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Un símbolo de Defensor Sporting: Heber Silva Cantera, el cartero campeón con alma violeta

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Heber Silva Cantera. Foto: Estefanía Leal.
Estefania Leal

HISTORIAS

Se viene la viola, apronten papelitos”, es el himno popular que suena en los altoparlantes del Franzini cada vez que Defensor Sporting juega de local. “Torciendo la historia, haciéndole un taquito”, continúa la canción que nombra a algunos jugadores que quedaron en la historia violeta. “Por siempre está Cantera”, dice una de las estrofas homenajeando así a Heber Silva Cantera, el volante que jugó 13 temporadas en el club: desde 1986 hasta 1998 y que tiene el récord de ser el futbolista con más partidos jugados, 338, defendiendo al club del Parque Rodó.

“Eso es una caricia al alma que me hicieron. Un reconocimiento. Algo que siento de parte de mucha gente, que cuando ando por Punta Carretas me saluda y se quiere sacar una foto conmigo. Eso es lo mejor que te puede pasar, más allá del dinero y de todo el resto. Hoy es lo más importante, y un gran orgullo”, admitió el exvolante.

Hace ya casi 20 años que colgó los botines y los primeros tiempos de retiro no fueron sencillos. “Siempre cuesta un poco después de tantos años con la misma rutina. Por suerte yo ya había hecho el curso de técnico con el ‘Vasco’ (Aguirregaray) intentando prepararnos para el futuro”. Un año después de dejar le surgió la posibilidad de dirigir a Estudiantes de Rosario en Colonia, club que quería hacer un convenio con Defensor para mandarle jugadores. “Acepté porque era una posibilidad de abrirme camino. Porque más allá de que me había recibido siempre estaba aquello de cómo iban a jugar los equipos de Silva Cantera. Había como un temor de parte de algunos. Supongo que pensaban que iban a jugar como yo”, explicó.

Estuvo dirigiendo al equipo tres años, yendo y viniendo todos los días en ómnibus desde La Paz, donde vive, hasta Rosario. Salía a la una de la tarde y regresaba pasada la medianoche. Lo arrimaban hasta la ruta y se tomaba un bus que venía de Salto.

Comenzaron a reclutar jugadores de diferentes partes de Colonia. Empezó dirigiendo la Sub 15 y la Sub 17 y como le ganaban a todos, la gente comenzó a abrir los ojos. Al segundo año le dieron el primer equipo y fueron campeones. Y llegó un momento en que Rosario terminó representando al departamento y salieron campeones del litoral, con Silva Cantera al frente. “El equipo jugaba muy bien. Lo que pasa es que a veces te ponen una marca y se creen que tu equipo va a jugar de tal manera. A mí me gusta el buen fútbol, pero lo que más me gusta es ganar. Soy muy competitivo, no me gusta perder a nada y si pierdo me duele. Mis equipos deben tener orden antes que nada, mucha actitud y si además juegan bien, mejor”.

Correo

Durante esos tres años se acostaba cerca de las dos de la mañana y a las seis ya estaba en pie para cumplir con su trabajo de cartero. El que nunca dejó a pesar de haber sido campeón uruguayo en dos oportunidades, 1987 y 1991 y de ser, sumando Liguillas, Aperturas y Clausuras, el jugador violeta con más títulos. “Hasta ahora soy el que tiene más títulos, siete, y más partidos jugados en Defensor. Y siempre trabajando al mismo tiempo. Me permitían cambiar el horario a veces, pero nunca falté y el trabajo siempre estaba al día. Fui cartero durante 35 años, me jubilé hace dos. Fue una experiencia muy linda: andaba en moto desde Colman hasta La Paz. Eran otras épocas, hoy te mandan todo por mail, pero antes la gente esperaba la llegada del cartero, ya fuera por una carta o por el recibo para cobrar la jubilación. Las vecinas esperaban los recibos del BPS para cobrar. Y cuando me veían era como si vieran a Papá Noel. Demoraba porque me quedaba conversando con ellas y escuchándole los cuentos. Pero conectarse con esa gente era importante. Hasta hoy me siguen saludando y recordando con cariño”.

Después de ser campeón del litoral con Rosario pasó a trabajar en las divisiones juveniles de Defensor Sporting. Lo llevaron Juan Ahuntchain y el profesor Alberto Mena. Pasó por todas las categorías: primero dirigió la Quinta, pero pasó por Cuarta, Tercera y también tuvo dos interinatos en el primer equipo. En 2010, cuando se fue Gustavo Ferrín y en 2014, tras la salida de Fernando Curutchet. Hoy es el encargado de trabajar la parte defensiva en todas las categorías juveniles. “En forma colectiva e individual. Les explico cómo marcar a un delantero hábil o a un nueve guerrero y luchador. Cómo hacer para que no rematen al arco. Que los chiquilines de acá te recuerden por algo que les dijiste o le enseñaste es muy lindo. Verlos crecer y que luego te vengan a saludar, te demuestren su cariño y te sigan respetando es lo mejor”.

Heber Silva Cantera y su nieta Josefina.
Heber Silva Cantera y su nieta Josefina.

La Paz

Nació en Tacuarembó, jugó en Fritsa y fue campeón del interior con la selección. A los 21 años se casó con su novia, Sonia, para mudarse a La Paz porque lo había contratado Oriental. “Nuestra vida transcurrió siempre en La Paz. Nos quedamos a vivir ahí para siempre. Mi mujer, que era profesora de filosofía, trabajaba en el liceo de La Paz, donde después fue directora”, relató sobre la gran compañera de su vida, a la que conoció cuando jugaba en la selección de Tacuarembó porque vivía cerca del estadio y la veía pasar.

“No sé si fui yo o ella la que me echó el ojo. Je. Después coincidimos en los bailes de la Sexta Sección, que eran unos bailes de familia, en los que la gurisada tenía que entrar acompañado de un mayor que se hiciera responsable. ¡Imaginate! Sonia es una excelente persona y la compañera de toda mi vida a quien respeto al máximo como tiene que ser”, afirmó sobre la madre de sus dos hijos, Guillermo, el mayor que es ingeniero en informática y vive hace tres años en México; y Maximiliano, que trabaja en Comercio Exterior y es el papá de Josefina, la beba de siete meses que hoy es la luz de los ojos del exfutbolista violeta.

Estuvo dos años en el club de La Paz y pasó a Rampla Juniors donde jugó tres temporadas. Y de allí a Defensor. “Pero antes tuve un pasaje por la selección en 1985. Me llamó Omar Borrás para jugar la Copa Kirin en Japón, que hoy se llama de otra forma. Ese viaje fue espectacular. Jugué seis partidos con la selección y ponerme la celeste fue de lo más grande para mí. Y a fin de ese año me compró Defensor. Incluso jugué un partido con Rampla por la Liguilla, en la única vez que el equipo la jugó. Pero no me dejaron jugar más porque ya era de Defensor y tenían miedo que me lesionara”.

Es más, esa Liguilla, Rampla la jugó concentrando en el Franzini, como parte del pago por el pase de Silva Cantera. “O sea que cuando llegue a Defensor, ya conocía el Franzini”.

Tallarines

“Futbolisticamente yo era un tipo muy agresivo, y aprendí mucha mañas para poder jugar con grandes futbolistas. Así fui mejorando la técnica y era muy ordenado tácticamente. Era un volante defensivo, de esos que hoy no hay muchos. No me preocupaba por pasar la mitad de la cancha, lo que me interesaba era que no la pasaran los rivales. Me iba feliz el día que terminábamos con cero gol en nuestro arco. El día que nos hacían un gol, me enojaba y me ofuscaba mucho”, contó sobre los tiempos en que calzaba los cortos.

En 1987, cuando fue campeón uruguayo por primera vez dirigido por Raúl Möller, Silva Cantera se quedaba en el Franzini cuando hacían doble horario porque no le daba el tiempo para irse a La Paz y volver. De a poco comenzó a cocinar y sus tallarines caseros se hicieron famosos y terminaron siendo cábala. “Es una historia muy linda. Nos quedábamos los que vivíamos lejos. Primero los comprábamos, pero después le pregunté a Sonia cómo se hacían y empezamos. Los fuimos perfeccionando. Al principio éramos pocos, pero al final se quedaba todo el mundo al mediodía. Y Defensor tuvo que terminar contratando una cocinera”, finalizó entre risas.

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