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Scaloni, Martino y un reencuentro tras 24 años en el amistoso entre Argentina y México

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Lionel Scaloni. Foto: @Argentina

AMISTOSO

El entrenador de Argentina y el de México fueron compañeros en Newells y esta noche se enfrentarán a las 23:00 en un amistoso internacional.

La memoria de Lionel Scaloni apenas lo traicionó. "Él estaba cuando debuté. Para mí, era el ídolo del club y lo sigue siendo. Fue una referencia toda la vida. Marcó una época para todos. Yo tenía 16 y él, creo, 32", contó cuando le preguntaron por Gerardo Martino.

Scaloni se presentó en la primera de Newell's el 30 de abril de 1995. Era un pibe, todavía le faltaban dos semanas para cumplir 17 años, y jugó solo el primer tiempo en la caída por 3 a 0 ante San Lorenzo, en el Nuevo Gasómetro. Pero, Martino no fue su compañero ese día. Lo sería un par de meses después, cuando el "Tata" regresó al Parque tras una temporada en Lanús. En realidad compartieron el plantel leproso pocos meses durante el segundo semestre de aquel '95, hasta que la dignidad de Martino volvió incompatible su convivencia con el polémico expresidente Eduardo López y se marchó para cerrar su carrera entre O'Higgins, de Chile, y Barcelona, de Ecuador. Vaya las vueltas de la vida, esta noche el fútbol volverá a encontrarlos en San Antonio como entrenadores de Argentina y México a partir de la hora 23:00 de Uruguay.

Hace unos días, el argentino Fernando Duró, entrenador de Venezuela en el Mundial de básquetbol de China, contaba que iba a tener que disimular sus emociones en el momento del Himno, al enfrentarse con Campazzo, Scola y cía. Martino ya sabe de qué se trata: en San Antonio se cruzará por cuarta vez en su vida contra la Argentina. Y al frente de Paraguay, conoció todas las sensaciones: perdió 4-2 en 2011, en Resistencia, en días de Sergio Batista como entrenador albiceleste; le ganó 1-0 a la selección de Maradona, en Asunción, en 2009, y empató 1-1 en 2008 en la cancha de River, ante el equipo de Alfio Basile. Para Martino no será una noche especial. Él no confunde sentimientos ni responsabilidades. Ni la Patria ni los símbolos, nada de eso. La mejor manera de horar una nacionalidad es cuidando la imagen con una conducta honesta y responsable. No desde los colores de una camiseta.

Gerardo Martino. Foto: Marca.
Gerardo Martino. Foto: Marca.

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Lo que no se puede obviar es que Martino también dirigió a la Argentina. Fueron 29 partidos entre 2014 y 2016, y apenas tres derrotas. Dos finales de Copa América perdidas, sí, por penales contra Chile. Y un cierre de ciclo anticipado, cuando entendió que no solamente lo habían dejado solo dirigentes ineptos y colapsados, sino que además algunas imprescindibles complicidades con parte del plantel habían desaparecido.

Esta noche podrá reencontrarse con algunos futbolistas que pasaron por sus manos en aquellos tiempos. Sin ir más lejos, Paulo Dybala -jugó tres encuentros- y Roberto Pereyra -10- debutaron en su ciclo. Pero Martino también utilizó a Marcos Rojo y a Agustín Marchesín, sin olvidar que supo convocar a otros apellidos que no participan de esta gira pero que han sido llamados por Scaloni, como Lionel Messi, Agüero, Mercado, Funes Mori y Otamendi, que debió marcharse por razones personales. Incluso otras piezas, hoy importantes, figuraban en la carpeta de Martino rumbo a los Juegos Olímpicos de Río 2016, ese equipo que los dirigentes argentinos nunca le permitieron armar: Paredes, Lo Celso, De Paul, Rulli, Dybala, Funes Mori, Lucas Ocampos y Ángel y Joaquín Correa.

Mientras la selección argentina se hundió entre manotazos alejados de un proyecto, y en estos tres años desfilaron Bauza y Sampaoli hasta llegar a Scaloni, Martino alzó el título de la MLS con Atlanta United y desde enero conduce una sólida era en México. ¿Pudo volver a dirigir a la selección? No, ya no lo atrapó pese a su respeto por 'Chiqui' Tapia. Hoy encadena un invicto de 11 partidos en México, con diez victorias y un empate (32 goles a favor; convirtió en todos los cotejos), período en el que conquistó la Copa de Oro. Pero más trascendente que eso es que abrió una etapa de renovación, con una fuerte apuesta por los jóvenes y una reconocible identidad colectiva. El mismo proyecto que a la Argentina no le interesó cuidar.

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