OJO CRÍTICO

Es inevitable. Los jugadores de la Selección son capaces de generar una admiración tal que, al aficionado, no importa que cumpla un papel como periodista, le genera un sentimiento especial. Es como si se convirtiese en un miembro de la familia o uno más de la barra de amigos.

Para el futbolista, seguramente, no sea igual, por eso por regla general opta por cerrarse a su vínculo más cercano. Y es lógico, porque ahí está su escudo protector para cuando la mano viene brava.

Lo que no impide que del lado de la tribuna se sueñe con que alcancen más éxitos, hagan más goles, atajen más penales o metan decenas de asistencias de gol. Y tampoco apaga la tristeza que puede generarse por un campeonato que se escapa, por una lesión que los margina de la actividad o por un retiro que se va aproximando.

Hoy, por ejemplo, cuando el almanaque establece que el contrato de Edinson Cavani con el PSG está llegando a su fin, como cualquier uruguayo que espera que el “Matador” consiga arribar en un pico de gran rendimiento a Catar 2022 me dan ganas de pedirle que arranque para España.

Estoy convencido que la camiseta del Atlético de Madrid le va a quedar pintada y que el juego del “Cholo” Simeone lo hará más ganador.