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Rodríguez: la nueva vida de Darío

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Darío Rodríguez. Foto: Ariel Colmegna
Archivo El Pais

A seis meses de dejar de jugar, superó la tristeza y se prepara para ser entrenador.

Darío Rodríguez se preparó durante un buen tiempo para el momento de colgar los botines. Sin embargo, eso no impidió que sintiera una gran tristeza cuando tuvo que atravesarlo seis meses atrás. "Interiormente te das cuenta que el momento de dejar te va llegando, pero después cuando tomás la decisión todo cambia y bastante", admite Darío en la cantina del club Náutico mientras se recupera del esfuerzo comiendo un tostado de pan negro y un cortado que le preparó Elbio.

"Cambia el día a día, las costumbres. Te da como una tristeza adentro, que por más preparado que estés, se siente", añadió. "Al principio no me di mucha cuenta porque era verano, estaba con mis hijos, pero cuando comenzó el torneo y me di cuenta que no iba a ir más y no te preparás para ir a entrenar sentís un poco de nostalgia. Pero luego te das cuenta que hay otras cosas y por eso es tan importante prepararse para el día después. Uno sabe que el fútbol no va a ser para toda la vida", explicó el ex defensa.

"Yo decidí dejar de jugar por una sumatoria de cosas. Ya me estaba fastidiando un poco más en los entrenamientos, con cosas cotidianas, con los compañeros. Y sentía más las nanas. Me desgarré el ligamento del dedo gordo del pie y ahí me enteré para la cantidad de cosas que sirve ese dedo. Me costaba apoyar. Me tenían que estar infiltrado, jugué algunos partidos en el torneo local y en la Copa Sudamericana, pero siempre con dolor y tenía que estar tomando calmantes todos los días. Y ya con 40 años, entonces de a poquito te empiezan a faltar las ganas".

El haber tenido una carrera plena y exitosa con seis años en el Schalke 04 y vistiendo la celeste, hicieron más sencillo el retiro. "Yo soy un eterno agradecido a la vida y al fútbol. Le entregué mi juventud y todo lo que tenía al fútbol, pero el fútbol también me dio mucho a mí. Muchas alegrías y una gran ayuda económica, además de lo cultural. Cuando empecé a jugar mis expectativas para la vida eran muy diferentes a lo que mi vida es hoy", admitió el ex defensa que hizo un curso de electro mecánica. "De chico, con 12 o 13 años, me imaginaba mecánico de barcos o de aviones. Y por una cuestión de actitud, seguramente hubiera intentando ser uno de los mejores en eso".

Tiene claro el privilegio que significa ser futbolista. "Tuve directores técnicos y compañeros que me inculcaron sobre ese privilegio. El entrenar al aire libre y recibir un dinero importante por hacer lo que te gusta y también de la posibilidad de que la vida te pudiera cambiar de un momento para otro", reflexionó Darío, sobre algo que comprobó en carne propia.

"En 1995 me fui de Sud América, donde no tenía dinero ni para el boleto, al Toluca de México. Pasé de ir caminando a entrenar a vivir en un hotel cinco estrellas con dinero en el bolsillo todos los días para comprarme la ropa que quisiera. En esa época yo era un niño grande por más que en el fútbol se madura antes".

Hoy el fútbol es muy distinto y los grupos ya no son lo que eran cuando Darío era un adolescente. "Hoy es diferente. Cuando yo era un chiquilín en un grupo eran tres o cuatro jóvenes y el resto era gente de entre 25 y 35 años; hoy es al revés. Entonces, a los grandes nos miran como gente rara que les está diciendo cosas de otro planeta. Hoy no se termina de formar al jugador y ya se va porque tenemos un fútbol de exportación. Antes se iban tres jugadores al extranjero, ahora se van muchos más. Antes vos estabas en un cuadro chico y lo que querías era debutar en Primera, pasar a un cuadro grande y jugar en la selección. Hoy los contratistas les inculcan que tienen que hacer ocho goles para venderlos. Importa más eso, lo individual, que cumplir los objetivos del grupo".

Darío es técnico recibido y ahora está realizando un curso de gerente deportivo en Milenium. "Está muy bueno y además lo estoy haciendo con una cantidad de amigos y de colegas del fútbol". Entre ellos Pacheco, Gabriel Cedrés, Cafú, Pezzolano, Eduardo Favaro y Alfaro.

A su amigo Pacheco, Peñarol no le renovó el contrato. Para Darío no es fácil opinar sobre el asunto. "No sé lo que va a hacer Tony, si va a seguir jugando o no. Es una decisión muy personal. Yo tuve la posibilidade de ir a Wanderers y me tentó. Un club donde Tony ya había estado y pasado muy bien, además estaba mi hermano y el entrenador me vino a buscar. Con Libertadores para jugar, un grupo de jóvenes espectacular y un club muy tranquilo. Pero no me sentía en un 100%, arrastraba la lesión y las exigencias son siempre las mismas, más allá de la edad que tengas. Preferí no apartarme de la decisión que había tomado".

En Peñarol se menciona su nombre como uno de los candidatos a ser el secretario de Primera División, pero nadie lo ha llamado. Y aunque no cierra ninguna puerta, hoy está más cerca del técnico. Es más, no demorará en formar su propio equipo de trabajo para arrancar. "En un futuro me gustaría trabajar con mi hermano, dado que nunca pudimos jugar juntos, pero hoy integra el cuerpo técnico de Alfredo Arias y está muy bien ahí. Se verá", dijo sobre "Samanta".

Entrenando junto a su referente de la juventud.

Darío deja a sus hijos Fátima y Tiziano en el colegio y se va para el club Náutico, donde realiza unas tres horas de trabajos físicos. Allí se reencontró con Mario Orta, con quien jugó en Sud América. "Es un amigo que me dio el fútbol. Siempre fue un referente. Me acuerdo una época en teníamos muchas deudas y cuando hacíamos doble horario, a veces me llevaba algo para comer y me quedaba en el club, porque no tenía ni para el boleto. Iba caminando a entrenar. Mario me veía y me llevaba a la casa, comíamos y me hacía dormir una siesta y luego me llevaba a la práctica de la tarde. Yo tenía 18 años. Me llevaba a mí y a otros; a veces éramos cuatro o cinco los que íbamos a comer a su casa. Era un referente en todo sentido para mí, dentro y fuera de la cancha", contó Darío.

"Identidad que puede gustar o no".

"Uruguay está en un proceso de transición, con un montón de muchachos nuevos. No debe ser fácil, pero la identidad la mostró. Puede gustar o no, pero es la identidad que ha tenido siempre y con ella ha logrado grandes cosas. Seguramente lo de la Copa le ha servido al cuerpo técnico para sacar conclusiones. Tabárez sabe más que nadie lo que se hizo bien y mal. Ojalá que lleguen bien a las Eliminatorias y nos lleven a otro Mundial", dijo Darío, quien jugó dos Copas América y un Mundial con Uruguay. "Chile era un rival muy duro y hubo cosas en el partido que marcaron el desenlace, como la expulsión de Cavani", agregó quien cree que el título será para Chile o Argentina.

Es padrino solidario con Munúa.

Darío y Gustavo Munúa son padrinos del programa preventivo del Ministerio del Interior "Pelota al medio a la esperanza". Dicho programa brinda un espacio recreativo y deportivo a niños y adolescentes de entre 12 y 15 años. Tanto el ex defensa aurinegro como el arquero de Nacional han compartido charlas y entrenamientos con los muchachos que viven en un contexto social crítico, en los barrios Casavalle y Borro. "La idea es que aprendan a disfrutar del deporte en un marco de respeto", dijo Darío, quien contó que se han sumado otras figuras del deporte como Deborah Rodríguez, y que espera lo hagan firmas que puedan colaborar.

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Darío Rodríguez. Foto: Ariel Colmegna

HistoriasSILVIA PÉREZ

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