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River 1936: la gira más breve y accidentada de la historia

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el golero darsenero Stipanicic controla la pelota pero levanta el pie en plancha. El árbitro dio penal, lo cual originó la airada protesta de los jugadores uruguayos y el retiro del juez de la cancha.

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Los darseneros se fueron a Europa, pero en el primer partido hubo graves incidentes y los franceses los “invitaron” a regresar a Montevideo.

Fueron 48 días en barco, tres en ferrocarril y cuatro de estadía en París, con apenas un partido. Así transcurrió “la gira más corta del mundo” según se la definió: el accidentado viaje de River Plate a Europa en 1936. La presentación de los darseneros fue aguardada con enorme expectativa por la prensa y el público de París, pero fueron estos los que exigieron después su partida ante los incidentes registrados.

Desde antes de la partida de la delegación, el 4 de marzo de 1936, la prensa montevideana advirtió sobre los riesgos de una gira cuya programación no estaba definida antes de embarcar, que además se iba a afrontar con un plantel escaso, incluyendo siete jugadores prestados..

River Plate va a realizar una gira que ofrece un panorama incierto”, advirtió El País. “De entrada les tocará pasar las de Caín si quieren mantener el prestigio y con ello aplazar en lo posible el fracaso financiero de la gira, que es lo que se les vendrá encima apenas pierdan un par de cotejos”, añadió el diario. Y señalaba, entre otros argumentos, que se llevaban demasiados jugadores veteranos, como Lorenzo Fernández o el brasileño Feitiço.

La delegación estaba compuesta por 21 personas: el vicepresidente del club Eduardo Lavaggi, el delegado Américo Gil (con los años presidente de la delegación uruguaya en el Mundial de 1950), el entrenador Camilo Cesarale, el masajista Diego Misa y solo 17 jugadores (los arqueros Larrosa y Stipanicic, los defensas Cadilla, Ferreira y Fernández, los halves Guarnieri, González, Larraura, Mercadel y Olivera y los delanteros Chirimini, Lerena, Alverbide, Arrillaga, Sena, Celsi y Feitiço, que embarcó en el puerto brasileño de Santos).

Según se anunció, se esperaba concretar cuatro partidos y después se tomaría la decisión de seguir el periplo o regresar a Montevideo. Lo que estaba claro era que se debutaría en París ante un “poderoso combinado”.

Mientras el vapor riverplatense se acercaba a Europa, la prensa uruguaya daba cuenta de lo que se decía en Francia. “River Plate llega a París precedido de notable fama”; “Los críticos lo comparan con el equipo del 24”, señalaban los despachos de las agencias. El diario parisino L’Auto (antecesor de L’Equipe) pronosticó, pesimista: “Poco podrán hacer los franceses ante el team uruguayo”. Se esperaba una asistencia de 50 mil espectadores en el Parque de los Príncipes para su debut ante un seleccionado del Red Star y el Racing, los principales clubes parisinos de la época. Además de varios de los mejores jugadores galos, alinearon a futbolistas austríacos y húngaros.

Claro que los periódicos franceses ignoraban qué ocurría mientras tanto con River. La delegación arribó a Lisboa el 17 de marzo de mañana y a las dos de la tarde abordó un tren rumbo a París. Llegó el día 18 a última hora de la noche y salieron a la cancha la tarde siguiente. El Parque de los Príncipes, una versión antigua del actual estadio del PSG que contaba con un velódromo alrededor de la cancha, los esperó con las tribunas repletas.

Pero el partido no cumplió con lo prometido. Un resumen se puede observar en YouTube. Los futbolistas uruguayos se sorprendieron por la forma en que los delanteros franceses atropellaban al arquero en cada ataque. Y los franceses se empezaron a molestar por el juego fuerte de los uruguayos.

A los 40 minutos Cadilla fue expulsado por una brusquedad. El público comenzó a protestar y a abuchear al jugador darsenero. Incluso algunas personas intentaron meterse en la cancha para agredirlo.

El primer tiempo terminó sin goles. A los 15 del segundo, O’Neill convirtió para los parisinos. Al rato igualó Sena. Pero el partido siguió complicándose. Poco después, el árbitro Bauer sancionó penal cuando el golero Stipanicic salió con una pierna en alto. Hubo fuertes protestas de los uruguayos, ante lo cual Bauer se declaró harto y se fue de la cancha.

Pese a todo, el partido siguió, con una solución sui generis: el jugador uruguayo Pedro Duhart, que entonces defendía al Sochaux, entró al campo y cumplió la función de árbitro hasta el minuto 90. Los franceses tiraron el penal afuera, a propósito.

Con el pitazo final de Duhart terminó la gira: la Federación Francesa, por unanimidad de sus miembros, aprobó al otro día una resolución por la cual se invitaba a los jugadores uruguayos “a regresar a su país”. Aunque había alguna posibilidad de presentarse en Italia, el embajador uruguayo en Francia decidió junto al secretario de la Federación embarcar a la delegación en un vapor desde Burdeos.

“Los uruguayos se portaron como verdaderos rufianes”, dijo el diario L’Echo. “Los tramposos, furibundos, peleadores e incorrectos jugadores uruguayos hicieron llover escándalos”, escribió por su parte L’Auto.

El 17 de abril, a las diez de la noche, el barco con la delegación llegó al puerto de Montevideo. Los esperaban algunos hinchas, que insultaron a la prensa. Al otro día, la Liga Uruguaya dispuso investigar lo ocurrido en la brevísima gira. River, en tanto, anunció que suspendería a casi todos sus jugadores.

Años después, Stipanicic y Lorenzo Fernández recordaron aquel partido para la revista Deportes. Y contaron que también los parisinos pegaron mucho, sin que el juez ni el público lo reprobara, en un clima “cargado”. “Han corrido tantos años, pero si se jugara otra vez, pasaría lo mismo”, dijo Stipanicic.

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