torneo en China y otro en México, con Ronaldinho y Figo como emblemas. La OMPP (Organización Mundial Por la Paz) lo convocó junto a Jorge Seré y Tony Gómez para jugar. Les explicó que estaba rengo, que no estaba para más que 20 minutos. “Igual hice el espectáculo, levantaba los brazos, iba para un lado y para el otro. Había un grupo de hinchas del Inter y arranqué para ahí y se volvieron locos”, relató sobre lo que pasó en China.

Luego, para ir a México le propusieron ser el técnico y agarró. “Son todas estrellas. Estaban Valderrama, Ronaldinho, Zamorano, qué les iba a decir, nada. Tenía 20 jugadores todos estrellas y los hice rotar. Ganamos por penales, Seré atajó dos. Volvió a ser Superman, atajó bárbaro en China y en México. Ahora en febrero volvemos a China. Se promociona el fútbol con fines benéficos. Es un show, pero en México me empezó a picar lo de ser técnico. Fue gracioso, porque Paolo Rossi era el técnico de los europeos y ellos entrenaron los tres días previos, pero hacía un calor bárbaro y nosotros nos pasamos en la piscina. Yo andaba con los papeles armando los equipos para arriba y para abajo. Después nos juntamos todos en el hotel y los italianos me embromaban diciendo que les había ganado con los papeles. En China nos habían ganado los europeos y querían repetir”.

Hoy Sosa hace tenis en el club Náutico y golf en Punta Carretas, deportes que jamás pensó que iba a jugar cuando era un niño que corría atrás de la pelota en el club Potencia y vivía en Piedras Blancas. “Siempre me gustó el tenis, arranqué jugando en Nacional y ahora nos divertimos con los veteranos del Náutico. Ya no juego simple, juego dobles porque con mi rodilla no me da para mucho más. Y termino muerto. Y el golf me resultaba dificilísimo, pero aprendí. Y me gusta pasarme dos horitas solo caminando”.

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Sosa dio el batacazo con la publicidad de Sarubbi que comparte con Aguilera, Recoba y Pacheco. “Nos llamaron de la agencia y cuando nos dijeron que teníamos que cantar, casi nos morimos. Salió linda porque somos todos amigos. Grabamos desde las diez de la mañana hasta las dos del otro día. Cuando la vimos nos encantó. Conocimos a Sarubbi, que es un tipazo, y a su hijo Juan. Quedaron muy contentos, no esperaban que tuviera tanto éxito y ahora me mandan los fiambres a todos los eventos donde voy. Estoy gastando mucho salame, creo que Sarubbi no se dio cuenta que le íbamos a comer todo”.

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