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La sensación del deber cumplido

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Feliz. Damiani muestra orgulloso la maqueta del estadio que hoy ya es una realidad. Foto: Fernando Ponzetto
FERNANDO PONZETTO

Hace dos años, el presidente de Peñarol se subió al Titanic y hoy disfruta de llegar a buen puerto.

"Mis amigos dicen que hice un surco de tanto ir al estadio durante estos dos años", cuenta Juan Pedro Damiani, a horas de la inauguración del Campeón del Siglo.

"Fui un montón de veces y estuvo muy bueno ir viendo toda la secuencia, como en una película. Recuerdo cuando estaba el cartel solito que anunciaba que ahí se iba a construir el estadio de Peñarol. Parecía que Jorge Lepra y yo nos subíamos al Titanic. Es una obra de fe y compromiso".

A tan poco del momento que tanto soñó y esperó, Damiani se confiesa nervioso. "Más que nada ansioso. Son situaciones muy especiales para mí. Ayer me vino a la cabeza el primer spot publicitario que hicimos, con Morena saliendo del túnel. Por lo general, los spots o las maquetas son más lindas que la realidad, pero en esto no. La realidad es más linda", afirmó orgulloso.

"No quiero pecar de soberbio o de dueño de una idea, porque no es el caso; pero le puse tanta fuerza y tanta pasión a esto, que tengo una sensación del deber cumplido muy grande", añadió.

"Para mí, esto cierra un montón de cosas. Cosas personales muy fuertes. Cuando asumí la conducción del club en 2009, sustituí a mi padre que fue uno de los tres dirigentes magníficos, cuatro con Henderson. Para mí es cerrar un círculo muy importante, como dirigente y como presidente de Peñarol", admitió.

"Era un desafío muy grande. Cuando asumimos, lo primero que hicimos fue una encuesta y los jóvenes preferían el estadio más que ganar una copa. Un socio mío, europeo, me decía que esta obra era lo que me faltaba desde todo punto de vista. Yo he llevado adelante otras obras similares en volumen, pero nunca con un nivel de emoción y de exposición tan grande. Estoy viviendo estas horas previas con una felicidad enorme".

El cine.

Al pasar por la ruta 102, el estadio impacta, mucho más al entrar y recorrer sus instalaciones. Da la impresión de que hubiera costado mucho más de 40 millones de dólares. "No llegó a esa cifra", aseguró el presidente. "Había gente que decía que iba a costar el doble, otros que decían que no se iba a terminar, técnicos muy connotados; pero, a veces, los técnicos connotados se equivocan. Por suerte se equivocan. Nosotros, con Walter Pereyra —que fue un ladero impresionante—, con Juan Fernández Methol —que es un amigo de la vida y uno de los grandes hacedores de Peñarol—, con Catino, con Jorge Barrera, sabíamos que estas obras necesitan una cuota de audacia. Las obras, y más en los clubes que venden pasión, necesitan audacia. El fútbol hoy por hoy tiene mucho de la industria cinematográfica. Tiene artistas, tiene efectos especiales y debe tener parques temáticos, que en este caso son los estadios. El que no enfoca el fútbol así, no tiene chance de competir".

Y agregó que es prácticamente imposible comparar la actualidad con los épocas de Güelfi, de Cataldi o de su padre. "Son totalmente distintas, ni mejores ni peores. ¿Cuánto duraba Morena en este tiempo de hoy? Ni hubiera pasado por Peñarol, se hubiera ido directo al fútbol español".

Muchas veces se ha preguntado qué hubiera dicho su padre ante el Campeón del Siglo. "Cada uno es hijo de sus tiempos, él seguramente lo hubiera ideado así; porque era algo absolutamente necesario. Era la única manera de seguir intentando ser grande en el mundo. Hay mucha gente que se queda en la nostalgia. Casi nunca viajo con el equipo; lo hice y me asombré de la complejidad que el fútbol requiere hoy. Dos equipiers, tres o cuatro en la parte médica, la gente de relaciones públicas, de comunicación y los de la seguridad. Me encantaría volver a la década de los 60 o 70, pero si lo hiciera no podría ni viajar", enfatizó, pero cambió enseguida el tema porque quería hablar del estadio.

"Hoy es momento de mirar el vaso lleno y no el vacío; y de tener grandeza", dice ante la consulta de si hubo gente en el club que puso piedras en el camino al estadio. "Seguramente hubo compañeros que pensaban que el estadio era malo para el club, pero lo deben haber hecho con buena intención. O a veces los egos de los hombres los traicionan", reconoció sin embargo.

No le interesa ni le duele que el momento deportivo no sea el mejor para acompañar algo tan importante en la historia del club, como la inauguración del estadio. Y no le gusta tocar el tema.

"El momento deportivo es circunstancial en una obra para 80 o 90 años, ¡no existe! Es mínimo en la trascendencia que tiene esta obra. Además, venimos primeros en la tabla Anual. Es cierto que nos habíamos ilusionado con jugar la Copa en el estadio y lo vamos a hacer. Ustedes, los periodistas, y los uruguayos insisten en ver el vaso medio vacío", y puso un ejemplo.

"Un partido de fútbol es lo más parecido que hay a la vida. Es la vida reducida a 90 minutos y a un campo de juego. Hay pasión, emoción, miserias, buenas y malas. Uno trata de que las buenas sean muchas más que las malas, pero cuando tocan las malas las tenés que aceptar. No creo que el momento deportivo de Peñarol sea tan malo. Llevamos cuatro puntos de ventaja en la Anual y tenemos comprometida la Copa, pero depende de nosotros. Quizás clasifiquemos en el partido con Sporting Cristal en el estadio y se comience a escribir una historia. O se escriba otra. En 1986, Peñarol hizo la peor campaña de la Libertadores y al otro año fuimos campeones de América", manifestó.

"Es difícil que se tengan dos eventos tan enormes, como inaugurar un estadio después de 125 años y jugar la Copa Libertadores, y lograr el objetivo en los dos frentes, sea a nivel empresarial o personal. Pero las cosas deportivas más importantes de los últimos tiempos pasaron de este lado. Hace 28 años que un equipo no gana la Libertadores y nosotros llegamos a la final. Hacía 60 años que no había un 5 a 0 en un clásico, el quinquenio, y ahora el estadio. Hay gente que quiere generar una situación distinta a la realidad. Se pierde o se gana".

Y para reafirmar sus dichos citó el libro "La pelota no entra por azar", del exdirigente de Barcelona Ferrán Soriano. "Cuando él —una persona muy preparada— llegó al fútbol, le dijeron que si la pelota entraba estaba todo bien y si no, estaba todo mal. Era la visión del Barcelona de antes. Y él se dio cuenta que no era así. Que para que la pelota entre tiene que haber una gestión detrás. Puede entrar por azar, pero una vez. Y no se puede sostener. Después de hacer una obra como ésta, ¿podemos seguir hablando de si la pelota entra o no entra?".

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Feliz. Damiani muestra orgulloso la maqueta del estadio que hoy ya es una realidad. Foto: Fernando Ponzetto

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