ASÍ LO VEO

EDWARD PIÑÓN

Seamos auténticos, cuando a todos les fue espléndidamente en sus campeonatos, cuando la rompen en sus equipos hasta los que son suplentes en la Selección, es imposible no creer que el futuro se vislumbra estupendamente bien.

Está todo como se podía desear, no aparece ni un pequeño indicio de polémica. Nadie levantó la mano para decir “faltó fulanito” ni un “qué pena que no llamaron a menganito”. Ni siquiera la baja de Federico Valverde, que en su momento originó un clamor popular, terminó moviendo un poquito los alrededores del Complejo Celeste. Hoy están todos encolumnados detrás de esta Selección que promete dar muchas alegrías.

Ya sé, nunca hay garantías de éxito, siempre hay imponderables que pueden terminar originando situaciones imprevistas. Pero, cuando está todo en su sitio, bien colocado, cuando se comprueba que las piezas nuevas encajaron de manera perfecta y que la rueda gira libre y a buen ritmo, es lógico terminar considerando que a Uruguay lo esperan grandes cosas.

Sobran los argumentos para fijar una posición tan contundente. Tan entusiasmante. Por ejemplo: ¿cuántas selecciones tienen en su zaga a dos futbolistas que, prácticamente, juegan juntos todo el año? ¿Cuántas selecciones consiguen superar con sus duplas ofensivas la efectividad goleadora que tienen Suárez y Cavani?

Y eso no es lo único. Porque el nuevo Uruguay, que Tabárez no quiere que pierda su poder defensivo, ha logrado un recambio revitalizador. En el medio juega un chico al que sus compañeros en la Juventus, cuando aparece de titular, le entregan la responsabilidad de iniciar el juego. Y en el Inter, otro grande de Italia, a Matías Vecino lo han convertido en estandarte porque juega y marca.

Esta Celeste que enfervoriza hasta al más temeroso hincha te regala muy buenas señales. Y ni siquiera las predicciones de Mourinho, que anticipa una victoria de Portugal sobre Uruguay en octavos de final, te desaniman.