SUDÁFRICA 10 AÑOS
El mediocampista fue clave con su despliegue para contener a los veloces rivales, en tanto el centrodelantero fue letal al anotar los dos goles para la victoria.
Por si faltaba algo para que quedara patente, demostrado, esa jugada. El “Ruso”, justo el “Ruso”, al que unos minutos antes la imagen de la televisión lo había mostrado resoplando, como si estuviera fundido, físicamente “muerto” pero con la rebeldía intacta, empujó, empujó y empujó… y cuando ya parecía que perdía la pelota, que se la llevaba un adversario, él insistió con no perderla, con ir a buscarla, con pelearla.
Entonces, el “Ruso” inclinó su cuerpo hacia delante, “echando los bofes”,y le pasó el brazo por adelante al coreano que lo había marcado, que le había cortado el ímpetu con que quiso mandarse al área contraria. Ahí, pues, el “Ruso” hizo palanca; para no irse al suelo de cansado, para impulsarse hacia adelante, para ganarle la posición al defensa contrario.
Fue una síntesis. Es una postal, si acaso. De cómo llegó Uruguay a colocarse entre los 8 mejores del mundo, por ahora, y conquistar una posición a la que no llegaba desde hacía 40 años. Y también de lo que jugó, y cómo jugó, el “Ruso”, al fin y al cabo. Con más fútbol que en partidos anteriores, pasando mejor, en forma más atildada, incluso sobrellevando el cierto contrapeso de que por varios pasajes Arévalo Ríos se perdió corriendo detrás de la circulación de pelota rápida de los coreanos, el “Ruso” creció en las malas, se acorraló cuando había que retrasarse y salió a cara descubierta cuando hubo que discutir la posesión del mediocampo.
En una palabra, como en esa jugada clave, poniéndose a la altura de los goles determinantes que metió Suárez, el “Ruso” Pérez fue el alma del cuadro.
Salvó un gol en un mano a mano. En el gol, el rebote previo lo descolocó y lo hizo salir tarde.
Correcto en la marca. Se desdobló y en una de ellas forzó un penal no cobrado por el árbitro.
Como Muslera, lo descolocó la jugada previa al gol. Antes y después, fue una muralla.
Sin fallas; también por los problemas físicos conocidos, sin la exuberancia de otras oportunidades.
Se revolvió ante la velocidad de los coreanos, aunque sin tanta precisión y presencia.
Imponente. No sólo metió, sino que también jugó, pasó en forma prolija, acertada. Figura clave del triunfo, porque forzó el córner previo al segundo gol de Luis Suárez, con una jugada en la que dejó el alma. Metió un disparate y cortó muchas veces el juego de los jugadores coreanos cuando el arranque en velocidad amenazaba con convertirse en acciones de alto riesgo para el arco de los uruguayos.
Empezó muy bien; después, por pasajes, le costó encontrar la pelota y se fue desgastando.
Otro que anduvo bien en los 15’ iniciales y luego se fue diluyendo con el correr del trámite.
Gestó el primer gol con buena jugada. En el resto no tuvo un rol protagónico; no estuvo tan claro.
Como siempre fue a todas y lo hizo con astucia y técnica. Protegió el balón,
metió pases y se sacrificó una enormidad en beneficio del rendimiento colectivo. Es cierto que no gravitó mucho en los últimos 20 metros de la cancha, pero si ello no sucedió fue por el despliegue que tuvo a lo ancho del terreno. Y no se puede olvidar que hasta jugó de lateral.
Determinante. Metió dos goles, uno con oportuna definición y otro que sacó de la manga.
Entró con la corriente en contra y, salvo el cabezazo defectuoso tras el cual llegó el gol rival, no falló.
Entró y, sin desequilibrar, hizo un par de pases buenos, de maniobras interesantes.
Cumplió. Ayudó a tener la pelota y también a reducir espacios, con lo que alejó riesgo del área.