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Rodrigo Mora, el fetiche de River que se agranda en los clásicos

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Rodrigo Mora, la esperanza de River para ganar el clásico

ARGENTINA

El delantero uruguayo se ilusiona con lograr una victoria en la final de la Supercopa con un gol suyo y los hinchas lo quieren en la cancha por sus grandes números ante Boca Juniors.

La escena ocurrió una tarde de enero, en el lobby del hotel Biltmore, en la exclusiva zona de Coral Gables, durante la pretemporada que el plantel de River realizó en Miami. "Uruguayo, ponete bien que te queremos en la cancha en la final contra Boca", lo arengó un hincha, integrante de la filial de River en Toronto, mientras Rodrigo Mora buscaba ponerse en forma luego de una operación en la cadera derecha. Mora le respondió sin abrir la boca pero con dos gestos elocuentes: le guiñó un ojo y le levantó el pulgar derecho.

Por entonces, la posibilidad de que el uruguayo llegara a jugar la Supercopa Argentina dependía poco menos que de un milagro: en el mejor de los casos, en River esperaban tenerlo a disposición para abril o mayo. Pero lo impensado ocurrió: Mora volvió a jugar mucho antes de lo previsto por los médicos del plantel e incluso desplazó a Ignacio Scocco de la titularidad a fuerza de buenas actuaciones. Y ahora, en la antesala de la segunda final de la historia entre los dos clubes más populares del país luego de la que Boca ganó 1 a 0 en el Nacional 1976, se ilusiona con más, con todo: "Mi sueño es que le ganemos a Boca con un gol mío".

Mora quiere recibirse de especialista en eso de anotarle goles al clásico rival de River: ya le hizo cinco, uno en partidos oficiales y cuatro en amistosos. El primero fue por el Torneo Inicial 2012, cuando River y Boca empataron 2-2 en el Monumental. El uruguayo marcó el gol del 2 a 0 parcial que parecía darle la victoria al equipo entonces dirigido por Matías Almeyda, aunque Boca llegó a la igualdad con gritos de Santiago Silva, de penal, y de Walter Erviti.

En enero de 2013, River se quedó con el primer superclásico de aquel verano al ganar 2 a 0 con dos goles de Mora, en Mar del Plata. Y el 3 de febrero de aquel año, en Córdoba, anotó el gol del empate parcial (Boca ganaba con tanto de Walter Erviti) y luego David Trezeguet puso el 2 a 1 para el conjunto de la banda roja que dirigía Ramón Díaz.

El último gol que Mora le anotó a Boca fue el 30 de enero de 2016, en la victoria 1 a 0 en Mendoza y a través de un tiro penal. Hubo un Superclásico, el del 10 de octubre de 2014, cuando empataron 1 a 1 en el Monumental, que puso en crisis su condición de verdugo incipiente de Boca. Con el marcador en blanco, pateó un penal por arriba del travesaño.

Justamente después de un superclásico que tuvo final feliz para River llegó la desventura física más seria de su carrera: el 3 a 1 del 14 de mayo pasado, en la Bombonera. Tras ese partido, los dolores en la zona de la espalda, que no eran nuevos para él, lo obligaron a parar. Estudios posteriores determinaron que se trataba de una necrosis aséptica en la cabeza del fémur -tal su nombre técnico-, producto de un infarto en el hueso, una lesión muy poco frecuente en el mundo del fútbol.

Apesadumbrado, Mora supo entonces que su vuelta a las canchas no estaba garantizada. Lo operaron el 23 de junio. La recuperación arrancó con el uso de muletas durante tres meses, continuó con trabajos kinésicos y en la pileta a partir de septiembre, luego con caminatas, posteriormente con trotes y, ya por último, con movimientos con la pelota. Apeló a la medicina convencional y también recurrió a los servicios de un curandero uruguayo.

El regreso oficial se produjo el domingo 28 de enero, cuando jugó los últimos cinco minutos en el partido que su equipo perdió 1 a 0 en la visita a Huracán, en la reanudación de la Superliga. Desde entonces tuvo protagonismo en casi todos los partidos de River en el año: solamente faltó en el empate del domingo 4 de marzo ante Chacarita, en el que Gallardo decidió dosificar sus energías pensando en que llegue del mejor modo posible a la Supercopa.

La primera etapa de su recuperación luego de la intervención quirúrgica fue de 90 días interminables para él, al punto de que en su habitación del departamento donde vive, en el barrio de Palermo, tenía una cartulina en la que iba tachando cada uno de los días que pasaban. Una vez consumado su regreso, Mora rompió esa cartulina. "No la quise ver nunca más", afirma. "Toda esa gente que mintió o que tiró mala onda, no debe saber qué decir. Pero no tengo rencor", agrega el uruguayo, quien el miércoles, en el estadio mundialista de Mendoza, seguramente estará entre los titulares.

En su pierna derecha, Mora tiene tatuados los escudos de Peñarol de Montevideo y de River. Peñarol es el equipo del que se hizo hincha de chiquito, cuando jugaba en los potreros de Rivera, su pago chico uruguayo.

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