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Con sangre charrúa, River sueña con repetir la historia

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Los uruguayos de River.
Angel, Asteggiante

En 1986 y 1996, la influencia de jugadores orientales fue determinante para la consagración; en el equipo de Gallardo hay cuatro futbolistas de esa nacionalidad que pretenden unirse a Francescoli y compañía.

La relación entre los uruguayos y River empezó con el profesionalismo, pero desde Pedro Lago, que fue el primero en cruzar de una orilla a la otra del Río de la Plata, hasta Tabaré Viudez, el último en que se calzó la camiseta de los "Millonarios", hubo un puñado de charrúas que aventaja al resto, al inscribir sus nombres en un campeonato que al club de Núñez le provocó más sinsabores que alegrías. La Copa Libertadores es el trofeo de clubes que más se anhela en el continente, es la copa que River levantó dos veces y otras tantas se le quedó atragantado el festejo. Este miércoles, con Tigres, tiene la oportunidad de empezar a encaminar una serie que resultó impensada hace unos meses atrás. Fue cuando justamente el rival de la definición le tendió una mano y con una victoria sobre Juan Aurich, en Perú, le abrió la puerta para clasificarse a los octavos de final, al mismo tiempo que River goleaba a San José de Oruro. Fue la noche en que terminó la pesadilla y empezó a tejerse la ilusión. Carlos Sánchez, Rodrigo Mora, Camilo Mayada y Tabaré Viudez corren detrás de la gloria, la misma que tuvieron en sus manos Nelson Gutiérrez, Antonio Alzamendi, Mario Saralegui y Rubens Navarro, en 1986, y de la que disfrutaron Enzo Francescoli, el ahora manager, y Gabriel Cedrés, diez años más tarde.

La Copa Libertadores y los uruguayos van de la mano. Peñarol fue el primer equipo en ganarla, también el que amargó a River, en la definición en Chile, en un tercer partido, en 1966. Y ahora, este equipo que dirige Marcelo Gallardo, un técnico que hizo su primera experiencia como entrenador en Uruguay, pretende que aquella relación histórica se repita y River termine con los 19 años de angustia. Ya tiene a dos representantes, Mora y Sánchez, que son inamovibles en la formación, mientras que un tercero -Viudez- se disputa un puesto con "Pity" Martínez; apenas relegado queda Mayada, aunque los cuatro tuvieron una participación destacada en el recorrido que le permitió al grupo llegar a la instancia final.

En este escenario River empezó a dar señales de supervivencia, con un agónico empate 2-2 con Tigres, resultado que le dio oxígeno para jugar la jornada decisiva del Grupo 6. En "El Volcán", el 8 de abril pasado, Mora, a falta de un minuto, estableció el empate impensado. El delantero es el artillero del equipo, con cuatro tantos. Una pieza que se revalorizó con el ciclo Gallardo, después de su exilio en Chile, donde Universidad no resultó ser un lugar donde pudiera enseñar su mejor versión. Mora es gravitante en el área con goles, como aquel de la definición perfecta frente a Guaraní, por las semifinales, en el Monumental, pero también es el primer defensor que tiene el equipo, con su despliegue para obstaculizar la salida limpia del rival. La identificación del delantero y River hizo que, tras acordar su incorporación a Al Nassr, de Arabia Saudita, impusiera una cláusula para terminar de disputar la Copa Libertadores y recién luego marcharse, aunque eso es algo que todavía puede tener un nuevo capítulo.

Al igual que Mora, Sánchez tuvo que emigrar, su destino fue Puebla, en los días en que Ramón Díaz manejaba el equipo. El volante está viviendo su segunda primavera, después de irrumpir con fuerza cuando River lo tentó para jugar en el ascenso, donde fue un jugador destacado de la sufrida campaña que devolvió a los millonarios a Primera. Se reinventó bajo las órdenes del "Muñeco", se hizo hombre de selección y selló, de penal, la victoria 1-0 frente a Boca, en el Monumental, en los octavos de final y comenzó con la remontada ante Cruzeiro, en Belo Horizonte. Además, tiene otros festejos en la campaña, porque sus goles fueron decisivos en la Recopa Sudamericana, frente a San Lorenzo.

Su nombre es el que menos ruido hizo hasta el momento en el mundo River, aunque está superando el proceso de adaptación y, de a poco, se va convirtiendo en una rueda de auxilio a la que el técnico puede recurrir para alternar piezas entre la Copa Libertadores y el torneo local. Camilo Mayada fue apalabrado por Racing, pero terminó por firmar en Núñez. Un llamado de Gallardo fue determinante para inclinar la balanza y el volante, que puede desempeñarse por las bandas o también junto con mediocampista central, recorriera el mismo camino que Sánchez y Mora. Para muchos era la última aparición del fútbol uruguayo que llegaba a River, pero había espacio para uno más.

Fue la novela del mercado de pases, aunque lo suyo tenía un papel secundario. Tabaré Viudez fue rehén de los dislates de Teo Gutiérrez -se marchó a Sporting de Lisboa, aunque la demora en firmar el contrato impedía en River liberar el cuarto cupo de extranjeros- para poder ser habilitado. De 25 años y una carrera que fue desde Defensor Sporting hasta Milan, pasando por Nacional, de Uruguay, América y Necaxa, de Mexico, y Kasimpasa, de Turquía, su contratación fue una apuesta plena del entrenador. No era difícil ver el rostro contrariado de Gallardo a medidas que pasaban los días y Viudez seguía sin jugar. Y tenía razón el Muñeco: en el debut, frente a Guaraní, en Asunción, con tres pases enseñó toda su clase, que es un jugador de los denominados distinto en el fútbol. Hasta se dio el gusto de festejar un gol, aunque por el torneo doméstico, en el Monumental.

Son cuatro uruguayos que sueñan con inscribir su nombre en la historia grande River, la misma cantidad que tuvo en sus filas aquel grupo dirigido por el "Bambino" Veira que ganó todo en 1986, arrasando con el torneo argentino, la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental; el doble, en número, de los que en 1996 reconquistaron América, con Francescoli como estandarte.

Los uruguayos de River. Foto: archivo.
Los uruguayos de River. Foto: archivo.
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Foto: La Nación/GDA.

copa libertadoresLA NACIÓN/GDA

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