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Sandoval: entre la pelota y el arco

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Pablo Bengoechea cambió el rumbo del lateral que ascendió como volante central en River Plate hace 10 años.

Nació y creció en Paso de la Arena; y, a los 27 años, desde hace uno y medio vive en Malvín. Sin embargo, futbolísticamente, anduvo por muchos lados: "En el baby fútbol arranqué a los dos años en El Tigre, después me vinieron a buscar y pasé a Sagrada Familia, que se unió con Sud América, y cuando me iban fichar en Séptima, me llamaron de River, donde empecé en la Octava y seguí hasta que, justamente, a Primera me asciende en 2005 Pablo (Bengoechea) cuando llegó con el ‘Vasco’.

Zaguero.

No paró. Ni afuera ni adentro de la cancha. De River Plate fue a préstamo a Rentistas, regresó, tuvo una oportunidad de ir a un equipo de Azerbayan, pero "no arreglaron los números, volví y pasé a Sud América, jugué seis meses y fui a Cerro Largo", de allí retornó a los darseneros y al año siguiente —en 2009— lo dieron otra vez en préstamo, ahora a Wanderers; y mientras con los arachanes "jugaba de volante por afuera o de doble 5 mixto", en Sud América ya era distinto, hacía el doble 5 pero más suelto, me liberaban un poco más para llegar al arco contrario, Wanderers me llevó como zaguero y después Daniel (Carreño) me probó como lateral volante, porque ya me había visto jugar ahí en Cerro Largo".

Así, entonces, en julio de 2013 desembocó en una avenida más amplia: en Peñarol, cuando el entrenador era Diego Alonso; para jugar, fundamentalmente, de acuerdo a lo que había sido su última etapa: "Llegué con mucha ilusión, porque como en Wanderers había andado bien, pensé que no me iba a ser tan difícil, y más en un grande, pero la verdad es que la adaptación a Peñarol fue muy brava, porque uno quiere hacer todo bien y en realidad no hace nada bien. Por demostrarle a la gente que uno puede hacer todo y hasta más, es como que esa confianza te juega en contra. Además, Peñarol tiene un juego muy vertical, hay que acostumbrarse; en Wanderers podía tocar más para atrás o a los costados y nadie decía nada".

Errores.

Igual no se empantanó. Es más, salió adelante haciendo gala de personalidad y pujanza en una instancia puntual y de ribetes históricos, inusuales: el 27 de abril del año pasado, cuando Peñarol ganó el clásico del Torneo Clausura por 5 a 0, cumplió en forma sorpresiva —porque en lo previo no figuraba como titular en los planes de nadie— una función y tuvo un desempeño que lo convirtieron en una pieza estratégicamente gravitante, y hasta clave, a los efectos del resultado: "Con el clásico agarré una confianza bárbara, pero pero después me lesioné y cuando volví ya no rendí igual que antes. También bajó el equipo en general, pero yo tuve errores que otros compañeros no los tuvieron y por ahí resaltaron. Por ejemplo, lo que pasó en La Plata con el penal contra Estudiantes: son cosas del fútbol, pero a la gente la marcan, y a uno también le quita un poco de confianza. Lo hablaba después con Fossati: adentro del área, uno no se tiene que tirar; pero yo pensé que llegaba justo a la pelota, si no… no me hubiese tirado".

Alma.

Así, no extrañó que a fines de 2014, después de tanto trajinar, pareciera que la calle por la cual transitaba, ancha, grande, se le cerraba, o iba cuesta abajo: "Por como venía la cosa, me daban como baja. Apenas terminó el Torneo Apertura ya me descartaban de Peñarol, aunque yo quería quedarme y les decía a mis representantes, que mi objetivo era quedarme, que estaba dispuesto a romperme el alma para seguir en Peñarol por más que mi contrato termina a fin de año".

En medio de ese escenario, que no era halagador ni le ofrecía grandes esperanzas, llegó una nueva sorpresa que, si no tuvo mayor repercusión popular fue porque, a diferencia de la que protagonizó a instancias de Fossati en el clásico del 5 a 0, ésta de ahora es —al menos todavía— más de entrecasa, ya que Pablo Bengoechea asumió como entrenador y lo puso haciedo el "doble 5", como volante de contención por delante de la línea de cuatro: "No me dijo por qué, desde que llegó me dijo que iba a utilizar en esta posición; pero no me dio una explicación y pienso que debe ser porque ya me conoce de cuando me ascendió en River hace años. En el medio hacía tiempo que no jugaba, sólo algunos con el Tito Goncalves y con Jorge (Fossati), pero de 5 es la posición que más me gusta, porque uno está en contacto constante con la pelota, y si no está marcando, está apoyando a los compañeros para dársela y que salga bien el juego. Lo que me pide es que juegue como un 5 tapón, digamos, que si sale el volante por izquierda o por derecha a presionar que yo vaya a los dos lados para mantener la presión, y que sea tácticamente correcto, que no me salga de la línea de la pelota con el arco".

Futbolísticamente, Jonathan Sandoval anduvo por muchos lados, pero nació y creció en Paso de la Arena, y a los 27 años hace uno y medio que — "es tranquilo, por seguridad, más que nada, este apartamento me lo alquila la señora de Cacho Caetano"— vive en Malvín. En Velsen, entre... Colombes y Ámsterdam. Casi un símbolo de la misión que le confió Bengoechea: por otra calle, la del medio, que corra y llene toda la cancha.

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